Dos asuntos llamaron mi atención este pasado fin de semana.
Ambos relacionados con ese conglomerado de formación política que responde a
las siglas de CC y que lleva gobernando en esta Comunidad desde hace más de treinta
años sin que importe demasiado que sea el partido que más votos obtenga, o no,
en cada confrontación electoral. Pueden ser los primeros, los segundos o,
incluso, los terceros. Da lo mismo. Convencen a cualquiera de sus dos principales
parejas y las llevan al altar de una manera asombrosa. Allá cuando les
convenga, divorcio al canto.
En la actualidad, curritos como nadie, los reyes del mambo (versión
cinematográfica: The Mambo Kings, adaptación de la novela Los reyes del mambo
tocan canciones de amor, de Óscar Hijuelos, y que supuso -1992- el primer papel
en inglés de Antonio Banderas) se balancean (como los elefantes de la canción
infantil) en las telarañas de Canarias con el apoyo parlamentario más
insignificante desde que somos una nacionalidad. Les basta con el sostén del
grupo mixto (los aseregé de Casimiro), porque a populares, socialistas,
podemitas y romanitas les trae sin cuidado cómo se guisan los potajes en estas
ínsulas, mientras sigan placenteramente ubicados en Teobaldo Power en la
modalidad del todo incluido.
Eso sí, de vez en cuando, por aquello de aparentar ante un
electorado cada vez más desanimado, alzan la voz y se acuerdan, por ejemplo,
del reparto clientelar de los fondos públicos. Y elevan una protesta que suele
durar hasta que Carolina levanta la sesión. Luego se van al Mencey a echarse
unos güisquitos y pelillos a la mar. De ahí, la proliferación de microalgas.
Mientras en Tenerife tenemos unas carreteras que dan pena,
lástima y sentimiento, el gomero Curbelo se permite el lujo de volver a empichar
tramos de vías insulares que se hallan en mejores condiciones que la TF-5,
verbigracia. O echar abajo el antiguo hospital para levantar un nuevo edificio.
O sembrar infraestructuras en las
tierras de Hautacuperche que duermen el sueño de los justos durante eternidades.
O recurrir a la táctica de crear empleo temporal a porrillo (después a cobrar
el paro) para que el agradecimiento se traduzca en la urna cada cuatro años. O
derribar construcciones declaradas ilegales por la Justicia sin que se exijan
responsabilidades de tipo alguno. Luego, en la encíclica dominical (loable
trabajo del negro), a otra cosa, mariposa.
Y ahora, más que nunca tiene la sartén por el mango. O a
Fernando agarrado por los bajos fondos. Es la manera de cubrir las grandes
necesidades. Las que por lo visto no existen en Fuerteventura, donde las protestas
por una sanidad deficitaria son moneda de cambio corriente. De los herreños ya
escribí algo en el artículo anterior. Pues se han matriculado en una agencia de
colocación tan eficaz como vergonzante.
A la par que el presidente del Gobierno prorratea de tan peculiar
manera (lo que ha percibido un gomero en los ocho primeros meses de este
ejercicio económico casi cuadriplica la inversión directa de un tinerfeño), se
descuelga el alcalde villero, y secretario general tinerfeño de CC, Francisco
Linares, con un “acuerdo de honor” que hace ‘ídem’ a su característica forma de
creerse sus propias mentirijillas.
Muchos años estuve en Higa. Furrunguiando lo que buenamente
me enseñaron y supe captar a pesar de mi supina ignorancia. Y fui testigo
directo de algún que otro avatar en que el ayuntamiento de la Villa de la
Orotava pudo haber hecho bastante más. Pongo siempre de ejemplo el Festival
Internacional de Folclore Arautápala. Pero otros proyectos fueron, asimismo
cercenados. Por el actual alcalde siempre se esgrimieron excusas que el paso
del tiempo han ido desmontando. Cuando no la crisis, cuando no la escasa
implicación de otros organismos. Como el Cabildo, que curiosamente aportaba la
mayor cantidad de dinero para el precitado festival, sin que el grupo
organizador tuviese jamás constancia de que hubiera cerrado el grifo y abocado
a la suspensión del mismo.
Recuerdo una conversación con cierta persona que hoy es,
casualidades del destino, concejal en la oposición en el consistorio villero.
En el transcurso de la misma, opiniones para todos los gustos. En la
conclusión, un denominador común: el señor Linares llega a creerse sus
inveteradas ocurrencias, sus propinas ficciones.
Quizás haya tenido un sueño placentero tras alguna de las
múltiples visitas a barrios y colectivos. Donde recibe cariñosos recordatorios
de promesas incumplidas. Pero él bien sabe darle la vuelta a la tortilla. Cuando
aún le escuecen las ronchas de la moción de censura icodense, va y se nos descuelga,
y a las réplicas de los grupos aludidos, PP y PSOE, me remito, con un pacto de
dignidad por el que no habrá más mociones de censura en Tenerife hasta 2019. No
hay que restarle méritos al hombre de que fantasías le sobran. Lo malo es que a
costa de tanta invención pueda seguirle creciendo la… imaginación.
Como Clavijo ve buena sintonía en PP y PSOE para aprobar las
cuentas del próximo año, pensaré seriamente comprarme un chozo en La Gomera.
Mejor que allí no voy a estar en lugar alguno. Para ese entonces puede que la
isla se halle bajo el dominio del partido único ANSG-CCC. Y gracias al acuerdo
de honor, el reparto clientelar se hará siempre en El Contadero. Lo mismo me
nombran tesorero.
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