miércoles, 3 de enero de 2018

La familia

Cuando la economía me lo permite (no tengo casa allá y la pensión da para lo que da) me doy un salto a La Gomera. Me pierdo en la inmensidad de El Cedro y me recreo en sus parajes. Ya saben de mi debilidad desde 1962. Solo han transcurrido 55 años (y algunos meses) desde que recalé por vez primera en el correíllo La Palma. La vuelta en el León y Castillo. Los negros, sí. Sustituidos luego por los Santas. Cáscaras de nuez los unos y también los otros. En viajes de muchas horas desde la capital tinerfeña.
Hablo con sus gentes y me cuentan historias. Pero existe desconfianza y, mientras lo hacen, observan atentamente por si alguien pueda tener la antena puesta. Sí, no te extrañe, eso acontece aún en aquellos predios. Los de Casimiro, el todopoderoso. El papi, se atreven los más osados. Cuyo nombre no hace juego con sus andanzas políticas. Porque él todo lo ve, todo lo escucha, todo lo sabe. Para ti es fácil, me apuntan por lo bajini, que vives en Tenerife, expresar pensamientos y opiniones en voz alta. O escribirlas. Aquí quedas proscrito. Pero los pueblos despiertan. Puede que unos madruguen más. Al final todos acabarán saltando de la cama. Pónganle el cuño.
Curbelo nos sorprende cada semana con un artículo de opinión que, como ocurre en la inmensa mayoría de políticos, alguien le escribe. El negro, o la negra, se adapta rápidamente y calca a la perfección lo que al jefe le gustaría leer. Y lo borda, claro. En todos ellos prima la defensa a ultranza del gomero como víctima de un sistema perverso que lo margina en relación al resto de canarios, sobre todo los de Tenerife y Gran Canaria. Somos los malvados de todas las películas en las que el protagonista siempre reclama más fondos económicos para invertir, y a los hechos me remito, en obras de dudosa finalidad, muchas de las cuales duermen el sueño de los olvidos durante años y se deterioran con el paso del tiempo. Cuando no son derribadas sin débito pecuniario alguno. Sin más, por delirios de grandeza. Nadie rechista abandonos porque peligra el contrato temporal con el que se asegura el voto cautivo. Se asfaltan carreteras cuyo firme se halla en mejores condiciones que cualquier vía, incluyan autopistas, de Tenerife. Se construyen rotondas sin sentido con cuyo importe podrían solventarse esas necesidades más perentorias que se esgrimen, qué incongruencia, en cada encíclica dominical.
Y en la última de 2017, el no va más. Utilizar el símil de la familia, con siete hermanos (mejor hubiese quedado hermanas, ya que de islas tratamos) desamparados y necesitados de inyecciones económicas según la enfermedad a sanar, no fue de lo más afortunado. Porque en La Gomera se sabe que no es oro todo lo que reluce en determinados círculos. También familiares, sí. De haber estado un servidor en el pellejo de quien pone el nombre, y, por ende, se responsabiliza de los renglones escritos, hubiese guardado especial reserva y habría recurrido a otra comparación. No sea que se desmorone el edificio y me caigan las tejas encima.
Demanda de los dirigentes –él, por lo visto, pasaba por allí, y cuando despertó…– “la oportunidad de llevar a cabo políticas diferentes para situaciones diferentes”. Ve a la Wikipedia y observarás que la estrella de todas las películas que se rueden en La Colombina se afilió al PSOE en 1982. Y en 1983 subió al coche oficial, del que no se ha bajado. En más de 34 años dirigiendo el cotarro desde la Torre del Conde ha acumulado un patrimonio sobre el que se ciernen demasiadas tinieblas. Tras su afer madrileño (resuelto por un acuerdo con la Fiscalía, lo que supone aceptar los hechos que se le imputaban) se monta en otro carro: ASG. Con el que nos quiere vender que acaba de llegar. Solo así se explica la petición de ‘políticas diferentes’.
Cuando casi alcanza siete lustros en la cosa pública, y habiendo agrandado la brecha hasta extremos impensables entre ‘su’ bienestar personal y ese otro que ahora reclama para quienes padecen dificultades económicas, pontifica: “Invitamos a que vean Canarias como una familia con siete hijos. […] y que imaginen que dos de los siete hijos avanzan más y mejor que el resto”. Son, deben ser, las ‘situaciones diferentes’.
Si mi parecer estuviese fechado unas décadas atrás, te hubiese espetado aquello de échate un higo, que durante una buena temporada se llevó. Pero ahora se me ocurre invitarte a que te mires en un espejo. Porque si esos gomeros marginados, según la visión de ‘tu’ realidad, hubiesen corrido igual suerte que la tuya, no habría familia alguna postergada. Ninguna, incluso la de ámbitos bien cercanos.
No, esto no es una invectiva. Es una realidad que, cual incógnita matemática, se despejará más pronto que tarde. Los cálculos, los procedimientos y las operaciones son más dificultosas, pero todo lo que sube acaba por bajar.
¡Ah!, puedes aprovechar el expediente que me van a abrir en mi pueblo para declararme persona non grata y con una fotocopia, ya sabes. Por cierto, qué bonito te quedó el discurso de fin de año en Las Mimbreras. ¿Por qué no te pusiste corbata? Como no llevabas ropa de montañero. No, los de Casa Prudencio aportaban otras energías. Qué te puedo contar yo que tú no sepas de calorías. Hasta ahora jamás me han trincado en situaciones de equilibrio vacilante.

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