martes, 13 de junio de 2017

Sin líneas rojas

Es lo que venimos escuchando estos últimos días en las reiteradas declaraciones del presidente regional del PP. Asier Antona está que se sale. A pesar de sus escasas presencias, o estancias, en La Palma, aquella isla le ha imprimido carácter. Por algo, arriba en el Norte, existe un núcleo denominado Gallegos. Está y no está, entra y se queda en la puerta, apoya y se retira prudentemente, va y viene, sube y baja, blanco y negro. De tener idéntica disposición el que por ahora tiene la sartén por el mango,  y miren todos para La Gomera, no se hallarían nacionalistas (es un decir) y populares en condiciones de marear la perdiz. Aunque lo mismo cuando estas líneas vean la luz en el minuto uno del 13 de junio, San Antonio de Padua, ya hubo fumata blanca. Porque este paripé, atado desde que a los socialistas les dieron una patada en el culo en las postrimerías del pasado año, solo le falta el reparto de sillas, sillones o carteras.
Escuché esta mañana (ayer, para ti que me lees) unas declaraciones de Carlos Alonso en las que se mostraba partidario de apoyos externos. Y puso el símil de su diputada en Madrid. Como si la situación fuera equiparable y estuviera la solitaria Ana Oramas en condiciones de exigirle algo a Rajoy. Muy dado se halla últimamente a la escandalera el presidente del cabildo tinerfeño. Su reiterada presencia en las redes sociales puede deberse al nerviosismo que le provoca la posibilidad de que Manuel Domínguez pase a ocupar cualquier consejería. O que de rebote se traslade a la institución insular el nuevo pacto y el realejero acceda a la vicepresidencia.
Mientras, los escarceos, o técnicas del despiste, continúan. No ha tanto que el alcalde de mi pueblo (en sus ratos libres, cada vez menos, con lo que Noelia y Adolfo, fifty-fifty, otro dilema para la sustitución, se reparten la tarta municipal) reprochaba a Alonso el numerito de la visita nocturna a las obras de reasfaltado del TF-1. Fue a hacerse la foto, sentenció. Y se quedó espatarrado. Mira tú qué ejemplo fue a poner. Quita pa´llá que me tiznas, díjole el sartén a la olla. Numeritos, en fin, de los unos y los otros, o de las otras y de las unas, antes de darse el beso de tornillo.
Chocan las digresiones del presidente insular popular con las alabanzas del coordinador regional. Quien envidioso de las excursiones del vecino del poniente, se ha vuelto, asimismo, de un novelero perdido. Y se han acostumbrado ambos a manifestar fuera lo contrario de lo que se realiza dentro. Como el ayuntamiento portuense adolece de reiterados déficits, ha encontrado Lope un salvador en el amigo Carlos. De quien canta maravillas por la implicación en la remodelación de las infraestructuras portuenses. Desde luego, no sé si a ustedes les ocurre lo mismo, el Puerto que yo visito nada se parece al que ellos me pintan. En veinte años, no sé, pero ahora debe ser que yo cojo por otra carretera y recalo en otro lugar pensando que estoy en la Plaza del Charco.
Al tiempo, o a la sazón, por la Villa de Viera nos jactamos de superávit, como si el ayuntamiento fuera una empresa privada que se rige por beneficios, y no se les cae la cara de vergüenza cuando declaran que no existen medios para comprar el Cine Viera, que luce el elegante cartel de se vende. Debe ser culpa de Alonso también.
Uno creía que en el PP existía un código único por el que se movían los discursos. Pero estas disfunciones me llevan a sospechar que el monolitismo (en el Realejo se torna en manolitismo) se resquebraja. Puede que los muchos casos de corrupción comiencen a causar mella en los pilares y la amenaza de la aluminosis pende cual espada de Damocles sobre las cabezas de los que ocupan el edificio.
Pecan mucho los personajes de la foto. El uno, Lope, por defecto. El otro, Manolo, por exceso. Quizás sean complementarios. O suplementarios. Pero son el paradigma de los mensajes contradictorios. Y a los dos les asiste la razón con argumentos opuestos. Son, o deben ser, los milagros de la política. Ni aquel de los panes y los peces supera estos prodigios.
Cómo van a haber, pues, líneas rojas. Ni de cualquier otro color. Todo es rosa. ¿O era azul? En Los Realejos, con muchos millones sobrantes, carecemos de instalaciones polivalentes (disponemos de dos edificios de aparcamientos, construidos por el Espíritu Santo, que van a ser subastados por euro y medio) capaces de albergar acontecimientos sin depender de la panza de burro. En Puerto de la Cruz, con muchos millones de deuda, se encuentran una piscina (sin agua), una estación (sin guaguas), un puerto deportivo y comercial (sin vergüenza), un parque (sin San Francisco), un callejón de Las Quinteras (sin alumbrado público y lleno de chiratos), unas urbanizaciones (sin piche en las calles)…
Claro que me repito. Pero no cambio de discurso cuando atravieso El Burgado. Es que van a buscar dinero, me espetan los acólitos. ¿Para qué? A los realejeros no nos hace falta. Y los portuenses han transferido las competencias al Cabildo. No obstante, acudiré con más frecuencia a las revisiones oftalmológicas, por si acaso.

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