Gran alarde informativo el habido por parte del consejero de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias, amén de portavoz
del Ejecutivo, el herreño (de AHI) Narvay Quintero, acerca de unas jornadas
formativas para obtener el certificado para el transporte animal. Que pasará a
ser obligatorio para que los ganados sean cargados en los vehículos con las
suficientes garantías. Seguro que pasó ahora mismo por tu mente la imagen de las
múltiples romerías que tienen lugar en las islas, los concursos de arrastre
(asunto que no comparto pues lo entiendo como un palmario maltrato a las
bestias) y otros espectáculos (¿o debo poner eventos?) a los que tan dados
somos por estos lares para hacer cumplir la sentencia de que nos gusta más una
novelería que un plato de potaje.
Se van a celebrar diez cursos en todas las islas (echo en
falta La Graciosa; ¿acaso no hay allí animales?) y cuando la nueva normativa
entre en vigor, no habrá excusas de ningún tipo. Los transportistas deberán
acreditar que se hallan autorizados para ejercer la actividad. Recuerdo la polémica
habida años atrás con las precarias condiciones que eran tratados los camellos
para las cabalgatas de Reyes.
El señor Quintero, aún bastante joven pero ya con una larga
experiencia política (la cuota de la Isla del Meridiano, asignada a la Agrupación
Herreña Independiente, expresión palpable de cómo funciona el sistema electoral
en el archipiélago, ha sabido ser bien exprimida), pues comenzó siendo concejal
en Valverde, luego director general de Juventud, después senador y ahora lo que
al principio reseñé (el que vale, vale, y el que no pa´ maestro de escuela), es
fiel reflejo de lo que Coalición Canaria entiende por política. Y si llegara a
leerme (no creas que voy muy descarriado; de vez en cuando este blog se cuela
por los pasillos de Teobaldo Power y se añade a las lecturas de sus señorías),
lo mismo se da un salto al Realejo. Se me ocurren dos posibles hechos a tratar:
levantar la cabeza de una alicaída CC y poner en funcionamiento los huertos
urbanos en El Burgado (antes se llamaba La Frontera, qué curiosa la similitud
con El Golfo).
Los nacionalistas (es un decir, y haz el favor de no reírte)
son fieles seguidores de aquel estribillo de “si te portas bien, te voy a
comprar…”. Por ello, una vez aupados al machito, no se bajan ni siquiera
perdiendo las elecciones. En el supuesto de que sean desbancados, no es
necesario de que llamen por teléfono a Papá Clavijo, porque en el código
genético de la formación va implícito el nuevo echadero. Que ya conocen, por
supuesto, los de mi pueblo, La Victoria, El Tanque, Icod de los Vinos… Y no
iban a ser menos los de la patria de las quesadillas.
Hace unos días, a la socialista Patricia Hernández se le
ocurrió reprochar a Fernando (a decir verdad, últimamente no se llevan muy
bien) que tuviera cuidado con tanto enchufe en el organigrama gubernamental, no
sea que fuera a saltar el ICP (Interruptor de Control de Potencia). Y a pesar
de que tal práctica no constituye una exclusiva de CC (todo se pega, como los ‘rabodiasnos’
en la platanera), y puesto que la expresidenta del grupo parlamentario del PSOE
hizo mención expresa de dos casos procedentes de ayuntamiento de La Frontera,
al grupo de Tomás Padrón, quien aún sigue pesando casi tanto como Belén Allende,
no se le ocurre poner argumentos sobre la mesa (es decir, valía y méritos de
los realojados), sino que arremete contra la “mezquindad” de las declaraciones
de la “defenestrada”. Rabieta de niña chica; como te quitaron el chupete, ahora
te metes conmigo; déjanos jugar en esta esquinita, y tengamos la fiesta en paz;
si intentas sacarme los colores, se lo cuento a mi primo (el de Zumosol) y le
digo a todos el secreto que me confiaste ayer…
Con estos bueyes hemos de arar. Y es vez de estarme callado,
voy y lo escribo. Así no podré llegar jamás a un puesto de asesor. Como tantos
y tantos isleños que, de no ser la mano todopoderosa, se hubiesen ido a la cola
del paro. Porque no es como antes, cuando abandonabas una institución pública y
regresabas a tu puesto de trabajo. En la actualidad solo saben hacer política.
Barata, pero política. No han ejercido otra actividad. Por eso aconsejan. De lo
que sea, como sea y “más que sea”. La ubre posee tetas para todos. Y para
todas.
Concluyo con un encarecido ruego a don Narvay Quintero
Castañeda: Espero que no olvide apuntar a los cursos de formación a los
conductores de todos los vehículos oficiales de todas las instituciones
públicas canarias. El traslado de tan insigne recua bien merece ser realizado
en las condiciones adecuadas de seguridad y confort. Y englobe, por supuesto,
no solo a los cargos electos o designados, sino a todo el personal acompañante.
Entre ellos, sin duda, los asesores que cumplen a rajatabla el cometido
asignado, aunque en alguna que otra ocasión no lo hagan de manera presencial.
Un móvil y el whatsapp hacen maravillas. No dejo de reconocer sus ventajas a
pesar de ser un servidor torpe de necesidad.
Escribió usted una vez con motivo del Día de esta Autonomía:
“Seamos más canarios consumiendo nuestros productos”. ¡Ay!, hay, ahí. Y tanto
terreno valuto. Y tanto brazo desperdiciado. Qué verdito estaría nuestro territorio
si todos los ex pasaran a cultivar coles, papayas, perejil… A criar conejos,
gallinas… A ordeñar vacas, cabras… ¿Ordeñar, dijiste? Ya pisaste una bosta.
Mándeme, si no le importa, un privado que indique cómo funciona
la inscripción para sacar esa licencia de transporte animal. Me hace muchísima
ilusión tener otro carné. Sería capaz de comprar una huertita en Isora. Y si
debo matricularme en AHI, no hay problema. Lo mismo se convertiría en mi
trampolín. Aunque no se lo crea, algo valgo. Y hasta sería capaz de dedicarle
una décima.
Bueno, hasta más ver. Y a perdonar. ¿Ironía? A usted se lo
oigo.
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