Canarias se mueve. Su tierra tiembla. Puede que sean signos
evidentes de habitar sobre un suelo volcánico. Me imagino que el amigo Javier
Dóniz se halle rogando al maligno Guayota que siga con los meneos. Disfrutaría
como un chico menudo con una erupción. Terrestre mejor que submarina. Que nos muestre
la magnificencia de una naturaleza desatada.
Cuando los
ruidos del famoso Bicho de Godínez, algunos establecieron relación con el palmero
Teneguía. Ayer por la tarde, para olvidarme de otros ruidos, recurrí al consejo
de Juan José González, aunque las fiestas perdomeras ya deben haber finalizado,
y le presté atención para “picar” al amigo José Herrera, quien todavía ejerce
de cajista formando galeradas con sus volanderas en Tipografía García. Con
quien compartimos alguna manía decimal y nos entretenemos, con la parsimonia
del canario, en contar boberías. Dicho lo cual, y escrito lo pertinente, cambiamos
hoy de tercio, y no salimos de esta zona atlántica. Tan privilegiada que muchos
vienen y se quedan. Nada que objetar, pero un respetito es muy bonito.
Estimado amigo Pepe:
Nos indica Juan José
que últimamente no ve
una décima que trepe,
aunque alguna quede “repe”,
por estas redes sociales,
para aliviar nuestros males
y tan convulsos momentos;
dejémonos ya de cuentos
y
a trabajar a raudales.
Con esto de Cataluña
veo nervios por doquier,
donde es perito cualquier
animal que meta cuña.
Disponga o no de pezuña,
cada cual juega sus bazas
repartiendo calabazas
de forma indiscriminada,
pues entienden la mesnada
cual
borregos por la traza.
Es lo nuestro más cercano,
sin mayores ambiciones,
mejoren las condiciones,
sepamos tender la mano.
No hay que llegar más temprano,
pero hay que saber llegar,
lo importante es renunciar
a batallitas pueriles,
pues argumentos a miles
la
meta deben fijar.
Explicar temas en verso
puede que a todos no agrade,
pobre de aquel que se enfade
o que me llame mastuerzo.
Yo pienso seguir bien terso
y dispuesto con la rima,
porque habrá otros cuya estima
me insufla mucho coraje,
como el plato de potaje
que
nos sacia y nos anima.
Jamás vi por estos lares
tanto elemento sabihondo,
que saben del cante jondo
y de juegos malabares.
Proliferan centenares
adalides del saber,
que debieran conocer
─es consejo
gratuito─
que está bien de buen rollito
prendido
con alfiler.
¿Legitimidad, respeto,
cuando a degüello tratamos?
Para esto mejor nos vamos
a entrenar el inteleto.
Cree siempre el alfabeto
sentirse muy por arriba,
debiera verse la giba
y no presumir en vano,
no sea caiga de plano
y
acabe en una sorriba.
De godos enteradillos
sabemos por estos lares,
aunque ya de sus piares
estamos un tanto hartillos.
El que seamos sencillos,
no impide que a los felones
mostremos que a socarrones
no nos gana el más pintado:
váigase usted
pa´otro lado
a
colgarse medallones.
No crea que aplatanado
es problema de actitud,
se trata de una virtud
que causa buen resultado.
No vengas, pues, aquí inflado,
y vete bajando el tono,
si te encanta hacer el mono
equivocaste lugar,
aquí hay que saber estar,
que
si no me envalentono.
Esta tierra hospitalaria,
de carácter siempre abierto
ha sido destino y puerto
de manera bien palmaria.
Es que la gente canaria
presume de bonhomía,
mas puede llegar un día
que estalle como un volcán,
pues no soporta al rufián
con
toda su letanía.
Así que, Pepe, reglemos
que la décima es salud
y aunque no es en sí virtud
neuronas entretenemos.
Si en La Perdoma nos vemos,
al sellar nuestra amistad
─“más que
sea” en Navidad─
con un buen vaso de vino,
diremos siempre con tino:
abajo la vacuidad.
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