sábado, 5 de agosto de 2017

Trastorno bipolar

El viernes defendí ante el pleno del Debate del estado de la Isla en el Cabildo de Tenerife la visión de una isla diferente, donde se planifiquen las infraestructuras, el urbanismo sea un aliado y no un enemigo, se acometan las tan necesarias obras de saneamiento, todos nuestros mayores y dependientes sean atendidos con dignidad, se recupere el respeto por los representantes municipales, se abandonen boberías como la nueva TV insular, no se ‘apuesta’ en la ruleta financiera, se detenga el afán intervencionista de la corporación, actuemos unidos como oferta turística y apoyemos a todos nuestros deportistas y clubes. Finalmente formulé un deseo: Que en la foto de la Isla del próximo año aparezca ya el inicio de las obras del muelle deportivo, turístico, pesquero y comercial del Puerto de la Cruz. Creen que lo conseguiremos?
Manuel Domínguez, consejero del Cabildo de Tenerife, grupo popular, y presidente insular de su partido, cuelga en su muro de Facebook el texto que en cursiva quedó reseñado. Tal cual (copia y pega). Hago la salvedad de que los pasajes en negrita los señala un servidor (unas pinceladas apenas, porque a punto estuve de hacerlo con todo el conjunto) para recordarle al opositor cabildero que en nuestro pueblo ostenta la máxima representación municipal. Sigue siendo el alcalde, a pesar de las múltiples delegaciones en sus segundos de a bordo. Cuestión de la que se olvida con pasmosa facilidad cuando atraviesa la línea divisoria por Barranco Ruiz o La Higuerita. De la zona de El Burgado no digo nada pues en estos momentos el otrora motor del Norte se debate en la incertidumbre de si es Lope el hombre elegido o ha encomendado quehaceres portuenses en el vecino del poniente o en el regidor del ayuntamiento tinerfeño.
Cuando ocurra una desgracia y deba acontecer un ingreso hospitalario (privado, por supuesto), algunos se echarán manos a la cabeza. Pero será tarde para darme la razón. Y no estaría de más que en la sede del Palacio Insular, alguno de los presentes en las sesiones plenarias de la institución, y ante las intervenciones del autor de las líneas al principio plasmadas, tuviese la osadía de preguntarle: ¿No es usted, acaso, el alcalde de Los Realejos? ¿Cómo es capaz de solicitar aquí lo que otros le demandan en su pueblo sin que les preste el más mínimo caso?
Como hoy es sábado, día en el que no me asomo al blog desde ha bastante, y con el añadido de estar en periodo vacacional por excelencia, no quisiera extenderme demasiado. Y entiendo que con la anotación de advertencia esgrimida anteriormente se hallan ustedes en perfecta disposición para captar el meollo del mensaje. Si los siete concejales de la oposición en el ayuntamiento realejero se han dedicado a recopilar disparidades de criterios en los diferentes episodios de presencias y de ausencias, seguro que, de haber leído la declaración de marras, estarán repasando sucesos en los que las carreras de Manolo para situarse en uno u otro platillo de la balanza han sido una constante desde los actos solemnes de constitución de las corporaciones en las que el joven empresario se embarcó a mediados de 2015. Cuando no la desfachatez de pretender ubicarse en ambos (platillos) a la vez. Por estos lares ha quedado como mera anécdota el salto al vacío de Bentor ante los brincos del licenciado.
Para MI pueblo yo también deseo que TODA la corporación actúe unida, que se planifiquen las infraestructuras para que el urbanismo (concretémoslo en el Plan General) dé sentido y ordene el caos actual (en ello mucho habrá que alegar en conjunto), que se recupere el respeto hacia los millares de votos de quienes, libremente, optamos por que nos representaran otras expectativas políticas, que desaparezcan la avidez de protagonismo y el afán intervencionista de un equipo de gobierno, y que en la foto no se refleje, solamente…
Claro que me repito, pero la objetividad que me (auto)impongo en las miradas Desde La Corona me señala que no puedo permanecer de brazos cruzados ante esta peligrosa dolencia. Y los estimados lectores no deben abandonarme en esta contienda. Luchemos con denuedo hasta sacar a nuestro alcalde del terrible dilema, no permanezcamos impasibles ante el desdoble, saquémosle de la burbuja que trastoca su personalidad, démosle unos cachetes (suaves pero continuados) hasta que despierte, aunque el aterrizaje pueda ocasionarle algún desperfecto. Que, en todo caso, no será peor que la disyuntiva actual. ¿Ironía? Ojalá. Más serio que nunca.
Así, y solo así, podremos disfrutar de un feliz fin de semana.

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