viernes, 29 de diciembre de 2017

Mixtura

Se acaba 2017. Y con este artículo de hoy damos el carpetazo a un año que vino marcado, fundamentalmente, por el afer catalán. Pero como nuestras pretensiones son de patente acento local, convendrán conmigo que se llevó la palma en los 205 artículos publicados hasta esta fecha, en esta nueva singladura (Desde La Corona), el equipo de gobierno del municipio realejero, con especial énfasis en quien acapara el mayor álbum fotográfico de los contornos.
Así que para dar la bienvenida a 2018 (volvemos el martes, día 2 de enero) nada mejor que hacer una excepción, olvidar a quien ustedes saben (no sin antes agradecerle que haya hecho posible que, tras los dos meses de ausencia inglesa, el número de visitas al blog experimentase notable incremento, habiendo superado el millar de ojeadores el post publicado el 27 de diciembre bajo el título de Falsedad) y hacer hincapié en unos asuntillos surgidos de la lectura de la prensa digital y que despertaron mi curiosidad unos miligramos más que el resto de cuestiones.
Puerto de la Cruz pone en marcha un sistema de inteligencia turística de datos que permitirá conocer la imagen del destino y el comportamiento del visitante y así poder dar respuesta a cualquier servicio o sugerencia. La foto que ilustra este comentario, de Diario de Avisos, da fe del acto que se alude. Me quedo con la última parte. El poder atender demandas. Porque bien pudieron inventar un procedimiento semejante para los inquilinos políticos del edificio de El Penitente. Quienes padecen de tal apatía que requieren sacudidas urgentes. Pues si fueran capaces de “dar respuesta a cualquier servicio y sugerencia”, puede que Carlos Alonso tuviera más tiempo para otros municipios. En suma, “dar otra imagen”. Y es que los excelentes datos en el número de visitantes no se corresponden con la mejoría que la ciudad debiera brindar. Diríase más bien que el aspecto físico del pequeño territorio deja mucho que desear. Claro, es que los árboles tienen la manía de cambiar de vestimenta en otoño y no colaboran con los denodados esfuerzos de los concejales liberados. Menos mal que la privatización de la gestión del alumbrado público ya comienza a surtir efectos con los apagones de rigor.
El Cabildo de Tenerife ha solicitado de Unicef que sea declarada Tenerife como isla amiga de la infancia. Sigue el presidente empeñado en aguar la fiesta al grupo popular. Envidioso a más no poder. En la nueva rotonda de Los Barros –causante, por cierto, de muchas de las retenciones en la entrada y salida del pueblo– se indica que es Los Realejos una “ciudad” amiga de la infancia. No sé si el resto de poblaciones son enemigas, pero el cartel está ahí. Son como niños. Después de que en el PIT bailaron –jolines con los movimientos de Efraín Medina– y se divirtieron de lo lindo, se acordaron de que se podría recurrir a la iniciativa señalada para que Manolo (de quien no iba a escribir) tuviese un Día de los Inocentes (la infancia lo es, ¿o no?) bastante entretenido.
Y concluyo este pequeño recorrido en La Gomera. Donde 31 personas optan al carné de artesano, según se desprende de una información facilitada por el Cabildo de aquella isla y publicada en todos los digitales.  En la foto de rigor, Casimiro y el alcalde de Vallehermoso, Emiliano Coello. El primero, presidente de la institución insular desde cuando el Benchijigua era de remos. Amén de diputado autonómico y estacón (dícese del palo que aguanta el rolo de la platanera) de Clavijo, a cambio de unos euros para más piche. El segundo, aparte de alcalde, también consejero de Industria, Comercio y Consumo. Los “aseregés” saben la tira del pluriempleo. En la instantánea gráfica nada se insinúa de la treintena de aspirantes. A no ser que Curbelo y Coello se hallen, asimismo, en la lista de matriculados. En resumen, en cuestión de salir en el retrato, en todas partes cuecen habas. Se privan, tú.
Nada más. Nos reencontraremos, si ustedes a bien lo tienen, y como antes ya indiqué, el 2 de enero, si la justicia, blogger y redes sociales lo permiten. Por mí que no quede. Sean felices y comedidos en el yantar. Y si beben, no conduzcan.

jueves, 28 de diciembre de 2017

La carretera de El Castillo

El 28 de diciembre de 1973, a primeras horas de la tarde, bajaba yo con mi flamante Fiat 128 por la carretera de El Castillo. Un tramo mucho más estrecho que el que ahora presenta, pero con un firme en mejores condiciones que el actual. Regresaba de Hoya Fría donde llevaba a cabo los cuatro meses de prácticas como alférez de complemento tras la realización, durante dos veranos anteriores, de la formación pertinente en Los Rodeos. Fue la última promoción de la IPS (Instrucción Premilitar Superior). Luego fue sustituida por la IMEC (Instrucción Militar Escala de Complemento). Había tenido guardia el día anterior y el cuerpo me pedía una cama donde poder descansar unas horas. Recuerdo que le ponía 100 pesetas de gasolina al TF-5236-C y me alcanzaba para dos viajes de ida y vuelta al recinto cuartelario. Ni que decir tiene que era el primer fotingo que poseía. Se lo compré a Pepito Siverio (q.e.p.d.), agente en aquel entonces de Hernández Hermanos, por 120.000 pesetas. Vivíamos, mi mujer y yo, en casa de mis padres en la calle de La Longuera. Y al llegar, apenas asomé el hocico por la puerta, mi madre me dice que siga para la maternidad porque la señora estaba ya de parto. Pensé que era la consabida broma de tan señalada fecha, pero no. Así que me tragué el almuerzo (cuando se come deprisa es tragar, ¿no?) y me fui a ser partícipe (de espectador, claro; y por fuera del paritorio) del feliz acontecimiento. Así que la primogénita cumple hoy 44. Y como introducción ya vale.
Hoy, 28 de diciembre de 2017, la carretera de El Castillo presenta un estado lamentable. La principal vía de acceso al populoso núcleo de Toscal-Longuera desde la autovía, autopista y demás constituye la vergüenza de las infraestructuras municipales. Porque no debemos olvidar de que se trata de una competencia exclusiva del ayuntamiento, tras el convenio firmado con el Cabildo, como se hizo hace un par de años con el tramo que conocemos como Puerto Franco.
Es conveniente aclarar esta circunstancia porque cuando se acaba de licitar la obra, cuya ejecución comenzará en el próximo mes de enero, el presidente insular del PP tinerfeño, y presidente del grupo popular en el Cabildo, y, asimismo, alcalde de Los Realejos en los ratos que retorna al pueblo de las reuniones de la Ejecutiva Nacional en Madrid a sacarse las fotografías que inundarán las redes sociales, sigue con la cantinela de que es la institución presidida por Carlos Alonso la culpable de los retrasos habidos en la tramitación del expediente.
No perdió Domínguez la oportunidad en sus últimas declaraciones al respecto para cargar las tintas nuevamente: “que no tuvo la celeridad deseada”. Somos ya unos cuantos los que estamos cansados de esta manera de hacer política. La culpa es del otro, cuando no de los que nos precedieron, y nosotros somos los chachis de la película. Y este particular no es una broma, o inocentada, con la que podamos estar haciendo juegos malabares durante todo el tiempo.
No olvidemos que de los 493.366,33 euros que va a costar la obra, incluida en el denominado Plan de Cooperación Municipal, el 80% correrá a cargo del Cabildo. Organismo que debió supervisar el proyecto remitido por el ayuntamiento y que detectó en principio que no se contemplaba adecuadamente la recogida de aguas pluviales, por lo que fue devuelto al Consistorio para que se subsanaran tales defectos. Tal circunstancia fue obviada por el mandatario municipal en el comunicado de prensa. Eso sí, no pierde la ocasión para echarse las flores de rigor: “Siempre estuvo entre nuestras prioridades y trabajamos para su urgente resolución”. Menos mal, que si no debemos aguardar al Día de los Inocentes del año 2037.
La salida a licitación, y consiguiente adjudicación, es, desde luego, motivo que debe alegrarnos sobremanera. Pero vuelve a incurrir el señor alcalde (o sustitutos, porque mandó a Noelia para el posado) en el pecado de la omisión. Nada que declarar ante el hecho de que bastantes meses atrás hubo de retirar el anuncio de licitación en el Boletín Oficial de la Provincia por no sé qué errores administrativos e iniciar de nuevo el procedimiento. La gente del pueblo se queda con los titulares, no está al cabo del meollo, y nos basta con difundir a los cuatro vientos que Carlos Alonso es un malvado que tiene desatendidos los pueblos gobernados por el PP, cuatro nuevas fotos, tres visitas a los centros de mayores, un par de besos y… mecachis, qué guapo soy.
Menos mal que dentro de diez o quince años ya no tendremos este problema. Como ya será una calle municipal más y la arreglaremos con recursos propios, asunto zanjado. Lo malo es que ya no habrá posibilidad de cargar muertos o endosar el marrón. ¿Qué escribí? ¡Cuánto peligro! Déjalo estar. Hasta aquí.
Pasen un día agradable. Cuidado con lo que lean o escuchen. Hay mucho monigote (escoger acepción a conveniencia) por ahí y se cuelga con facilidad pasmosa.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Falsedad

Nada más asomarse diciembre a las hojas del calendario, dio comienzo una desaforada campaña fotográfica en el seno del grupo popular del ayuntamiento de Los Realejos que ni los más avezados publicistas darían por satisfactoria. Porque aun siendo bueno el producto a vender, harto sabido es que la repetición empalaga. Pero no son estos dirigentes seguidores del Baltasar Gracián. Y cuando se lanzan a la piscina, ni siquiera echan una visual previa no sea que esté más vacía que la cartera de cualquier hijo de vecino el día 7 de enero.
Y sería conveniente iniciar el presente con la campaña denominada “Ampadrina una ilusión”, que aprovecha Domínguez y la concejala de bienestar social (con minúscula), Olga Jorge, para la pertinente pose a costa de los que deben recurrir a la caridad para que en estas fechas no haya un niño que se quede sin regalo. Si tuvieran la suficiente decencia política (complicado a estas alturas del acomodo), no dudarían en reconstruir el organigrama de cargos públicos liberados, y la correspondiente pléyade de agregados, para percatarse de que no sería necesario apelar a la generosidad del vecino (bienvenida sea), porque dinero hay, aunque mal repartido. De tal guisa, una acción muy loable queda en entredicho por las cada vez menos disimuladas apetencias de protagonismo del equipo de gobierno, a cuyo frente se halla un abalorio que debe revestirse de estos destellos para sentirse importante. Como se lleva a cabo de manera sistemática con la labor de la oposición, esta iniciativa para descargar las arcas municipales de gastos que solo conducen al mantenimiento de estómagos agradecidos, será calificada de pura demagogia. Ya es conocido que antes de don Manuel Domínguez solo el caos habitó en el pueblo. Y él nos sacó de las tinieblas. Por lo que le debemos agradecimiento eterno. Y seguirle votando para que por si un casual nos fallara no quedemos sumidos de nuevo en la oscuridad. ¿No te recuerdan nada estos discursos mesiánicos?
Como hoy no tenemos nada mejor que hacer, se levanta eufórico Manolo una de estas mañanas (a eso de las diez, porque la noche debió recuperarse de agujetas en la boca y cuello), vámonos de sesión. Y a mano estaban Sandra y Noelia; perdón, Noelia y Sandra. El fotógrafo, es de cajón, siempre se halla a disposición. Y se fueron todos a las afueras de los colegios en los que se realizan obras de mantenimiento. Algo tan normal, y que se ha hecho desde siempre, como puede ser el que tú debas alimentarte y lavarte la cara todos los días. Nada importa que el montante económico de los remiendos sea una minucia en el contexto presupuestario de la Villa. El momento en que este equipo de gobierno deba inaugurar una gran obra (pongamos la reapertura del Cine Viera, tras su remozamiento y convertido en Auditorio Municipal. ¿Qué pasa, no son estos buenos instantes para mantener a flote nuestros sueños?) será tal la parafernalia de protocolo que nos vamos a indigestar con los retratos. No van a dar abasto las redes sociales ante la avalancha.
Y en el colmo de la desfachatez, ahí tenemos a Lope Afonso, alcalde portuense, en la zona de La Higuerita. Dejándose llevar, que se dice. Cuando tiene la otrora ciudad turística en un total estado de abandono, cuando la gestión de la que él como mandatario debería presumir es llevada a cabo desde el Cabildo Insular, se nos viene a La Carajita. Me imagino que se habrán echado una arepa. Y a lo mejor bajaron luego juntos por El Carril para limpiar un poco los hierbajos con los bajos del coche. Y habrán visto, de pasada, el rabo de gato por los alrededores del IES María Pérez Trujillo.
Por si fuera poco lo que hay que aguantar en estas fechas con la avalancha de mensajes cargados de hipocresía (no te conocen el resto del año y vienen ahora a felicitarte y a desearte lo mejor), debemos añadir a esta pléyade de pijos dando lecciones y muestras… del fingimiento más abyecto y repugnante. Solo falta que en las instantáneas salgan dándose golpes en el pecho. Falsos. Figurines. Fachadas.
¿Escribí antes el colmo? Lo mismo me quedé corto. Porque cuando Manolo heredó los votos de CC en las pasadas elecciones, también asumió la costumbre de los falsos nacionalistas de llevar a los viejos de excursión (bocadillo incluido). Los clubes de mayores son excelentes viveros de papeletas para llenar urnas. Y ahí los tienes, en la última instantánea, de paseo por Las Canteras. ¿Que dónde están los jubilados? Escondidos en la caseta que ves al fondo para que no estropeen esta “popular” imagen. Chiquitos caraduras.

martes, 26 de diciembre de 2017

Décimas inglesas

Ya te señalé la pasada semana que el motivo de esta larga ausencia bloguera se debió a un viaje de pocas vacaciones y bastante trabajo. Porque la tarea de escolarización y cuidado de los nietos corrió a cargo de los abuelos, puesto que el cometido principal de los padres era la asistencia diaria a la academia para las labores propias del curso de once semanas en el que participaban, seleccionados, entre otros muchos, por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Y tras unos días de regularización en los asuntos de la política local y pasada la primera tanda de días navideños –esos en los que el régimen se manda a hacer gárgaras–, vaya este artículo, más distendido y en versión ‘poética’, para ir rebajando esa enorme cantidad de calorías que nos hemos metido entre pecho y espalda con las consabidas comidas familiares y de trabajo (el que lo tenga) durante buena parte de este mes de diciembre.


Hoy me apetece contarte,
con mi versión “decimal”,
una estadía otoñal,
sin ánimo de cansarte.
Y es que eso de mudarte
a vivir en tierra extraña,
a muchos metros de España,
requiere esfuerzo y tesón,
pues el volver a la acción
exigió bastante maña.

Unas irán en presente
y las otras en pasado,
depende del redactado
y del manar de la fuente.
Pero aquello que comente
se ajusta a lo allí vivido,
que fue a ratos divertido
y otros de mucho trabajo,
con momentos a destajo,
mas de vago no he venido.

Llevo un tiempo aquí en Torquay
de maestro cuidador,
dos nietos alrededor,
y de inglés más bien nanay.
Hasta ahora el clima guay[1],
sin mayores frioleras,
con jornadas llevaderas
en días muy soleados,
hemos ido a muchos lados
por estrechas carreteras.

Tantas guaguas he cogido
como medio de transporte,
para el sur y para el norte,
que la cuenta ya he perdido.
Hasta barato ha salido
este bono mensual,
porque te viene genial
moverte por el condado
cómodamente sentado:
¡Vaya cambio radical!

Aunque no lo llevo bien,
y aún no me acostumbro,
cuando a un coche yo vislumbro
por la izquierda y casi a cien.
Debo tener mucha pacien-
y no entender que condu-
ce el perro que allí ves tú,
bien sentado y elegante
en el asiento delante
sin nadie que diga mu.

De lunes a viernes vamos
con diferentes labores,
que sin causarnos dolores
ajetreados estamos.
Pero el finde disfrutamos
de variadas excursiones
para visitar rincones
de este espacio de Inglaterra:
¡Cuánto verde en esta tierra!
                                                         ¡Y los parques por montones!

Es el paisaje otoñal
una estampa permanente,
hay un algo en el ambiente
que le da un toque especial.
Pero el hecho principal
de este vasto territorio
es el color tan notorio
de los campos bien extensos,
que se asemejan a lienzos
de museo transitorio.

Fotografías a cientos
añadí a la colección,
poco a poco va el montón
cogiendo más fundamento.
No serán ningún portento,
pero recuerdan andares
por muy diversos lugares,
y conforman la memoria,
esa que plasma mi historia
de momentos estelares.

Confieso que sentí envidia
al ver bahías y puertos,
me alegré de sus aciertos,
maldije nuestra desidia.
Qué desgraciada perfidia
es la que campa en Canarias,
con políticas contrarias
a lo que dicta el sentido,
merecen fuerte estampido
cuando no nalgadas varias.

Un salto también nos dimos
a la ciudad londinense,
y con algo de suspense
al London Eye nos subimos.
Pero antes asistimos
a un musical importante,
puesta en escena elegante
de un Rey León imponente,
con un magnífico ambiente
en velada interesante.

Dos alarmas sorprendieron
la estancia que transcurría
con sosiego y armonía,
pues bien cerca sucedieron.
Unos en el metro oyeron
disparos sin confirmar,
siendo el otro el de evacuar
el London City al partir
para casa al concluir
una gira a recordar.

No es que fueran vacaciones
estos dos meses de ausencia,
pues más bien nuestra presencia
tuvo más de obligaciones.
Hasta las cuatro hubo acciones
de docencia y de cuidados;
todos, pues, bien ocupados
con cursos y con tareas,
por tanto, lector, no creas
que estuvimos descansados.

Para seguir nuevo esquema
es menester mucho ahínco,
porque es de noche a las cinco
lo que nos cambia el sistema.
Deberás cambiar de lema
para adaptarte a este ambiente,
no ver en la calle gente
cuando en casa es media tarde,
requiere muy fuerte alarde
pues no es moneda corriente.

Por lo que vengo observando
todo el mundo tiene un perro,
más que habitantes de El Hierro
por los que he ido contando.
En las playas ves jugando
cada cual con su pelota,
esa que el dueño le bota
y el animal se ejercita;
en la arena se concita
cada tarde fuerte flota.

Aquí estoy de vuelta en casa
cuando el año finiquita,
la rutina nos excita,
continuemos la traza.
Contaremos lo que pasa
como es nuestra costumbre,
será el blog siempre la lumbre
que alimente este quehacer,
y propague el parecer
desde el mar hasta la cumbre.

Como ustedes, estimados,
convertidos en lectores,
dan traslado a mis labores
por diferentes estrados
sin que les note cansados.
Debo siempre gracias dar
puesto que el hecho de estar
atentos a mis renglones,
merecen las bendiciones
de quien no debe fallar.

Hasta mañana. Creo que deberé comentar algo más de la tremenda falsedad que se estila en mi pueblo. Algo, por desgracia, que se ha convertido en moneda corriente.


[1] 15-noviembre-2017

viernes, 22 de diciembre de 2017

La sombra de Alarcó

Leo en un artículo de opinión: “Me contaban en la radio que Asier Antona, por petición expresa de Manolo Domínguez, se había embarcado en una operación cuya finalidad era acabar en las próximas elecciones con Antonio Alarcó”. Con todas las reticencias que un juicio de valor implica, me atrevo a insinuar que no me extraña la aseveración. Nada me sorprendería de que se estén moviendo hilos en la dirección indicada. Porque al personaje que ostenta la alcaldía realejera en modalidad time sharing, le molesta horrores que algún otro de su entorno –y nada importa la fuerza política a la que pertenezca el señalado– le haga la más mínima sombra. Ya expresé cuál es su único pensamiento político hace unas horas: Yo soy yo y no admito circunstancias.
Don Manuel no puede permitirse el lujo de seguir contando con quien le demostró que se pueden sacar más votos para el Cabildo que los que él obtuvo en 2015. Esa pesada losa debe alejarse de manera inmediata. Y la fórmula idónea es que se vaya relegando su papel –que se conforme con sus actividades profesionales, que no son pocas– hasta que se quede con un carguito, como mucho. Que para pluriempleado, él.
Domínguez tiene que ser el protagonista de todas las películas. Es el fulano (¿te acuerdas?), y punto. Por ello no dudaría en cargarse, sin preciso fuera, al mismísimo Adolfo. Y como la hipotética moción de censura en La Laguna debe pasar por el indispensable protagonismo del doctor, pongan el cuño de que no la habrá (1). Alarcó está amortizado. Además, ya no da la imagen. La fecha de caducidad de su envase es patente.
No va, pues, descarriado el opinante. Nadie puede emitir destellos más brillantes que los del faro del realejero. Luz que se irradia desde lo más alto del municipio y que nos guía por el sendero correcto. Agradecidísimos estamos los cortos de casi todo, porque nos ha llegado ese halo que ha hecho posible que, por fin, veamos la claridad a la salida del túnel de San Vicente. Estábamos huérfanos y ahora somos alguien. Ya era hora.
Cuando el consejero insular Domínguez se enfada muchísimo porque el presidente del Cabildo no le presta atención a sus magníficas propuestas, y olvida que en nuestro pueblo paga con idéntica moneda a Jonás y Miguel Agustín, con el agravante de que pasado un tiempo se apropia de sugerencias ajenas, lo que en realidad ocurre no es que esté preocupado por las colas de la autopista, sino porque ve mermadas sus campañas publicitarias con las contrarréplicas del otrora popular y ahora nacionalista furibundo. Se trata, llana y simplemente, del ataque de celos de quien se ve apeado del pedestal del autobombo. Y estos comediantes se creen por arriba del bien y del mal. Viven en su particular Olimpo pero sin ser capaces de compartir espacios con otros dioses.
No me asombra, entonces, que los presidentes populares, regional y tinerfeño, dispongan de su espejito mágico en el que consultan a diario la magnitud de su guapura. Y ambos, sentados una tarde en uno de los bancos del Camino Largo lagunero, cayeron en la cuenta de que la sombra de Alarcó era más alargada de lo que presentían. Y urdieron el plan de reparto.
Mientras, estimados realejeros, sigamos haciendo el gilipollas. Apoquinemos religiosamente en la cuenta corriente los cinco mil y pico del ala. Duplica junio y diciembre. Y dime ahora si en tu trabajo te permiten ausentarte cada vez que te venga en gana y sin darle cuenta a nadie. Aplaude a rabiar las presencias fotográficas y cabréate cuando los representantes cabilderos vengan a sacarnos las castañas del fuego en la Avenida de Canarias, verbigracia. Y si por la noche te metes un partigazo porque no viste el socavón donde metiste la pata ante la ausencia de alumbrado público, llama a Manolo para que acuda presto a tenderte la mano con el fotógrafo al lado.
A pesar de todo, feliz fin se semana, disfruten de las fiestas navideñas, guarden el reintegro para el sorteo del Niño y no hace falta que escriban la carta a los Reyes Magos. Dejen eso de mi cuenta. O de la de mi amigo Manolo. Que si la tengo cogida con él. No, ríele las gracias.
(1) Después de redactado el artículo, el Tribunal Constitucional ha dictado sentencia por la que podría haber moción de censura en La Laguna sin tener que recurrir a los populares. Ello no resta un ápice al resto del contenido.

jueves, 21 de diciembre de 2017

La tengo, y mucho

Vuelve la cantinela con la consabida pregunta: ¿Qué necesidad tienes? Hace referencia al mantenimiento del blog (Desde La Corona). Estás perdiendo el tiempo, enfrentándote sin ganar nada a cambio, dedícate a viajar y manda la política para el carajo. Y muchas más, por supuesto.
Pues sí, lo considero necesario. Vital, diría. Porque no me dotó la naturaleza de paciencia suficiente. Y la rebeldía sigue imponiéndose a pesar de los años transcurridos. No me han vuelto, como suele ser normal, conservador. No puedo permanecer de brazos cruzados ante tantas injusticias y negligencias. Pero si tú ya estuviste. Puede que, con más razón, por eso mismo. No me va el borreguismo ni el aceptar dictados de pensamiento único. Y de ello se estila demasiado en Los Realejos. Donde un grupo de gobierno ha implantado un modo de actuar que pasa, inexorablemente, por la alabanza reiterada y aparcar la discrepancia y los otros modos de enfocar la casuística municipal. Yo soy yo y no me rodean circunstancias. Al más puro estilo absolutista.
No suelo dejarme ver por bares y cafeterías. No comparto pareceres en las barras de dichos establecimientos. No arreglo el mundo en la charla entablada con aquellos con los que me tropiezo en fiestas del bien quedar. Es más, tengo el grave problema de que escribo lo que pienso. Y lo publico. Más que para que quede constancia, que también, para intentar despertar alguna conciencia aletargada.
Plasmo opiniones de lo cotidiano. Que suele ser lo más cercano. Y la institución más próxima al ciudadano es el ayuntamiento. Regido en mi pueblo por al Partido Popular. Porque, enésima vez, la debacle electoral de Coalición Canaria, debida a rencillas no disimuladas y aireadas hasta en Los mismísimos Lavaderos de Tigaiga, provocó una permuta de votos de tal calibre hacia las huestes de Domínguez, que la mayoría absoluta (prestada, aunque él presuma con los deméritos ajenos) le produjo un empacho de soberbia que raya la temeridad. Y como su ambición no conoce límites, se le quedó corto el cargo de alcalde.
Si ejerciera solo como tal, puede que se le bajaran los aires, aterrizara en el espacio habilitado para los parapentes, y pasara a formar parte del colectivo de gente normal. Como tú, estimado lector, y yo. Que metemos la pata unas veintiocho veces al día, pero que no vamos de sobrados como si el mundo (el pueblo en nuestro caso) se acabara a la vuelta de la esquina o cada vez que alguien ose rebatir nuestros planteamientos.
En la Villa de Viera, al socaire del macizo, cada vez son más los que despiertan del letargo. Porque se han percatado de que Manolo los ha engañado. Y que vive más pendiente de asuntos que exceden el ámbito municipal, que de dedicarse con plenitud al cargo por el que percibe espléndido y generoso sueldo.
Cuando me levanto cada mañana y echo una visual a los digitales para mantenerme al día, no veas qué contento me pongo cuando observo al presidente del PP tinerfeño de paseo por la isla en horas que yo le pago para que me resuelva los problemas del pueblo. Si se me ocurre ojear el Boletín Oficial de la Provincia y contabilizar los anuncios por los que delega la alcaldía en sus segundos (para que Noelia no se ponga morrúa, que dicen los canariones), el corazón me da un vuelco de alegría, porque el compartir es de buen cristiano. Y no se me olvida que el puesto en la Comisión Ejecutiva Nacional supone, además, varios viajes al mes a Madrid. Es para conseguir cosas, que me espetó cierto edil tiempo atrás. A la vista saltan.
No pienso silenciar tanto desmán. Porque el alcalde realejero nos engaña y nos roba miserablemente. Si tuviera un mínimo de dignidad, ya habría renunciado, como mínimo a la mitad de su salario. Al que habría que sumar deducciones de IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social. Y lo mismo se me escapa algún seguro privado. Por ello siento la necesidad de teclear cada día las sensaciones de un contribuyente defraudado. Y si en vez de sermonearme los que me achacan que la tengo cogida con el angelito, se rebelaran para exigirle que cumpla a rajatabla con sus obligaciones, otro gallo nos cantaría. Si es su deseo, o ambición, atender muchos calderos, que lo haga en horas de la noche o los fines de semana. Pero que no se lamente luego de que no tiene tiempo para atender a su familia y vaya soltando frasecitas del bien quedar cuando el montante de adulones no alcanza el cupo previsto.
Observarán que hoy no he tocado el asunto de la aún más peligrosa deriva en el desdoble de personalidad. Del particular ya se encargan otros especialistas de la medicina. El que mucho abarca, poco aprieta. Y el refranero es sabio.
Mañana la lotería. Llegué a tiempo de comprar el décimo que comparto cada año con los compañeros del gremio Pancho, Ángel y Lali. La verdad es que llevo años que en este asunto del juego no siento necesidad alguna. Aunque fuera rico, en el sentido material, seguiría con la imperiosa manía de la escritura. No solo reconforta sino que te hace tomar conciencia. Y necesitados estamos todos de otras implicaciones. Aunque algún destinatario de dardos verbales ponga trabas e intente poner en práctica aquello de que calladito estás mejor. Y por si me despisto: Feliz Navidad.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Aparcamientos Realejos

Casi se me contagia la alegría con la que Manuel Domínguez nos vendió la noticia de que el edificio de aparcamientos de Realejo Alto volvía al redil público tras una odisea de muchos años dando bandazos. Y realiza tal puesta en escena que te vende una moto sin cambios y tú la compras como de fábrica. Corre tupido velo a que fue él uno de los empecinados en que la obra saliera adelante sin tener claro cómo sería el desarrollo posterior, y ahora aparece en plan salvador de la patria. Nos dio a entender de que en este tinglado el ayuntamiento no se ha gastado un euro y que ahora se ha puesto en funcionamiento, con carácter provisional y gratuito, porque él es muy bueno y los malvados de la concesión administrativa no supieron llevar a buen puerto una nave que fue botada con todas las garantías para que navegara placenteramente cuando el PP gobernaba el municipio en alianza con CC. Y ya sabemos, por otras declaraciones de bombo y platillo, que cuando Manolo coge las riendas de la economía, las monedas brincan de contentas por las calles. Así está la de El Castillo llena de hoyos al no soportar el peso de tanto caudal excedente.
Tan nítida era la apuesta de esta infraestructura (y la que resta cuando se destape todo el trasfondo del situado en la entrada de San Agustín) que ni siquiera se cuenta con un estudio de viabilidad, hecho que ha reconocido el grupo de gobierno en el transcurso de la última sesión plenaria. Pero la modestia alcanza tal grado de cinismo que sigue el señor alcalde erre que erre en su obstinación. Porque la naturaleza, amén de la luz divina, lo ha dotado de tal capacidad que no admite sugerencias. Cuando la apertura navideña no iba a suponer coste alguno, ya se eleva a más de cuarenta mil euros los gastos de reparación de los desperfectos más notorios para el pertinente lavado de cara. A lo que habrá que añadir, a buen seguro, otro puñado de perras con cargo a los gastos corrientes de mantenimiento de los edificios públicos. Hecho que no debería ser noticia en sí, pero es que el intento de tapar los estrepitosos fracasos con repartir culpas a diestro y diestro, sin asumir las responsabilidades políticas que le corresponden como máxima autoridad del Consistorio, flaco favor hace a su gestión. Y se desvía la atención de manera grotesca, si no torticera, cada vez que la oposición pregunta algo al respecto.
De continuar este nivel de prepotencia, cuestión sería de ir pensando en quitar al guanche de El Lance y ubicar allí una estatua de quien ustedes se imaginan. Y en el monumento haríamos una excepción: lo iluminaríamos como jamás se hubiese hecho antes con monolito (y manolito) alguno. Y si con ello damos al traste con la política de alumbrado que rige en Los Realejos, que cumple a la perfección todos los ratios para evitar la contaminación lumínica (los apagones generalizados no son casuales), al carajo, Diego. Así, en plan coloquial –y que me perdone el amigo de La Longuera–, porque el dar fe de una labor de propaganda sin parangón en toda la historia realejera desde que los guanches subieron a oír misa en la iglesia de Santiago (1496), bien merece un reconocimiento de tal calibre.
Es por ello que los mandatarios populares, temerosos de que el desapego nacional pueda hacer mella en las huestes locales, demandan otra mayoría absoluta para, mientras tanto, experimentar alternativas con aquellas infraestructuras pendientes: museos, hipódromos, campos de tiro al plato (o al conejo), auditorios, teatros…
Desde las primeras elecciones democráticas (1979) las corporaciones han tenido, por lógica elemental, altibajos en su gestión. Aciertos y errores se suceden en toda acción. Pero no recuerdo alguna con la desfachatez de la actual, a la que unos miligramos de humildad le vendría de maravillas. Y el ser capaz de reconocer algún desliz en su quehacer es, incluso, precepto religioso de obligado cumplimiento. Lo escribo en el convencimiento de que son devotos practicantes y no incrédulos como un servidor.
¿Que si tengo necesidad? Vaya que sí. Quizás mañana te lo cuente.

martes, 19 de diciembre de 2017

Modestia aparte

“Todo ello, hace que Los Realejos sea una ciudad que está de moda”. Así concluye una información, publicada en Diario de Avisos, en la que se da pormenorizada cuenta de los avances habidos en los años de gestión de Manuel Domínguez. Quien, en una entrevista en el mismo periódico, se descuelga con un mensaje muy a su estilo: “La economía municipal ha crecido cada vez que tuve la oportunidad de gestionarla”. De ahí el titular. En tu honor, alcalde, of course.
En ambos supuestos, se vislumbra un canto de alabanza sin parangón en la historia reciente del municipio. Puede que la línea editorial del diario reseñado, tras los últimos cambios empresariales, haya sufrido significados embates de filias y fobias. Para dar mayor credibilidad a lo que se nos brinda de las páginas impresas. Y para hacer bueno el dicho de que hasta los medios de comunicación se venden al mejor postor.
Si uno lee con detenimiento ambas “informaciones”, te quedas con el sabor agridulce de si la escritura corrió a cargo de algún periodista de la plantilla o se limitó la redacción a transcribir con pelos y señales cuanto dato se le hizo llegar desde el gabinete de prensa o desde el despacho de cualquier asesor agradecido. Vaya manera de denigrar una noble profesión que se caracteriza, en teoría, por sublimes conceptos de imparcialidad, neutralidad, objetividad, y que se debe al lector y no a quien aporta reseñas bajo el prisma del rédito político inmediato.
El dirigente popular ha echado al cesto de la basura aquellas intenciones de dos mandatos por cargo y, como le quedan retos por cumplir, solicita del electorado que le conceda otra mayoría absoluta. Y eso que te querías marchar para casa. Siento enormemente que no puedas contar con mi apoyo. Por falso. Porque has demostrado que te viras como las lisas. Y sufres tales metamorfosis que un día te vemos volando. En plan etéreo, no vayas ahora a malinterpretarme.
Te pregunta el supuesto periodista de la entrevista que cuál es, a tu juicio (no, va a ser al mío), la marca de identidad de la ciudad. Y tú respondes sin corregirle que somos una Villa Histórica, según reza el cartel que Adolfo colocó en El Castillo. Pero como tú pasas por allí con la cabeza ‘gacha’, pensando en asuntos partidarios, a lo peor no te has enterado.
Presentas el PGO como la panacea que va a sacar a Los Realejos de la lista negra del desempleo. Y yo, de ser el entrevistador, te rogaría que me detallaras qué demonios estuviste haciendo en los doce años (tres mandatos) anteriores en que fuiste miembro de la corporación. A lo que no te interesa, tupido velo. Hablemos de los edificios de aparcamientos, verbigracia. La maquinaria de mercadotecnia que has montado de manera paralela a tus otros negocios funciona adecuadamente. Y cuando la oposición, en el noble deber que sus votantes le han encomendado, demanda moderación en puestos de confianza y en los sueldos de tanto concejal liberado, tú lo tachas de demagogia. Eso se lo cuentas al que debe hacer malabares para llegar a fin de mes.
Tus declaraciones suponen impertinencias para quienes con anterioridad a tu milagrosa aparición en la Villa de Viera (que es, por cierto, personaje tan universal que está muy arriba del ombliguismo pueblerino en el que ha caído el equipo de gobierno) dedicaron tiempo y esfuerzo para montar el entramado social en el que ahora tú te desenvuelves creyéndote el creador de cuanto se halle al alcance de tu vista, o más allá.
Te jactas de logros económicos. Y olvidas que todos los ayuntamientos han tenido que entrar por el aro ante la amenaza de cerrar el grifo de los dineros por parte de la todopoderosa Hacienda. En vez de tanta vanagloria, pásale la receta a tu compañero Lope, ya que vales para tanto.
No te conviene poner en valor que diriges una nave que te fue entregada para que la condujeras cuando ya se hallaba en marcha desde ha bastante. Me hubiera gustado verte, licenciado en universidad americana, al mando de una maquinaria destartalada en los albores de la democracia para comprobar esa eficiencia de la que presumes ante la carencia de los servicios más elementales. Cuando por no haber, no existían colegios, ni centros donde los vecinos pudieran reunirse, ni electricidad en amplios sectores del pueblo, ni agua potable (salvo en algún que otro chorro público) para que la gente llevara a cabo sus necesidades fisiológicas más perentorias… Para qué contarte más si naciste con varias barras de pan bajo el brazo. De qué presumes ante quienes montaron esto que ahora denominamos estado del bienestar.
Te enorgulleces de un plan de barrios como si con ello hubieses inventado la pólvora. ¿O es que, acaso, los municipios que no contemplan esa mención no atienden las demandas ciudadanas mediante proyectos que ya bien quisiéramos los realejeros que se llevaran a la práctica? Y con montantes económicos inferiores.
Declaras que te vas a volcar en el mundo del caballo. Deberé recapacitar para cambiar el coche por un equino. Porque nuestras carreteras dan pena. ¡Ah, claro!, el malvado Carlos Alonso. El del circuito. Me alegro de que la hípica nos vaya a sacar las castañas del fuego. Cuánto entusiasmo en las oficinas del paro ante la buena nueva. Y los socavones de El Castillo saltando de contentos.
Pero tú tranquilo que el pueblo sigue adocenado. Por el momento. Yo soy, no obstante, optimista y continúo yendo a la mar a por naranjas, porque un día habrá un Realejos que no sea silencio amordazado.

lunes, 18 de diciembre de 2017

M y A o A y M, que tanto monta

Aparte de la facilidad para anunciar avisos meteorológicos en Canarias, y que últimamente alcanzan un 100% de fracaso en la predicción, dos hechos me han llamado poderosamente la atención durante estos dos meses de obligatoria ausencia laboral por tierras anglosajonas. Que supusieron una vuelta al trabajo arrinconado durante varios cursos de retiro jubiloso, hecho para el que el cuerpo debió habituarse a horarios y restricciones, pero que hemos sido capaces de superar sin que, en apariencia, nos hayamos resentido más allá de unos esfuerzos suplementarios. Sea todo en beneficio de las exigencias familiares que los nietos conllevan.
“Eso son palabras mayores y no se me ha pasado por la cabeza”, declaraba Adolfo González (A en el titular), primer teniente de alcalde realejero, en una entrevista que cierto periódico tinerfeño publicó y que estas modernidades de Internet me trasladaron a la bella población de Torquay, hermanada con Puerto de la Cruz, pues en aquel núcleo inglés nació la escritora Agatha Christie.
Como siempre, el PP crea escuela. Y al final, todos cortados por idéntica tijera. Casi cizalla, a este paso. No les va la modestia a estos herederos de Fraga. Porque reconocer, ante otra pregunta del periodista, que sí estaba preparado para asumir la alcaldía en el supuesto de que Domínguez hubiese obtenido unos resultados satisfactorios en las elecciones al Cabildo de 2015 (las expectativas que había dejado Alarcó en las anteriores sufrieron considerable merma), con lo que el ascenso de categoría implicaría el relevo en la Villa de Viera, ya supone que ni siquiera se sabe disimular ambiciones. Buen maestro ha tenido durante estos años de alojamiento en la Avenida de Canarias.
“Yo no me pienso jubilar en esto”. Es que ‘esto’ ya no es de la incumbencia y responsabilidad de los electores. No, ‘esto’ es propiedad de unos iluminados, muy superiores al resto de mortales, dueños y señores de instituciones públicas, y a los que solo falta recoger en la Constitución el derecho divino de la herencia. Falsos hasta decir basta y cargados de una prepotencia que ya ni encubren. Y revistiendo con una pátina de hipocresía cualquier actuación, hasta el punto de que el engaño es moneda de cambio frecuente.
Y en todo ello estábamos cuando Manolo (M en el título) comparece, solo ante el peligro, para dar la versión oficial del controvertido derribo de una vivienda en La Cartaya. Aparición pública más debida a la presión ciudadana que al deseo del alcalde de mostrar interés por un asunto que le supuso tantas críticas injustas, según su versión, que casi provoca el abandono del cargo para dedicarse a su familia. Hecho que llama la atención, porque cualquier otro habría sostenido que volvería a su trabajo. A sí lo hizo, aunque en el fondo eso de dar clases duele un fisquito. Para los allegados siempre hay tiempo. Y si no, se busca. A no ser que M disponga de capital suficiente como para vivir sin dar gongo. De paseo no escribo porque es su actual modus operandi.
A Domínguez siempre le han molestado los comentarios que no vayan en la dirección del halago. Si rayan la babosería, mejor. No le interesan aquellos que piensan distinto o que aportan visiones diferentes. Lo demuestra en las redes sociales, en las sesiones plenarias y solo se rodea de quienes le pasan la mano y alaban sus ventas de humo como logros jamás conseguidos en la larga historia del pueblo. Valen, y mucho, quienes lo catalogan como el mejor dirigente, y el más guapo, desde la invención del papiro a esta parte, pero no los enfoques de quienes sostenemos que es un bluf (persona o cosa revestida de un prestigio falto de fundamento), ni de los que creemos que con el presupuesto que hoy se maneja en el consistorio existen mejores políticas inversoras, que fijen objetivos en los ciudadanos y no en afanes de lucimiento y propaganda barata.
Eso de que te querías marchar, no te lo crees ni tú, estimado (por el cargo que representas) Manolo. No, al menos, mientras no dispongas de otros asideros a tu alcance. Y los ascensos quedan a la espera de otros aconteceres, en los que puede que algún López te cause dolores de cabeza. Si tu futuro dependiera de esa circunstancia, lo mismo en tu fuero interno te lamentarías eternamente de que no siempre es conveniente estar sujeto a dictados del bien quedar, que es conveniente despertar de vez en cuando con sentencias que cuestionen pensamientos unidireccionales. De dobles, simulados y artificiales, se han escrito demasiadas historias. Cuyos finales, con notorias caídas desde prominentes pedestales, parecen estar reservados para muchos componentes del grupo de gobierno municipal.
No hay de qué, porque para el caso que me van a prestar. Solo deseo que mi pueblo abra los ojos y se cerciore de que not all that glitters is gold.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Chiquito

Falleció Chiquito de la Calzada, genio del humor y renovador del idioma español. Ese fue el titular que utilizó cierto periódico para dar a conocer el óbito de quien marcara una nueva tendencia en los asuntos de hacer reír al personal. Se pudo haber compartido su puesta en escena, sus formas o sus maneras, pero durante años significó un nuevo concepto que la sociedad puso en valor, independientemente de consensos y disensos. Como bien expresó el tocayo Jesús Farráis: “Podría gustar más o menos, pero consiguió definir como nadie un estilo propio, único y diferente”.

Ahora bien, como simple maestro de escuela entiendo que el periodista se pasó, y no un pelín, con lo de haber sido renovador del idioma español. Porque no creo que ninguna de las acepciones del verbo renovar nos valga para la presente ocasión. En todo caso, puede que todo lo contrario. Puesto que las ocurrencias y variantes léxicas introducidas en sus chistes buscaban la complicidad del público a través de la deformación, de la distorsión intencionada del rico y amplio vocabulario de nuestro idioma.

Es otro ejemplo más de querer enganchar desde el encabezado informativo, sin que, como contrapartida, se aporte elemento alguno en el desarrollo que venga a ratificar tal aseveración. Solo faltó al cronista reprochar a la RAE por no haberlo nombrado académico con acomodo en el sillón H (de humor) mayúscula.

Si te contara, no obstante, que no era mi intención comentar línea alguna de tan luctuoso suceso, me reprocharías por haber cometido error semejante al que cuestiono en los párrafos precedentes, máxime cuando ilustro el presente con una foto del tristemente desaparecido. Pero te juro (o puedo prometer y prometo) que la neurona pensaba en chiquito laja que está hecho el Arturo Mas, quien pasara de muy honorable a muy fuerte liviano, sin visos de haber dejado el mangoneo de Convergencia en el entramado del 3%.

Como tiene pendiente depositar otros 2,8 millones de euros por haberse extralimitado en sus funciones presidenciales, no se le ocurre mejor cosa que inventarse su particular crowdfunding para recaudar lo que los tribunales le demandan. Es más, el señor Mas, sin caérsele los morros de vergüenza, hace cuentas previas y calcula que si todos los que secundaron su particular huida hacia adelante se rascan un poco el bolsillo, conseguir tal cantidad no implicaría mayor problema. No entra en su arqueo la posibilidad de que responda al requerimiento con su patrimonio. No, esa contingencia no se pone sobre el tapete. El mesías no está para asuntos tan terrenales. De las menudencias que se encarguen los subordinados. Menuda jeta se gasta el susodicho.

Con ser digna de toda reprobación la actitud del sujeto, mayor culpa tienen aquellos que secundan a estos impresentables que se han mamado (mamar es vocablo rico en significaciones)  el dinero a manos llenas con sus trapicheos, andorranos o no, y siguen el juego de esta extravagante ruleta rusa, con la salvedad de que jamás toca la bala a los responsables del desaguisado.

Y peor aún el conglomerado de ideologías tan dispares que se han subido al mismo carro. Porque el compartir asiento significa evidenciar desmanes y desfalcos. ¿El fin justifica los medios? That´s the question.

Pues nada, me alegro de que la vaya bonito a Mas con su colecta ciudadana. Ya Puigcagón recauda en las comunidades flamenca y valona la parte proporcional por si encontrara (o encontrase) en un futuro problema similar. Pero le salen significados competidores en la peculiar disputa del caganer 2017. Y presiento que no va a ser Forcadell la única. Chiquito circo.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Dimita usted, señor Domínguez

¿Soy yo, acaso, el único realejero que se preocupa por la salud mental del alcalde? ¿No hay nadie capaz de pensar que a una persona de cualquier edad cronológica, aunque aparente ser joven aún, hay que procurarle bienestar? ¿Vamos a seguir dejando pasar el tiempo sin que pongamos nuestro granito de arena para intentar acabar con este calvario? ¿Seremos tan malvados como para permitir que el trastorno vaya a más? ¿Ustedes no leen prensa, escuchan radio o ven la tele y captan los mensajes contradictorios de quien ya no sabe dónde le queda la mano derecha? ¿Van a esperar, pacientemente, a que explote… la situación?

Ahí los tienen en la instantánea, contentos y felices. Cuando dejen de lado la falsedad del bien quedar, los despropósitos vuelven a entrar en liza. Aunque debo reconocer que Carlos Alonso va ganando la partida. Se le ve más curtido en este tipo de batallas. Puede que sea, incluso, más inteligente. Cuando le interesa, deja un huequito para la golosina de la foto. Y eso a Domínguez le puede, no resiste la tentación. Todo ello a pesar de las permanentes incoherencias en las que tropieza el pluriempleado –deberá ser por eso– sin que sea consciente –y de ahí la gravedad del problema– de que mete la pata (o las dos) con pasmosa facilidad.

Viene a cuento la ilustración gráfica (Diario de Avisos), con la que complemento este artículo, porque se ha descolgado el presidente insular tinerfeño del PP (y a ratitos escasos, alcalde de Los Realejos, y a otros más raquíticos, consejero del Cabildo) y vocal de la Comisión Ejecutiva Nacional, con unas declaraciones en las que solicita dimisiones a troche y moche porque las carreteras están de pena. Y no hay derecho a soportar colas interminables. En resumen, que lo está haciendo rematadamente mal ese presidente (no olvidemos que se pasó del PP a CC) que, como contrapartida, está salvando los muebles a muchos ayuntamientos del Norte, aunque sigamos embarcados en la dinámica de que estamos abandonados. Si no fuera por el Cabildo, y puede ser uno de los tantos ejemplos, Puerto de la Cruz se moriría de asco. Puesto que si esperamos a que se le encienda la bombilla a Lope (y compañía), aviados vamos.

Nos indica la reseña informativa que, con cargo al Programa Insular de Mejora y Acondicionamiento de Instalaciones Deportivas, se va a invertir más de un millón de euros en Los Realejos. El montante más importante de la cuantía económica de los proyectos en el Pabellón Basilio Labrador y en el estadio Iván Ramallo corre a cargo de la institución que preside Carlos Alonso.

Parece olvidar el señor Domínguez cuando arremete (ahora y para subirse a la ola de las protestas que han hecho acto de presencia, fundamentalmente, en las redes sociales) contra colapsos y retenciones –la coyuntura de que el Partido Popular no forma parte en la actualidad de los gobiernos de Canarias y de Tenerife viene como anillo al dedo– que la historia de esta Comunidad es muy corta. Y con estas estocadas también embiste contra cargos de su formación que en un pasado reciente tuvieron tanta responsabilidad en sus cometidos como estos otros para los que demanda un cese fulminante.

Aunque a los realejeros nos duele, molesta y cabrea la dificultad para trasladarnos a la zona capitalina, también nos enerva que la Avenida de Canarias lleve cerrada ni se sabe. O que la carretera de El Castillo, de competencia municipal, se parezca a cualquier cosa menos a una vía que debe soportar un tráfico notable. Y de los asuntos más caseros, don Manuel Domínguez, no sabe o no contesta. Los obvia, pues es consciente (¿o ya no?) de que él está cometiendo idéntico pecado al que denuncia.

Transcribo literalmente dos pasajes de sus declaraciones: “Al menos en los dos últimos años, aunque este es un debate que dura ya tres décadas, lo único que ha hecho el Cabildo de Tenerife ha sido echar balones fuera, porque sus dirigentes solo asumen responsabilidades cuando le interesan, es decir, cuando tiene rédito electoral”. Y esta otra perla: “Se ha utilizado para montar el numerito de subirse a una guagua, dar rueda de prensa y hacerse fotos, pero cero soluciones hasta el momento”.

Sr. Antona, en el supuesto caso de sentirse capacitado (tengo mis dudas), haga algo, mueva ficha. Don Manuel no se encuentra bien. Le pueden los celos que siente cuando sale de su territorio. Es como el gallo expulsado de su corral que se ve como uno más ante la competencia que se le echa encima. El rey de las fotos, de montar numeritos, de buscar réditos electorales, hasta cuando la mujer lo manda a comprar a Mercadona de La Gañanía, se descuelga con afirmaciones que deberán aplaudir sus numerosos asesores del amplísimo espectro de mercadotecnia de que se rodea, pero que al más común de los mortales que se halle en su sano juicio le provoca vergüenza ajena. Ya me pregunto cómo demonios pudo licenciarse en Wyoming.

Por los mismos hechos que pone en solfa, señor Domínguez, usted se ha erigido en tan acreedor en Los Realejos, como Alonso en Tenerife, para que presente la dimisión ipso facto. No tiene legitimidad alguna para exigir a nadie lo que usted incumple en el pueblo que le paga tan generosamente. Siempre que la cabeza le esté funcionando adecuadamente. Asunto que dudo cada vez más, pues los desdobles de personalidad le juegan malas pasadas con intervalos cada vez más cortos. Y el particular no se arregla con eliminarme de Facebook. Como algún catalán. No esconda la testa como el avestruz. Esto es como el amor, ciego para el afectado, pero los demás lo notamos muchísimo. Cada vez que le hagan una entrevista o usted realice cualquier declaración, yo estaré al acecho. Y como diga o critique algo que usted contraviene en el pueblo, ahí me tendrá para echárselo en cara. Y hay muchos que me siguen directamente en el blog sin pasar filtro alguno. Como usted, o alguno de sus asistentes.

Pida la dimisión de Carlos Alonso, de Fernando Clavijo (al que va a apoyarle en los presupuestos) y de quien le venga en gana. Pero sea consecuente y dimita usted también por delitos similares. ¿Le sonaría la frase de ‘váyase, señor Domínguez’?

viernes, 3 de noviembre de 2017

Alumbrado deficiente

Lo prometido es deuda. Y en el comentario anterior lo dejé bosquejado. Solo he incrementado el calificativo de insuficiente a deficiente. Porque si el primero significa no apto o idóneo (a saber, la capacidad de un servidor para captar los mensajes de las personalidades bipolares), el segundo sube un grado de categoría y pasa a ser falto o incompleto. O mejor aún: Que tiene un defecto o que no alcanza el nivel considerado normal.
Algo parecido ocurría en el sistema de calificaciones de años atrás, de cuando uno transitaba todavía por las aulas. Ya el muy deficiente era el último escalón, al que, normalmente, nadie descendía. Aunque si se rescatase el procedimiento, me temo muy mucho que el ayuntamiento realejero sería digno acreedor de una calabaza de tales dimensiones. Algo así como la suma de todas las que he podido vislumbrar en los días postreros del finiquitado octubre.
Como el PP sigue a pie juntillas que lo privado funciona mejor que lo público (salvo en el apartado de liberarse todos para cobrar de manera harto generosa de la ubre con más tetas de los contornos), tuvo a bien encargar a la empresa de Luis Soria (el hermano del panameño José Manuel) la gestión del alumbrado público realejero.
Como la concejala de Participación Ciudadana nos recomienda que nos hagamos amigos del alcalde en Facebook (para que pueda presumir de amplia nómina) y que a través de su muro le hagamos llegar propuestas y sugerencias, cuestión sería que la susodicha acudiese a cualquier gabinete psicológico para hacérselo mirar urgentemente. Porque si ella (y Manolo) no han visto la cantidad de quejas que, desde todos los rincones del pueblo, han elevado los abnegados sufridores de la noche por los reiterados cortes (algo que con la plantilla municipal, desde los tiempos de Jaime, jamás ocurrió), nos tememos que vamos a sufrir idéntica consideración con la que tratan a los concejales de la oposición en las sesiones plenarias, es decir, ni puñetero caso.
Sospecho que acabaremos pagando de nuestros impuestos la reposición de tendidos y farolas. Aunque después quieran vender, como en los paradigmáticos casos de los edificios de aparcamientos, que al consistorio no le cuesta un euro. Seguro que la empresa alegará cualquier excusa para justificar su postura ante las deficiencias en la red. Ya encontrará un resquicio en las cláusulas del contrato para seguir engordando la cuenta de resultados. Y es que con tanta oscuridad, los beneficios van a salir por la puerta del banco donde tengan domiciliados los ingresos. Oh, fíjate tú que no puedo indicarte el lugar de la foto porque no vi nada.
Triste, penoso el espectáculo que cada noche podemos (no) contemplar por la amplia geografía municipal. Señala la Wikipedia que negro es la percepción visual de máxima oscuridad, debido a la inexistencia de fotorrecepción, por falta total de luz. Se asemeja a la coloración del carbón. Y cantidades industriales de este mineral van a descargar los reyes magos cuando el cinco de enero bajen de La Cruz Santa, uno de los tantos núcleos víctimas de la privatización.
Pero la permanente campaña de mercadotecnia suple carencias tan graves como la que dejamos reseñada. A pesar de que traigan al señor Antona a contar mentiras (como la canción infantil de las excursiones) cuando  el alcalde eclipsó la reelección presidencial de Adolfo con el anuncio de que volvía a presentarse, porque usted lo había decidido al más puro estilo de la formación política “digital” por excelencia. Yo voy el primero y que la del Realejo Alto y el de San Agustín se disputen el secundar mi innegable prestancia.
Cuidado, no obstante, con los empalagos. Y el hastío se va palpando. Porque para mantener servicios y esquemas que ya signaron corporaciones anteriores, no es necesario tanto dispendio. El organigrama político en la Avenida de Canarias acabará siendo más numeroso que el funcionarial. Y más costoso. Para unos resultados demasiado negros. Tanto o más que los sobacos de un grillo. Con parches y lunares esparcidos por los 57 kilómetros cuadrados del territorio.
Y si la concejala aludida añade el programa electoral popular como el segundo vehículo de intervención en los destinos municipales, ya me veo en el flamante hipódromo, reconvertido en auditorio al aire libre, proclamando, cual avezado jinete, que mi pueblo dispone de unos accesos increíbles, de un escape de la zona industrial, de un teatro, de unas casonas que dan fe de una etapa histórica interesante… ¿Sigo?
Más sombras que luces. Muchas más. Pesan excesivos marrones. Y uno se congratula de que la alternancia esté en un horizonte próximo. Las tortillas de besos han empachado a más de uno. Y a más de una. Las demasías son así.
En fin, no nos pongamos “sementales”, que diría un amigo, y roguemos para que llueva. Pero que no se repita lo de noviembre de 1826. Entonces sí que la oscuridad sería absoluta.