Pude
aprovechar un resquicio y aquí estoy con la primera excepción. A sabiendas de
que el amigo Juan José me tirará de las orejas para reprocharme que los maestros
nos hacemos de rogar. Ya llegará a la feliz etapa de la jubilación para que se
cerciore de la cantidad de obligaciones que contrae cuando entre en el club.
Para explicarlo con mayor detalle, ahora mismo escucho de fondo el capítulo mil
ochocientos veinticinco de Pocoyó, a la par que me hallo enfrascado con un
cuadernillo de ortografía para el cuarto nivel de la educación primaria, tras
haber repasado los poliedros. Así que, aun con cara de polígono, vamos allá.
Menos
mal que mi alcalde continúa entreteniéndome. Qué sería de mí sin él. Y como ha
anunciado que piensa seguir, incluso tragándose sus propias palabras de dos
mandatos por cargo (cuando finalice el presente llevará dieciséis años en el ayuntamiento),
lo mismo deberá recurrir al doblete nuevamente porque cada vez son más los
realejeros desencantados, y el experimento de los votos prestados dura lo que
dura.
Aparte
de posponer para el 2018 las obras de asfaltado y poder inaugurarlas
exprimiendo al máximo los plazos estipulados en la ley electoral, va a iniciar
una campaña, con la inestimable ayuda de la concejala de Participación
Ciudadana (la que dispone y tutela a los viejitos para que Manolo vaya a los
clubes a darles los besos de rigor, amén de metopas, ramos de flores y unos
discos de Pepe Benavente), de preparación en el dominio de las redes sociales.
Y es que a partir de la última sesión plenaria, el PP realejero (ya sin argumentos
peregrinos para intentar diferenciarse del de la caja B) ha realizado otra
pirueta circense. En consonancia con la ocurrencia, todo aparato susceptible de
conectarse, vía Internet, con la realidad circundante, debe quedar a
disposición de lo que el equipo de gobierno considere conveniente.
Nada
de estar perdiendo el tiempo con llamadas a Radio Realejos. El sitio oficial
del Consistorio tampoco será un recurso para que plasmemos dudas, consultas y,
si cabe, discrepancias. El contactar con medios de comunicación privados,
descartado, pues no conduce a lugar alguno. No podemos distraer al personal liberado
con menudencias de escasa rentabilidad. En dos o tres semanas, todos los mayores
de edad de la Villa de Viera (especialmente jubilados) serán expertos en
Facebook y, lo más importante, amigos del señor alcalde. A lo grande, a lo
Messi.
De
los seis emoticonos posibles, solo se permite el uso de los tres primeros. Los
que no alaben la excelsa figura del malabarista vendedor de humos, serán
utilizados, preferentemente, para poner en solfa los presumibles comentarios de
los concejales de la oposición, quienes no merecen la más mínima consideración,
así como los varios millares de votos que respaldaron las respectivas
candidaturas. El pueblo es mío, y si Carlos Alonso me dejara y no fuera tan
avaricioso…
Si
por un casual en esta sui géneris nueva versión del reglamento de participación
ciudadana, que a bien han tenido brindarnos alcalde y concejala, se deba
recurrir a plantear razonables dudas o poner en tela de juicio cualquier despiste
gubernamental (cometido, por supuesto, sin mala intención alguna), queda
terminantemente prohibido, por razones de seguridad nacional, hacerlo en “abierto”.
Para tal menester se inventaron los “privados”. Que deben ser encabezados por
un muy estimado y apreciado señor alcalde y una aclaración convincente del
porqué se recurre al procedimiento y con una disculpa por la osadía, puesto que
es harto complicado que las autoridades se equivoquen.
Vamos
a ver, Manolo, Sandra y resto de la compaña. Bajen del pedestal y no intenten
echarse aquello mayor que lo otro, no vaya a resultar que el alargamiento implique
en el futuro una salida indiscriminada de efluvios deletéreos. Ya está bien de
tomarnos por idiotas y hagan el favor de mirarse a un espejo bien grande. Han
alcanzado un extremo de prepotencia tal que se creen dioses. No admiten errores
y mucho menos consejos. No intenten emular regímenes que ya creíamos olvidados.
Pretendieron ser en un principio corderos disfrazados, pero se les han ido
cayendo caretas y atavíos para convertirse en auténticos depredadores. El resto
de mortales somos, para tan ilustres seseras, ceros a la izquierda. Sigan
escalando los peldaños del despropósito. Cuando peguen el rebencazo (talegazo o
similares), no esperen a que acudamos solícitos a recoger los cachitos. Para
ese entonces, y no lo vaticino como un hecho demasiado lejano, tengan la
completa seguridad de que no estaremos en ello. Porque el que siembra vientos,
a pesar de tan modositas posturas (aunque la falsedad ya transpira en
cantidades industriales), acabará recolectando tempestades.
Y
tenga la completa seguridad de que no voy a entrar en su perfil para dorarle la
píldora. Para ello cuenta con los babosos de turno. Y el progreso del pueblo
depende el esfuerzo de mucha gente. No de manera exclusiva de quienes dicen
representarnos, pero que se aprovechan de manera torticera e indecente de
curros ajenos a pesar de que les pagamos de manera espléndida y generosa en el convencimiento
de que podían dar mucho más de sí. Y en cada pleno mensual nos demuestran que
cada día dan más de no.
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