lunes, 7 de agosto de 2017

Dineros

Algo, o mucho, falla en la sociedad actual. Los contrastes son cada vez más evidentes y es tan notoria la dicotomía que urge hallar un término medio que ponga fin a este sinsentido. Mientras mueren de hambre millares de personas por mor de sequías, conflictos bélicos y falta absoluta de solidaridad, tropezamos con situaciones que no tienen cabida en cabezas bien amuebladas. Lo que me lleva a colegir que de racionales no tenemos mucho. Y me lo confirman los magníficos documentales de la 2 –recurso exquisito ante la pésima oferta del amplio espectro televisivo– en los que otros seres vivos ponen a caer de un burro a unos bípedos que más piensan con el final del aparato digestivo que con una masa encefálica venida a menos.
Extraigo de ese vasto abanico de las redes sociales el siguiente texto: “Une société qui dépense 250 millions d´euros pour un jouer de foot et qui en même temps laisse dormir des gens à la rue ne peut être qu´une société malade”. No es necesario, siquiera, la traducción. En todo caso, contener la rabia y morderte la lengua para no herir susceptibilidades.
Puede ser el fútbol el paradigma de una locura sin límites y sin freno. Una espiral de incongruencias en la que la ética, la moral y las buenas costumbres sucumbieron en el lodazal de la corrupción más abyecta. ¿Qué será lo próximo? Y se me importa el pimiento de rigor que se trate de este brasileño, del portugués Ronaldo o del presidente Villar. Al que debo añadir el tinerfeño Padrón. Que no ha cobrado jamás un céntimo (a sus declaraciones me remito), al tiempo que reconoce poseer los 300.000 euros exigidos como fianza (depositados por el amigo Clemente), pero que no pudo disponer de ellos por tenerlos ‘congelados’ por la Justicia. Vamos, hombre, que ya lo del maná divino parece que no cuela. Ni la lotería de Zerolo. Cuatro décadas y media y todo por amor al arte. Mis respetos a los provectos años, pero no me engañe (Calero dixit).
A la hora de buscar culpables, no es cuestión de escurrir el bulto. Creo que, en mayor o menor medida, lo somos todos. Los unos por acción y la mayoría por omisión. Hemos perdido el sentido crítico en aras del acomodo. Parece importársenos todo el pito del sereno. Y retornado al laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même (dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo). Lo malo es que unos pocos, amparados en la apatía, el pasotismo y la abstención de los más, han capitalizado los repartos económicos y desviados los dineros (que sí hay) hacia contados bolsillos.
Aspectos que aparentan nimiedad, deberían hacernos reflexionar. Y como voy de didáctico y pedagógico (reminiscencias de un pasado no tal remoto), lo ilustro con dos ejemplos:
El Cabildo tinerfeño ha creado un Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de la isla. Medida que constituye un aldabonazo a una industria azotada por la competencia foránea. Y que defiende y pone en valor los estudios llevados a cabo en estos últimos años. Loable iniciativa, desde luego. Pero se corre tupido velo al proyecto, condenado casi al ostracismo, de la Casa de Carta en Valle de Guerra. Con aquella guagua (que murió aparcada en las afueras del noble ejemplo de arquitectura canaria) que recorría los diferentes pueblos de Tenerife y que bien pudo significar un estímulo para los escolares (tan dados, por otra parte, a recurrir a los chinos). Y ahora pretendemos volver a lo que ya tuvimos. Fácil manera de jugar con dineros ajenos (públicos). El amigo Juan de la Cruz deberá preguntar a las dignísimas autoridades si podrá recuperar el tiempo perdido, porque el dinero va a ser imposible. Seguro que lo nombran asesor. Por enésima.
Lo malo de estos vaivenes monetarios, que sumados pueden equiparse al tesoro de Moctezuma, es la extraña sensación de estar dirigidos por unos gobernantes adocenados. Quien fuera responsable de la Hacienda en el ayuntamiento de Santa Cruz, y ahora consejero del Cabildo, Alberto Bernabé (quien lleva en la cosa pública desde que salió de la Universidad; los multiusos que te comentaba en artículo anterior), nos deleitó con esta sentencia: “Bajar el sueldo a los concejales puede traer a la política a gente sin talento”. Comentarios ante esta guinda se me ocurren muchos, pero los dejo a la consideración del lector. El sobrado de Bernabé viene a confirmar que dinero tenemos. El problema radica en si circula convenientemente. Este apoltronado, de los que subidos al machito no bajan ni para mear, hombre de enorme capacidad (según él mismo reconoce), a buen seguro comparte y justifica los despilfarros monetarios. Y puede que alguien con menos talento que él, no obstante, sepa de economía doméstica lo que no está escrito en los manuales.

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