viernes, 3 de noviembre de 2017

Alumbrado deficiente

Lo prometido es deuda. Y en el comentario anterior lo dejé bosquejado. Solo he incrementado el calificativo de insuficiente a deficiente. Porque si el primero significa no apto o idóneo (a saber, la capacidad de un servidor para captar los mensajes de las personalidades bipolares), el segundo sube un grado de categoría y pasa a ser falto o incompleto. O mejor aún: Que tiene un defecto o que no alcanza el nivel considerado normal.
Algo parecido ocurría en el sistema de calificaciones de años atrás, de cuando uno transitaba todavía por las aulas. Ya el muy deficiente era el último escalón, al que, normalmente, nadie descendía. Aunque si se rescatase el procedimiento, me temo muy mucho que el ayuntamiento realejero sería digno acreedor de una calabaza de tales dimensiones. Algo así como la suma de todas las que he podido vislumbrar en los días postreros del finiquitado octubre.
Como el PP sigue a pie juntillas que lo privado funciona mejor que lo público (salvo en el apartado de liberarse todos para cobrar de manera harto generosa de la ubre con más tetas de los contornos), tuvo a bien encargar a la empresa de Luis Soria (el hermano del panameño José Manuel) la gestión del alumbrado público realejero.
Como la concejala de Participación Ciudadana nos recomienda que nos hagamos amigos del alcalde en Facebook (para que pueda presumir de amplia nómina) y que a través de su muro le hagamos llegar propuestas y sugerencias, cuestión sería que la susodicha acudiese a cualquier gabinete psicológico para hacérselo mirar urgentemente. Porque si ella (y Manolo) no han visto la cantidad de quejas que, desde todos los rincones del pueblo, han elevado los abnegados sufridores de la noche por los reiterados cortes (algo que con la plantilla municipal, desde los tiempos de Jaime, jamás ocurrió), nos tememos que vamos a sufrir idéntica consideración con la que tratan a los concejales de la oposición en las sesiones plenarias, es decir, ni puñetero caso.
Sospecho que acabaremos pagando de nuestros impuestos la reposición de tendidos y farolas. Aunque después quieran vender, como en los paradigmáticos casos de los edificios de aparcamientos, que al consistorio no le cuesta un euro. Seguro que la empresa alegará cualquier excusa para justificar su postura ante las deficiencias en la red. Ya encontrará un resquicio en las cláusulas del contrato para seguir engordando la cuenta de resultados. Y es que con tanta oscuridad, los beneficios van a salir por la puerta del banco donde tengan domiciliados los ingresos. Oh, fíjate tú que no puedo indicarte el lugar de la foto porque no vi nada.
Triste, penoso el espectáculo que cada noche podemos (no) contemplar por la amplia geografía municipal. Señala la Wikipedia que negro es la percepción visual de máxima oscuridad, debido a la inexistencia de fotorrecepción, por falta total de luz. Se asemeja a la coloración del carbón. Y cantidades industriales de este mineral van a descargar los reyes magos cuando el cinco de enero bajen de La Cruz Santa, uno de los tantos núcleos víctimas de la privatización.
Pero la permanente campaña de mercadotecnia suple carencias tan graves como la que dejamos reseñada. A pesar de que traigan al señor Antona a contar mentiras (como la canción infantil de las excursiones) cuando  el alcalde eclipsó la reelección presidencial de Adolfo con el anuncio de que volvía a presentarse, porque usted lo había decidido al más puro estilo de la formación política “digital” por excelencia. Yo voy el primero y que la del Realejo Alto y el de San Agustín se disputen el secundar mi innegable prestancia.
Cuidado, no obstante, con los empalagos. Y el hastío se va palpando. Porque para mantener servicios y esquemas que ya signaron corporaciones anteriores, no es necesario tanto dispendio. El organigrama político en la Avenida de Canarias acabará siendo más numeroso que el funcionarial. Y más costoso. Para unos resultados demasiado negros. Tanto o más que los sobacos de un grillo. Con parches y lunares esparcidos por los 57 kilómetros cuadrados del territorio.
Y si la concejala aludida añade el programa electoral popular como el segundo vehículo de intervención en los destinos municipales, ya me veo en el flamante hipódromo, reconvertido en auditorio al aire libre, proclamando, cual avezado jinete, que mi pueblo dispone de unos accesos increíbles, de un escape de la zona industrial, de un teatro, de unas casonas que dan fe de una etapa histórica interesante… ¿Sigo?
Más sombras que luces. Muchas más. Pesan excesivos marrones. Y uno se congratula de que la alternancia esté en un horizonte próximo. Las tortillas de besos han empachado a más de uno. Y a más de una. Las demasías son así.
En fin, no nos pongamos “sementales”, que diría un amigo, y roguemos para que llueva. Pero que no se repita lo de noviembre de 1826. Entonces sí que la oscuridad sería absoluta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario