viernes, 27 de octubre de 2017

Participación ciudadana

Pude aprovechar un resquicio y aquí estoy con la primera excepción. A sabiendas de que el amigo Juan José me tirará de las orejas para reprocharme que los maestros nos hacemos de rogar. Ya llegará a la feliz etapa de la jubilación para que se cerciore de la cantidad de obligaciones que contrae cuando entre en el club. Para explicarlo con mayor detalle, ahora mismo escucho de fondo el capítulo mil ochocientos veinticinco de Pocoyó, a la par que me hallo enfrascado con un cuadernillo de ortografía para el cuarto nivel de la educación primaria, tras haber repasado los poliedros. Así que, aun con cara de polígono, vamos allá.
Menos mal que mi alcalde continúa entreteniéndome. Qué sería de mí sin él. Y como ha anunciado que piensa seguir, incluso tragándose sus propias palabras de dos mandatos por cargo (cuando finalice el presente llevará dieciséis años en el ayuntamiento), lo mismo deberá recurrir al doblete nuevamente porque cada vez son más los realejeros desencantados, y el experimento de los votos prestados dura lo que dura.
Aparte de posponer para el 2018 las obras de asfaltado y poder inaugurarlas exprimiendo al máximo los plazos estipulados en la ley electoral, va a iniciar una campaña, con la inestimable ayuda de la concejala de Participación Ciudadana (la que dispone y tutela a los viejitos para que Manolo vaya a los clubes a darles los besos de rigor, amén de metopas, ramos de flores y unos discos de Pepe Benavente), de preparación en el dominio de las redes sociales. Y es que a partir de la última sesión plenaria, el PP realejero (ya sin argumentos peregrinos para intentar diferenciarse del de la caja B) ha realizado otra pirueta circense. En consonancia con la ocurrencia, todo aparato susceptible de conectarse, vía Internet, con la realidad circundante, debe quedar a disposición de lo que el equipo de gobierno considere conveniente.
Nada de estar perdiendo el tiempo con llamadas a Radio Realejos. El sitio oficial del Consistorio tampoco será un recurso para que plasmemos dudas, consultas y, si cabe, discrepancias. El contactar con medios de comunicación privados, descartado, pues no conduce a lugar alguno. No podemos distraer al personal liberado con menudencias de escasa rentabilidad. En dos o tres semanas, todos los mayores de edad de la Villa de Viera (especialmente jubilados) serán expertos en Facebook y, lo más importante, amigos del señor alcalde. A lo grande, a lo Messi.
De los seis emoticonos posibles, solo se permite el uso de los tres primeros. Los que no alaben la excelsa figura del malabarista vendedor de humos, serán utilizados, preferentemente, para poner en solfa los presumibles comentarios de los concejales de la oposición, quienes no merecen la más mínima consideración, así como los varios millares de votos que respaldaron las respectivas candidaturas. El pueblo es mío, y si Carlos Alonso me dejara y no fuera tan avaricioso…
Si por un casual en esta sui géneris nueva versión del reglamento de participación ciudadana, que a bien han tenido brindarnos alcalde y concejala, se deba recurrir a plantear razonables dudas o poner en tela de juicio cualquier despiste gubernamental (cometido, por supuesto, sin mala intención alguna), queda terminantemente prohibido, por razones de seguridad nacional, hacerlo en “abierto”. Para tal menester se inventaron los “privados”. Que deben ser encabezados por un muy estimado y apreciado señor alcalde y una aclaración convincente del porqué se recurre al procedimiento y con una disculpa por la osadía, puesto que es harto complicado que las autoridades se equivoquen.
Vamos a ver, Manolo, Sandra y resto de la compaña. Bajen del pedestal y no intenten echarse aquello mayor que lo otro, no vaya a resultar que el alargamiento implique en el futuro una salida indiscriminada de efluvios deletéreos. Ya está bien de tomarnos por idiotas y hagan el favor de mirarse a un espejo bien grande. Han alcanzado un extremo de prepotencia tal que se creen dioses. No admiten errores y mucho menos consejos. No intenten emular regímenes que ya creíamos olvidados. Pretendieron ser en un principio corderos disfrazados, pero se les han ido cayendo caretas y atavíos para convertirse en auténticos depredadores. El resto de mortales somos, para tan ilustres seseras, ceros a la izquierda. Sigan escalando los peldaños del despropósito. Cuando peguen el rebencazo (talegazo o similares), no esperen a que acudamos solícitos a recoger los cachitos. Para ese entonces, y no lo vaticino como un hecho demasiado lejano, tengan la completa seguridad de que no estaremos en ello. Porque el que siembra vientos, a pesar de tan modositas posturas (aunque la falsedad ya transpira en cantidades industriales), acabará recolectando tempestades.
Y tenga la completa seguridad de que no voy a entrar en su perfil para dorarle la píldora. Para ello cuenta con los babosos de turno. Y el progreso del pueblo depende el esfuerzo de mucha gente. No de manera exclusiva de quienes dicen representarnos, pero que se aprovechan de manera torticera e indecente de curros ajenos a pesar de que les pagamos de manera espléndida y generosa en el convencimiento de que podían dar mucho más de sí. Y en cada pleno mensual nos demuestran que cada día dan más de no.

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