viernes, 29 de mayo de 2020

Epílogo

Hoy, 29 de mayo, viernes, acabamos la singladura con la e de esperanza. Es la entrada vigésima en el blog con la particularidad reseñada durante este periodo atípico. Y como el lunes ya estaremos en junio, creo que lo de epílogo queda meridianamente claro.

Después de unos días en los que Manuel Domínguez volvió a ser mi fuente de inspiración –más que un chorrito es ya como las cascadas del Monasterio de Piedra (Zaragoza)– cerramos el mes con los buenos datos que dan a entender que esta pandemia del coronavirus va quedando atrás.  En estas islas, donde tuvimos el triste honor de ser pioneros, y en todo el país. Pero como vivimos en una aldea global, los peligros siguen siendo más que evidentes. Extrememos, pues, las precauciones y no vayamos a echar por tierra los esfuerzos realizados.

Mientras las felicitaciones por cómo nos hemos enfrentado al bicho nos llegan desde el exterior, algunos partidos políticos, desde dentro, aprovechan la ocasión para intentar ganar lo que en las urnas no pudieron. Dicen los versados en esto que en política vale todo. Y como yo entiendo que no, queda demostrado que el porvenir, o la permanencia, de un servidor en la cosa pública no pasaría en la actualidad de dos semanas. Así que, Ángel Víctor, si estás buscando sustitutos para las consejerías vacantes, haz el favor de mirar para otro lado. Con mis ocupaciones de jubilado voy servido. Con la campaña de concienciación ciudadana, que ejecuto a través del blog, para que Los Realejos despierte de un profundo sueño causado por unos polvitos mágicos, que alguien lanzó desde un parapente cuando se trasladaba a la capital de la isla, tengo para rato.

Hace un par de días, echando una visual a la información institucional de la Villa de Viera, vine a enterarme de la creación de una app (como esto es algo moderno, si se escribe con mayúscula, ya sabes, cámbialo tú), que se traduce en una aplicación informática para móviles y que ha sido bautizada como Línea Verde (esa plataforma, que yo sepa, está inventada desde mucho antes de que yo negociara con Movistar la compra de cierto artilugio).

Sirve la susodicha para comunicar incidencias en la vía pública y nos la venden como un canal de comunicación directa, inmediata y con posibilidad de seguimiento de la resolución. Y tú te preguntarás, como lo hago yo, qué razón existe entonces para tanto concejal liberado, si al final vamos a ser nosotros los que hacemos el trabajo. Eso sí, mientras tanto ellos seguirán cobrando y tú deberás conformarte con las gracias, si acaso.

Si desde mucho tiempo atrás vengo sosteniendo que si Realserv tiene sus encargados en la plantilla, amén del gerente, con lo que no es necesario el contar con tanto chiringuito para colocar a los quince, más otros allegados, ahora me lo ponen a huevo para volver a demandar mayor racionalidad y poner coto a tanto despilfarro. Pero, claro, a lo peor estoy pidiendo peras al olmo, porque ¿servirán para otra cosa que no sea la papa suave? ¿Sí? Pues a sus trabajos y liberen las arcas municipales, que hay urgencias en el pueblo por atender.

Ahora que se ha puesto de manifiesto el gravísimo problema de tráfico por el derrumbe habido, ¿seremos capaces de reconocer en nuestro pueblo que urge se acometa la solución del Callejón de los Cuartos, un desahogo directo a la autopista desde el Polígono Industrial, una entrada por Los Barros con fundamento, soterramiento que evite el colapso en las rotondas de El Castillo y Alteza amén de otras que ahora se me escapan? Porque cargar todas las culpas a otras instituciones por las colas de estas últimas semanas, se traduce en limpiar nuestra basura para echarla debajo de la alfombra de otros. Recurso fácil, por supuesto. Y dejo en el aire: ¿Son susceptibles estas sugerencias de ser incluidas en la app de marras? Puede que sí. Y estos pequeñísimos detalles que observamos casi todos, ¿quedan ocultos a los ojos de los miembros del equipo de gobierno o vuelan también en parapente como Manolo? Tiene bemoles la cosa.

Disfruten del fin de semana.

jueves, 28 de mayo de 2020

Emergencia (y 2)

Hemos hecho cosas para casi todos los sectores, dentro de las limitaciones que tenemos. Qué excusa más peregrina. Bueno, la de siempre. Por cierto, ¿todas esas cosas salieron de su magín o aprovechó más de una de las propuestas del grupo socialista, por ejemplo, sin que se aluda a la autoría porque ello le provocaría ronchas? Algunos de los que intentamos razonar y sopesar pros y contras –me encuentro entre ellos– nos preguntamos cuándo será el día en que su prepotencia descienda unos milímetros y sea capaz, aunque fuese por equivocación, de reconocer méritos ajenos. Ah, no me daba cuenta, lo prohíbe el manual.

Presume de dieciséis millones en cuentas bancarias, un remanente de tesorería en torno a idéntica cuantía y tres millones de superávit de 2019. ¿Sabe una cosa? A eso lo llamo yo pésima gestión. O, mejor, visión empresarial de lo público. Una administración se nutre de impuestos. Y los contribuyentes que ayudamos a surtir la caja, no podemos permitir que funcione como si de una empresa privada se tratara, en la que su principal objetivo es la obtención de beneficios. Que usted se jacte de tener todo ese dinero ¿ahorrado? solo viene a demostrar que le queda ancho el cargo. ¿Cuál de ellos? O entiende, quizás, que el ayuntamiento es suyo y olvida que lo que sale de mi bolsillo debe repercutir en una mejor calidad de vida. ¿Cómo puede vanagloriarse de que los bancos hagan negocio con ‘nuestros dineros’, mientras los servicios son deficitarios? A lo peor estaba ahorrando para el cuarto o quinto hipódromo, la segunda o tercera piscina y el tartán del estadio olímpico. O para unas salidas en condiciones del pueblo. O para un gran parque de ocio, solaz y divertimento.

El viernes rompí el presupuesto de 2020. ¿Lo ve? Hasta en su respuesta deja bien clara su posición ególatra. Lo que me ratifica que los catorce restantes no deben valer un churro. Ni siquiera quien lleve las riendas de la hacienda municipal. Yo lo hago añicos, porque me sale de allí, y borro todo lo que teníamos previsto de ingresos. Pero, como todos los empresarios, lloraré amargamente para que me inyecten guita (dinero contante), porque entramos en época de vacas flacas, y obviaré –no, el bobo– los ejercicios de bonanza, el de las novillas orondas y lozanas.

Quedarán áreas testimoniales, pero en primera línea estarán los servicios sociales, el empleo y el turismo. Tenemos que decir a la ciudadanía que hemos vuelto a una situación de crisis. Gracias, gracias y gracias. Qué sería de nosotros sin esa ayuda. Considero que la advertencia de que entramos en recesión es vital para poder seguir subsistiendo. Lo de los servicios sociales, obvio. Pero lo de empleo y turismo, seria dudas, porque es algo que no depende de ti, Manolo. Te aclaro que lo sostienes tú, que no yo. Y es que te contradices bastante en el transcurso de la entrevista. O, como mínimo, te pones en evidencia.

De tu óptica empresarial no nos queda la menor duda cuando, sin anestesia ni calmantes, nos espetas que la construcción va a ser el sostén a la caída económica, porque la agricultura está muy lejos de representar una creación de puestos de trabajo. Es decir, más de lo mismo. ¿Tú también importas papas de Israel? ¿No era San Isidro el puntal del sector agrícola? En un mes, o dos como mucho, ¿quién dijo que hubo crisis? Construyamos viviendas, que luego adquirirán los bancos a precios irrisorios y a seguir especulando. Sigamos abriendo puertas a las avalanchas incontroladas y acabará el Teide midiendo menos de 3000 metros y el Paisaje Lunar en las fotos de las postales. De esta saldremos distintos, escucho. Y un churro.

Es la primera vez que veo en el Norte, de manera presencial, a los responsables políticos insulares. Y menos mal que acudió, asimismo, la tele canaria. Porque, de lo contrario, tú hubieses hecho lo de siempre: arrancar la caña. Como hiciste cuando la reunión de alcaldes.  Porque si abandonaste tus obligaciones para con tu pueblo, me da que el resto del Norte te importa bien poco. Y el derrumbe sobre la TF-5 te ha venido del diez para más postureos.

Acabo con otra de las sentencias de la citada entrevista: No sé cómo vamos a llegar a fin de año. Lo dirás por nosotros, porque ustedes, los quince liberados, más el gremio de allegados (Marrón entre ellos), lo harán sin mayores complicaciones económicas. Con superávit, seguro. ¿O van a tener un detalle con los que lo están pasando mal y van a donar parte del sueldo? Qué demagogo soy, ¿verdad?

miércoles, 27 de mayo de 2020

Emergencia (1)

Ni se corta un pelo. Ni se pone ante un espejo. Perdón, sí que lo hace, y mucho, pero solo para (ad)mirarse. Porque si lo hiciese con visión crítica, atisbaría ya alguna arruga. Mil excusas, de nuevo, me refería a que, quizás, pudiese establecer alguna comparación entre el decir y el hacer, entre el predicar y el dar grano.

En una entrevista concedida a Diario de Avisos, Manuel Domínguez, el pluriempleado –también conocido por Los Realejos como el ausente– ha criticado duramente el cambio normativo constante del Ejecutivo Nacional ante este inédito episodio del coronavirus. No esperábamos menos. Cumplir el manual de instrucciones, máxime en un alto cargo orgánico, es norma inexcusable. De las ‘colaboraciones’ del Partido Popular, de ese arrimar el hombro en situaciones complicadas, ya se han hecho eco medios internacionales, poniendo a nuestro país de ejemplo en cómo una formación política se aprovecha de la pandemia para intentar ganar adeptos. Además, en la disputa de unos puñados de votos, contemplamos, no sin cierto asombro y sonrojo, que voxianos y populares compiten por medir sus atributos. El ver quién la tiene más grande (la bandera) se ha convertido en leitmotiv.

Durante el confinamiento he sentido mucha preocupación y abandono, comenta Domínguez a la periodista. Lo de la preocupación lo entiendo perfectamente. Más de dos meses sin tomar la medicina diaria, debe constituir una durísima prueba. Esa maldita distancia mínima de dos metros ha debido suponerle un quebranto, mental y físico, de imprevisibles consecuencias. Espero y deseo que no implique secuelas irreversibles. Pero el que usted se atreva a hablar de abandono, sin contar antes hasta diez –ten, en inglés, por lo de Wyoming–, excede, y con creces, las lindes del descaro más despreciable que todo político pueda demostrar. ¿No le da vergüenza achacar a un Gobierno enfrentado a un enemigo invisible –no creo sea menester recurrir a los ejemplos de otros que puedan ser más afines a sus principios ideológicos, como Estados Unidos, Brasil o Gran Bretaña–, que se enfrenta cada hora con imprevistos insoslayables, de abandono? ¿Usted, que es el rey del mambo, erigido en el adalid del escaqueo y que más que dejarnos plantados a los realejeros, ya nos puso el abono y el estiércol con el riego por goteo? Calificar su comportamiento de cínico se nos quedaría muy corto. ¿Impudencia, obscenidad descarada, insolencia, desvergüenza? Más, mucho más.

No se ha destacado nuestro pueblo, en sus largos años de mandato al frente del Consistorio, por ser un ejemplo en el fomento del empleo. Y cada vez que alguien se lo recordaba, nos salía por peteneras con la cantinela de que los ayuntamientos no tenían competencias en la creación de puestos de trabajo, sino, en todo caso, echar una mano al sector privado (bien le encanta) para que contrate lo más posible. Y ahora, tras su formación política negar el pan y la sal para que salieran adelante lo decretos del Gobierno encaminados a paliar el gravísimo problema planteado, se lamenta amargamente de que hay más de dos mil personas en el municipio sujetos a expedientes temporales de regulación de empleo y “muchos de ellos todavía no han cobrado”. ¿Muchos son lo que han debido ser revisados por documentación incompleta? ¿Muchos son los que deben ser examinados por aquello de la suspicacia y picaresca, tan inherentes a la idiosincrasia de un país en el que incluso más de un partido político se ha prestado a componendas extrañas? Pues menos mal que solo un diez por ciento aún se halla en proceso de inspección, porque de haber prosperado las tesis de Casado (¿lo conoce, no?) estarían todos mirando pa´l palomo. Las mentiras –en este caso, las triquiñuelas– tienen las patas muy cortas. Y yo noto últimamente, señor alcalde, que hasta sus asesores (todos sabemos cómo funciona esto de las entrevistas, que son redactadas en un despacho mediante el relleno de un simple cuestionario) le ponen chinas en el zapato. Si yo lo fuera, pondría sumo cuidado en todo aquello que pudiera ser echado en cara por razones más que evidentes. Como yo lo estoy haciendo en estos momentos. Por lo que invito a que sean rebatidos mis planteamientos. Usted no, que no tiene tiempo.

(Finalizaremos mañana)

martes, 26 de mayo de 2020

Enfados

Noto el ambiente bastante enrarecido. Los nervios afloran con facilidad pasmosa. Nos erigimos en jueces, aunque no tengamos ni la más remota idea del asunto que se discute. Debe ser que nos pasamos mucho tiempo ante la tele culturizándonos con esos programas de largos debates en los que los tertulianos de turno hacen gala de… una estolidez supina. Me da que el contagio de las redes sociales causa profunda mella en todos los ámbitos.

La complicada situación que atravesamos, con demasiada gente encerrada en casa y dándole al coco, está provocando graves espasmos. Se requiere una pronta normalización para que nos entretengamos en otros quehaceres. El trabajo, por ejemplo. Porque tanto gandulismo (no está en el diccionario, pero tú lo entendiste) no es bueno para el cuerpo. Y mucho menos para el alma. Si eres creyente. En caso contrario, en ese algo que llevamos dentro y que nos hace tilín de vez en cuando. Tanto ocio, en suma, acaba por dañar las neuronas. Quienes tengan más de una, que otros no podemos presumir de pluralidades.

De lo esbozado en los párrafos precedentes, se colige que los enfados saltan como las chispas de las ruedas de fuego. Que aunque virtuales en este mayo atípico, no dejan de provocar escozores si no vas bien protegido. Y aun no siendo mi fuerte los eventos festivos, por lo que habituarme a la clausura no me ha supuesto mayores quebraderos de cabeza, entiendo que más de uno debe estar pasándolo mal. De ahí que cuando se abrió la veda de los paseos, saliera a caminar hasta aquel cuyos tenis habían criado moho de tenerlos guardados. Lo de los perros es capítulo aparte.

Me temo que en estos días de inicio en la fase 2, los enojos se hayan trasladado a las playas. Donde han acudido a remojarse el culo aquellos que en veranos anteriores, según señalábamos ayer, no habían visto el mar sino de lejos. Por ello, no hay derecho a que en el pueblo se haya retrasado la apertura de la de El Socorro. Según todos pudimos leer, el alcalde se escudó en la tardanza de confeccionar un protocolo con las normas a establecer. Y yo, que no pienso bajar, me pregunto cómo sí fue posible en otras donde la afluencia es, incluso, mayor que en la nuestra. ¿Será que los regidores de esos otros municipios dedican todas las horas del día a resolver problemas municipales? ¿Será que dan prioridad a los asuntos de sus respectivos municipios antes que las distracciones partidarias? Y de los catorce restantes, ¿no existe siquiera uno que sea capaz de llevar adelante ese cometido? ¿Quedan todos a la espera de las órdenes del licenciado en Wyoming?

¿Que yo estoy enfadado? A ti te lo oigo. Si me he dedicado, desde hace más de setenta días, a expresar mi profunda gratitud, a las siete de la tarde, mediante un sonoro aplauso –me acompaña mi mujer– a mi estimado Manolo por el ímprobo trabajo (maneja el móvil y la mascarilla que es un disgusto verlo por la tele) que realiza en… la sede insular de su partido y, a veces, en un edificio de la santacrucera calle de Teobaldo Power.

¿Pero saben una cosa? La culpa no es de él, sino de las miles de gilipollas (y centenares de gilipollos) que lo votaron, pues era el mejor alcalde que ha tenido la Villa de Viera desde los remotos tiempos en que los guanches corrían por las laderas de Tigaiga, y daba besitos. Bien daba besitos. Pues toma besitos, porque la gestión brilla por su ausencia. Como él. En 2023 nos encantará por enésima vez con el hipódromo, la piscina, remodelación de todo lo modelable y… ahí correrán como locas todas las admiradoras a la caza y captura del zalamero, llevando de la mano a los que guardan sus criterios en el hueso formado por la unión de las últimas vértebras y articulado por su base con el sacro.

¿Cómo puede extrañarnos, con estos antecedentes, que este pueblo se conforme, verbigracia, con unas golosinas culturales? Toma, mi niño, un caramelo y vete chupando un ratito, que mientras lo hagas no te dedicas a pensar. Por si acaso.

¿Que yo estoy enfadado? A ti te lo oigo. No bajo a la playa a desahogarme porque no sé nadar. Lo poquito que sabía, ya se me olvidó porque lo de la piscina va para muy largo. Si algún día volviera, o volviese, tendrá que tirarse Orlando a rescatarme. ¿Habrá waterpolo submarino? Y ya está.

lunes, 25 de mayo de 2020

Espejos

No hay manera. Ni entre las diez y las doce de la mañana, ni en el intervalo de la tarde (de siete a ocho). Llego a casa envenenado. O pierdo la vista a pasos agigantados o la gente se conserva de maravilla. Pero me da que eso de las franjas horarias es una cuestión que ya muchas personas debieron olvidar. Y no hay derecho, policías municipales, a que me tropiece en el corto recorrido con dos de sus vehículos (dos agentes en cada uno de ellos) sin que se dignen parar cuando ven, como yo, a un par de jóvenes, a una madre con su niño, a no sé quién con el perro… Bueno, la casuística es amplia.

Y Jesús, 71 años, personal de riesgo según las autoridades sanitarias, debe ir sorteando obstáculos. Si me habilitan un horario para desentumecer los músculos y la orografía realejera no permite mayores alardes, debería hallar el camino más libre de tropiezos. Máxime cuando nuestras carreteras, sin aceras o espacios para salvar los tobillos del tráfico, no se prestan demasiado a que podamos guardar las distancias mínimas exigidas.

Procede, entiendo, unas cuantas llamadas de atención, porque el asunto se está relajando en cantidades industriales. Y los que intentamos cumplir las normas procurando ser espejos ante la sociedad, nos vemos imposibilitados por aquellos que merecen, como mínimo, un par de buenas nalgadas. Y si se persiste en los incumplimientos, sanción al canto y santas pascuas.

Como uno estuvo en la escuela hasta el otro día, me pregunto qué tipo de educación puede trasmitir al infante la aludida anteriormente. Como aquella otra que cruza la calle por donde mejor le convenga llevando de la mano a un crío de pocos años. Y a lo mejor el paso de peatones se encuentra a menos de diez metros. Eso sí, ambos van equipados con su correspondiente mascarilla. Como si esta fuera la licencia para acometer, incluso, acciones prohibidas.

¿Estamos sufriendo las consecuencias de una plantilla corta y envejecida? Tengo entendido que se ha jubilado un buen puñado (es símil). ¿Se han cubierto esas plazas, así como las que faltaban para cumplir con la ratio en consonancia con la población de la Villa de Viera? Me da que no. Mientras, la pregunta del millón: ¿Para qué mantener al bien pagado de Marrón? Si los más cercanos reconocen que bien poco ha aportado en estos años, ¿cómo es posible que arriba se detraigan efectivos para ponerlos a su disposición, con la que la presencia en la calle es aún menor?

Claro, llegamos a situaciones imprevistas como la que sufrimos ahora y por aquello de la política mal entendida nos tiramos los trastos o buscamos el cabeza de turco adecuado. Salvador Illa, por ejemplo. O Fernando Simón. ¿Se imaginan ustedes que hubiese prosperado el abrir el grifo totalmente, según propone el PP y Vox? Lo de los catalanes lo dejo aparte y les echaré de comer en el siguiente pesebre. Si con restricciones hacemos lo que nos viene en gana, quita, hasta escalofríos me da de solo pensarlo.

Puedo entender que con pocos agentes se antoja complicado llevar a cabo todo lo que uno ve desde fuera. Pero no estaría de más que cuando vaya una pareja en un coche patrulla a resolver cualquier asunto, hiciera un alto en el camino para dar a entender al incumplidor que aún no nos encontramos en condiciones de tirar voladores. En esta sociedad tan apegada a la vida fácil, a la comodidad, es necesario, de vez en cuando, buscar modelos, espejos. Que no todo se resuelve a base de arrumacos y tratos, cuando menos, empalagosos. Lo digo por quien ustedes saben mejor que yo y que tiene la llave del grifo en su mano para resolver problemas y solventar carencias. Ya que él no quiere, sean otros los retratos, los ejemplos. En el buen hacer, porque para postureos…

Hoy lunes ya entramos en fase 2. No quisiera salir a la calle con más miedo del que ya soporta este cuerpo aún serrano. Pero un par de sustos más y me quedo en casa viendo la tele. Jesús, que no gana uno sino para disgustos. Ah, y si te digo una cosa, te digo la otra: también hay talluditos (pasan de los 70) que salen más temprano porque a las diez hace mucho calor. Y hoy se llenarán las playas, incluso con aquellos que antes de la pandemia no se bañaban ni en verano.

viernes, 22 de mayo de 2020

Endesa

El jueves ayer─ fue mi Tempo Happy. Esa jornada que la empresa te concede para que consumas cuanta energía requieras sin limitación alguna y de manera totalmente gratuita. También lo puedes fraccionar en dos horas diarias a lo largo de la semana, pero esta segunda opción, entiendo, es algo más complicada, pues quedas mucho más amarrado y condicionas tu horario a quedarte en casa durante ese intervalo de tiempo. Y así cada día, lo que parece bastante complicado. Así que, ya te puedes imaginar, todos los aparatos del hogar quedan sometidos a una dura prueba de resistencia en la fecha señalada.

Cada familia elegirá la modalidad que mejor le convenga. A los que trabajan, pienso, podría ser los sábados y domingos los que mejor se ajusten a sus necesidades. Pero en los gandules, en los que no tenemos nada por hacer, concurren otras circunstancias. En mi particular caso, son los jueves los días que nos visitan hijos y nietos. Y convendrán conmigo en que son muchos los artilugios que se ponen en funcionamiento, aparte de los englobados en el párrafo anterior. Porque a lavadora, horno, secadora, amén de congelador, frigorífico… se les añaden ordenadores, tabletas, recarga de móviles. Y con las luces no se está tan condicionado al uso del interruptor, elemental ejercicio del que parecen olvidarse lo críos cuando están más entretenidos en otros asuntos.

Ahora bien, cuando en la factura echas una visual a los consumos, te percatas, de una parte, en que la fórmula funciona, pues el diagrama de barras no te engaña. En ese día señalado la altura se dispara hasta cuadriplicar la del resto, lo que indica bien a las claras los giros que ha debido dar la rueda del contador.

Pero claro, de otra, si analizas con detenimiento el contenido del cargo mensual, el pormenor te deja cierto sabor agridulce, cierto regusto amargo. Desciendo al detalle con mi ultima factura: importe total, 48,63, que se desglosan en Potencia, 21,34; Energía, 18,54; Otros, 7,46; Impuestos, 2,50; Descuentos -1,21. Es decir, solo el 38% del importe cargado en la entidad bancaria se corresponde con el consumo realizado en el periodo del 16 de marzo al 17 de abril. El resto (62%) no guarda relación alguna con el hecho de tener las bombillas encendidas o los aparatos en funcionamiento. Te aclaro que el abono de 1,21 se debe a la indemnización que Endesa nos ha reconocido por los dos apagones habidos en el periodo de facturación, uno cuando el famoso cero energético y el otro cuando el episodio de calima que nos tuvo, asimismo, unas cuantas horas a oscuras.

Mucho más de la mitad se ha ido en conceptos que en nada guardan relación con lo que has consumido realmente durante el mes. Y eso debe multiplicarse por los millones de clientes. Es algo parecido a los sablazos de los bancos por el mantenimiento de tarjetas, por ejemplo. Es como si yo cobrara un canon para que tú pudieses leer este comentario del blog. Me imagino el descenso en el número de visitas.

Me queda el consuelo –sigo desmenuzando la factura– que el consumo por horas happy es de 83,537 kWh y el del resto de horas (las que sí se cargan) 128,957 kWh, lo que demuestra que le estoy sacando el jugo a la oferta, pues si comparamos el montante de los cuatro jueves mensuales con los veintitantos días restantes, el balance a mi favor es importante. Aunque poco te compense al final, porque entre potencia contratada (4,6kW) e impuestos, la satisfacción del ahorro conseguido se diluye demasiado.

Pero como todo no puede reducirse a lamentos, más o menos eléctricos, mañana nos iremos al primer baile de magos virtual que celebramos en el pueblo y nos echaremos unas perras de vino con un puñado de chochos. Seguro que allí se darán cita muchos políticos por metro cuadrado (como otra feria de ganado) y hablaremos de lo divino y lo humano. Por supuesto que saludaré a Manolo. Está bueno él para perdérselo. Y el domingo iré  coger un puñado de papas. Sí, no son más, pero como no las queremos para exportar, bienvenidas sean. Hasta el lunes.

jueves, 21 de mayo de 2020

Expectativas

Vamos saliendo poco a poco del negro túnel, o pozo, en el que el maldito bicho nos introdujo. Y hemos de hacer bueno, una vez más, el viejo aforismo de que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. En el convencimiento de que toda crisis nos refuerza. De los golpes se aprende. Y todo lo que no mata, alimenta. Epidemias, catástrofes y desgracias varias las ha habido desde siempre. Y aquí estamos.

Harto sabido es que Canarias se ha visto involucrada en una situación que antes nunca había sucedido. El aislamiento por mar y aire ha supuesto un duro revés económico. Que a los más afectados les ha hecho olvidar años de abundancia. En los que se recogieron excelentes frutos. Pero, y a sus declaraciones me remito, no debieron ponerse a buen recaudo por si los tiempos cambiaban. Pues no parece razonable que el desastre de unos meses nos haga correr tupido velo a largas épocas de llenar bolsillos. Por lo que afloran demasiados lloros a la fábrica de hacer dinero. Aunque, aun no estando de acuerdo con los planteamientos economicistas de ciertos empresarios, no irán por ahí los tiros del presente comentario.

He puesto aposta una foto de La Gomera. Una de las posibles razones se debe a que la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla (la otra foto), miembro de la Agrupación Socialista Gomera (ASG), natural de La Villa, ha efectuado unas interesantes declaraciones en sede parlamentaria. Y en consonancia con ellas, le recuerdo que ese discurso se lo he escuchado a Casimiro en multitud de ocasiones. Pero cada vez que visito la isla y contemplo ingente cantidad de bancales muertos de risa, pienso si estas épocas de vacas flacas no han sido lo suficientemente graves como para que uno se recree la vista con esas huertas cultivadas.

Sí, coincido con su planteamiento de que es hora de pasar del storytelling al storydoing, del contar historias –que está bien– al hacer historias, del narrarlas al vivirlas, del decir al hacer. Pero son los más los políticos que cada día realizan declaraciones de volver a lo mismo y, de ser posible, multiplicado por dos o tres. Porque el turismo lo es todo y que las papas se sigan importando. Y cuando los productos de aquí no puedan competir en precios, a pesar de una calidad infinitamente superior, al barranco con la producción. No sería la primera vez.

Ha dicho usted que “debemos aprovechar las enseñanzas de esta crisis para mejorar en la gestión, en el medioambiente, en la sostenibilidad y en la reducción de la dependencia exterior a base de impulsar la producción local”. Le pregunto: ¿Y quién no ratifica esas palabras? Lo malo es que todo se  quede ahí. En declaraciones. Porque, estará conmigo que no es la primera vez que escuchamos la canción. Me remito al discurso de Wladimiro Rodríguez Brito. ¿Cuántas veces ha escrito acerca de la potenciación del agro isleño, de modificar el paisaje con el simple ejercicio de practicar la siembra, de cuidar nuestro entorno de las traicioneras malezas –perjudiciales en grado sumo– que coadyuvan a la propagación de incendios forestales? Pero que jamás alude a cuando ejerció durante muchos años un cargo público y bien poco se hizo en lo que reiteradamente predica. Porque entre unos y otros nos pasamos la pelota y la casa sin barrer.

Ojalá, desde ya mismo, se comience a planificar una hoja de ruta bien diferente. Técnicos en la materia habrá para dar y repartir. Siéntense las bases para que mañana no tengamos necesidad de escuchar repetidos sus discursos. Las buenas intenciones se quedan en eso cuando gastamos energías en lo inmediato. Es menester visiones mucho más amplias. Dejar de lado los despachos durante unos días y echar mano de quienes, sin necesidad de estudios universitarios, saben mucho de naturaleza, porque la han mamado desde siempre a pesar de marginaciones y apatías.

Las tierras de Canarias, por sus especiales características y condiciones meteorológicas favorables, pueden constituir una importante fuente de manutención. Se impone una diversificación de cultivos que, bien planificada a lo largo del año, nos permita la adecuada comercialización de los productos sin la dependencia brutal a la que estamos sometidos. Aunque el escepticismo nos invada al comprobar cómo los propios dirigentes de las asociaciones del ramo se dedican a importar papas de Israel, querer es poder. Concibamos otras maneras que no pasen por la subvención (a la caza del voto) del pan para hoy y hambre para mañana. Si esta crisis del coronavirus fuese capaz de hacernos cambiar de procederes, sería capaz de lanzar mi voz al viento para gritar bien alto que este paréntesis nos ha valido para retomar la senda del equilibrio. Nada ganamos con las avalanchas. Más bien todo lo contrario.

A perdonar, estimada consejera, si me pongo de ejemplo con mi nueva cuenta de Facebook: pocos pero bien avenidos, antes que muchos y revoltillados. Y si tengo que ir para La Gomera a coger el sacho, cuente conmigo.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Experiencia

La experiencia, eso reza el dicho popular, es un grado. Y ya es hora de que un servidor aprenda de los reveses. De los informáticos, sobre todo. Porque uno tuvo la desgracia –o suerte, vaya usted a saber– de llegar tarde a este sugerente mundo virtual. Y si ya debí comprarme un móvil por exigencias administrativas, no es cuestión de que desaproveche las múltiples ventajas que Internet nos brinda.

Con las redes sociales –lo reconozco– no he tenido demasiada suerte. Además, como no acabo de entender la política de gestión de las empresas que nos brindan la oportunidad de navegar, el hecho de eliminar varias decenas de la nómina de “amigos” en Facebook me supuso un bloqueo que derivó en la cancelación, ipso facto, de la cuenta. ¿Y por qué ocurrió? Porque uno es medio rebenque, por no indicar completo. Se dedica a aceptar cuanta solicitud se ponga a su alcance y se olvida de que amigos, lo que se dice amigos, tenemos pocos en la vida. Si amistad significa afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato, se debería permutar el sagrado concepto, por lo menos en el universo informático, por el de conocidos. Simplemente.

Eso es lo que pretendo en esta nueva singladura (ya que de navegar se trata). Pocos, pero bien avenidos. En ello estamos. Lo malo es que ya andan al acecho aquellos (algo más aquellas, no indico lugar de procedencia pues me lo tacharían de racismo o xenofobia) que deben estar todo el día sin mejor oficio que el fisgoneo permanente, y comienzan a llegar solicitudes de los lugares más inverosímiles. Algunos, los menos, ponen foto en su perfil –lo mismo no es él, o ella, aunque menos da una piedra–, mas me repatea cuando, arriba de no conocerlo de nada, ponen en lugar del careto un dibujo de cualquier animal. Por poco afortunado (a) que sea uno, más lindo que un mono debemos ser.

Aunque ya he rechazado unas buenas cuantas, pienso que, a pesar de los más de setenta, no debo estar tan mal a los ojos de más de una (y de uno). De no ser así, que me lo expliquen, porque para leer las boberías que escribo les queda el recurso de acudir directamente al blog. Cómo me consuelo.

Redacto estas líneas y me alongo un momento al Facebook. Compruebo que a la una y media (trece y treinta) del día 19 de mayo son 177 los amigos inscritos en el registro correspondiente. Aquellos que presumen de miles harán cruces (de mayo) ante esta insignificancia. Pues yo estoy que floto con mi proceder a cuentagotas. Salvo que esté muy clara la petición y no admita lugar a dudas, el resto va a pasar una profunda criba hasta que no reste el más mínimo resquicio para la vacilación.

¿Quedó claro? Y si te acepto y arriba te pones bobo, agarro un rotulador negro… Ahora, porque me da la realísima gana, te lo voy a explicar de otra manera:

Te juro que es cuenta nueva,
pues cancelé la anterior,
así que hazme el favor
y la comanda tú eleva.
Pero quédate en la cueva,
y problemas evitamos,
que si no nos conocemos,
no envíes solicitud,
porque con gran prontitud
a la basura echaremos.

Y quien no quiera entender
que este viejo impertinente
se conforma con la gente
que es amiga de buen ver,
mejor se debe abstener
de remitir peticiones,
pues me tocan los c…ones
y me atrofian la neurona;
vaya, usted, a pintar la mona
o mándese ochenta rones.

¿Lo entendiste?

martes, 19 de mayo de 2020

Elevado

Pensaba titularlo Ángel Víctor, simplemente, por razones más que obvias. Pero luego me acordé de que este mes de mayo me he dedicado, aparte de escribir las consabidas boberías, a jugar con la letra e, que para eso nuestra lengua es rica en variedad y cantidad. Y como el actual presidente del Gobierno de Canarias, a mi modesto modo de entender los enfoques políticos, se ha empeñado en poner el listón muy alto en cómo se debe gestionar en épocas plagadas de trances difíciles, nada podrá extrañar la utilización del adjetivo elevado para definir el intervalo de unos meses bastante entretenidos.

Me da, porque de nada lo conozco, que el aruquense es hombre de mimbres dialogantes. De esas personas –desgraciadamente poco habituales en la política actual– que saben escuchar, que son capaces de aceptar consejos en los momentos complicados. Cuando tan dados somos a las reacciones repentinas (los prontos), surgidas espontáneamente y provocadas por instintos pasionales o por ocurrencias inesperadas, muy justo es el que destaquemos actitudes de tal porte.

Si complicado fue el arranque con un parto atravesado a cuatro bandas, la corta andadura del gobierno de las islas no ha sido un camino de rosas. Los hados del destino se han encargado de ir poniendo chinitas en la senda. Los contratiempos se suceden sin apenas momentos de respiro. Pero Ángel Víctor –y a sus comparecencias ante los medios de comunicación y durante el transcurso de las sesiones parlamentarias habidas me remito– no pierde el temple necesario para lidiar contra las adversidades. Y si es menester cantarles las cuarenta a quienes han dirigido el cotarro en el archipiélago durante décadas (Coalición Canaria), se hace con la elegancia de quien lleva los temas preparados, que no va al examen con la cabeza hueca. Algún variscacillo apenas, pero dirigido con elegancia y a la línea de flotación (vete a malinterpretarme ahora), ha alcanzado, asimismo, Australia Navarro, quien olvida fácilmente los mandatos populares de cierto ‘negociante panameño’ o de cómo dejó el solar un gallego que veranea en Amadores.

Un incendio arrasó enorme cantidad de hectáreas en Gran Canaria. Y salimos del brete con un presidente que daba la cara diariamente. Quebró Thomas Cook y superamos el bache turístico rápidamente. Ángel Víctor no se escondió ni se escudó tras la consejera del ramo. Hubo un cero energético en Tenerife que destapó las vergüenzas eléctricas de unas islas que siguen dependiendo de muchos factores externos, cuando existe materia prima para alternativas más respetuosas con el medio ambiente, y de nuevo, quien lleva mucho de municipalismo a sus espaldas, ahí estuvo dando el tipo.

Y en cada revés, nuestro presidente sí se despeinó. Por llevar la contraria a demasiado acomodaticio. Es más, me da que va enfocado a seguir los pasos de quienes hoy presumimos de calvicies más que evidentes. Pero los ánimos parecen seguir intactos. Porque después nos convertimos en primicia informativa con el coronavirus y otra pesadilla planeó sobre el sector que constituye el motor económico de las islas. Si fallara el turismo por unas semanas, decíamos algunos desde tiempo ha, nos comemos entre nosotros. Y aquella premonición vino a hacerse realidad de la manera más cruda. No nos hemos fagocitado, sin embargo. Afortunadamente. Y esta última piedra en el zapato –déjanos ya descansar, maldito dios del infortunio– ha sacado a relucir su buen hacer a base de utilizar la palabra como el arma más eficaz para la resolución de conflictos. Ojala existiesen más filólogos, y filósofos, ejerciendo de cargos públicos.

Uno, felizmente jubilado, no está al tanto de lo que se cuece tras las bambalinas gubernamentales. Pero no será descabellado pensar que con la lidia de la pandemia Ángel Víctor ha debido perder mucho más que lo insinuado en el párrafo anterior, y que salta a la vista (¿por qué las alopecias serán siempre tan evidentes?), y los ya de por sí escasos momentos para la dedicación familiar habrán saltado por los aires. Máxime cuando el malvado de Pedro Sánchez se ha empeñado en la reuniones telemáticas domingueras. Se dirá que son las servidumbres del cargo. Aun así, y no es poco, los canarios podemos mostrarnos satisfechos por tener al frente de nuestro gobierno a una persona que no regatea esfuerzos, a pesar de los reveses sobrevenidos, en buscar las mejores soluciones para que nadie se quede atrás.

Suerte, Ángel Víctor. De tus éxitos, sin duda, seremos nosotros los principales beneficiarios.

lunes, 18 de mayo de 2020

Escusado

Si te digo la verdad, como realejero preocupado por lo que ocurre en su pueblo, no me extrañó demasiado su nueva ausencia. Porque si hubiese sido la primera, se disculpa. En el supuesto de que fuese la segunda, tercera, cuarta o quinta, vale, porque un tropiezo lo puede tener cualquiera y no siempre disponemos de un parapente para poder trasladarnos al lugar de la cita. Pero lo de Manuel Domínguez ya raya la desfachatez.

Hace mucho tiempo declaró que era partidario de ejercer como máximo dos mandatos por cargo. Dejó bien claro esta coletilla (la del cargo) para disponer de la posibilidad de ir dando saltos hasta perpetuarse en la cosa pública. Lo que no manifestó fue lo de simultanear. Como ahora, cuyo puesto de diputado regional le debe estar gustando más (no olvidemos que cobra como parlamentario), ya que se ha dado cuenta de que sale más por la tele. Y eso para él es parecido a lo del bobo y la tiza.

Tuvo lugar, el jueves pasado, una reunión en la que responsables del Cabildo de Tenerife pusieron en conocimiento de las autoridades de los pueblos afectados por el derrumbe habido en la TF-5, a la altura de La Grimona, qué trabajos se vienen realizando para una pronta solución al grave problema de tráfico planteado.

Se dieron cita en la misma los siguientes cargos: Pedro Martín, presidente del Cabildo tinerfeño; Enrique Arriaga, vicepresidente y consejero del área de Carreteras; Tomás Félix García, director insular del área en cuestión; Fidela Velázquez, alcaldesa de San Juan de la Rambla; Román Martín, alcalde de El Tanque; Macarena Fuentes, de Los Silos; Francisco González, de Icod de los Vinos; Antonio González, de Buenavista del Norte; Antonio Hernández, de La Guancha; José Heriberto González, de Garachico y Laura Lima, concejala de Urbanismo de Los Realejos.

De la colaboración del Ejército, de la prohibición para que circulen ciclistas y vehículos pesados entre las 7 y 10 de la mañana por la vía alternativa (TF-342, de Los Realejos a La Guancha por Icod el Alto), del auxilio de helicópteros y otras medidas, disponen ustedes de la suficiente información en los medios de comunicación tradicionales. ¡Ah!, también fui uno  los muchos afectados por la avería del camión a la altura de la Madre Juana el pasado viernes.

Estoy convencido de que a los habitantes de esta Villa de Viera (menos a los aduladores y chupatintas varios) no les habrá sorprendido la presencia de Laura Lima (concejal de Hacienda en el mandato anterior y de Urbanismo en el presente; el que vale, vale, y el que no pa´ maestro de escuela) en la reunión de marras. A los alcaldes, y alcaldesas, de los otros municipios, me da que tampoco. Puede que ya estén, como nosotros, acostumbrados. El señor Domínguez no puede estar para estas nimiedades. Bastante tendrá después, cuando surja algún problema en el pavimento de la Avenida de Canarias, por ejemplo, para llegar en plan salvador a echar culpas a diestro y siniestro. Mientras tanto, él envía a los subalternos. A los que repetirán sus consignas como fieles súbditos. A esa hora él debía lucir palmito en Teobaldo Power. Para demostrar ante las cámaras que ni siquiera saber manejar la mascarilla.

Manuel Domínguez no estaba escusado (también excusado), es decir, exento, porque es más de las otras acepciones del vocablo: reservado, preservado o separado del uso común (que ni pintada le viene); o de esta otra: que no hay necesidad de hacer o decir (¿acaso iban a entender sus palabras las máximas autoridades de esas pequeñas poblaciones?) Y como lo vi por la tele en Santa Cruz, tampoco estaba en el escusado (retrete).

De sus altas capacidades ya ha presumido en diversas ocasiones para intentar justificar sus múltiples cargos (incluyan, asimismo, los orgánicos). Pero el hecho bien patente es que los realejeros (y mucho más las realejeras que han visto cercenadas sus posibilidades del saludo de contacto por el virus traicionero) comienzan a darse cuenta de que no era oro todo lo que relucía. Me consta, incluso, el incipiente malestar en algunas concejalías por no haber capacidad de respuesta inmediata ante cualquier problemática, pues se debe estar a la espera de la autorización “parlamentaria”. Y tú me entiendes.

¿Tenemos lo que nos merecemos? Seguro. Las elecciones dictan sentencia. Lo malo es que los ídolos también se desgorrifan. Y sin son de barro –pura fachada– se convierten en lodo muy fácilmente. Que se olvide el resto de alcaldes de Manuel Domínguez, hágase frente común ante las administraciones de mayor rango y luchen por una pronta solución al cierre del anillo insular entre El Castillo y Buen Paso. Sé que las comparaciones son odiosas, pero qué lejos quedan los tiempos de las obras de la Comarca de Acción Especial Taoro Oeste, que adecentaron las pésimas, cuando no nulas, infraestructuras de las zonas deprimidas de los altos de Los Realejos, San Juan de la Rambla y La Guancha. Tranquilo, Manolo, tú no tuviste esos quebraderos de cabeza porque no todos disponen de la suerte de nacer con una talega de pan bajo el brazo. En esa época ni siquiera tenías edad para matricularte en Wyoming. Ni de que las palmeras de rigor te pusieran en el pedestal, pues como tú, ninguno. Ni San Isidro. Manda huevos (con todas las letras). O es muy atrevida la ignorancia o la Historia está… para olvidarla.

viernes, 15 de mayo de 2020

Entretenimiento

En mis tiempos (hace la tira) las llamábamos gometas. Y estaban estipulados sus tiempos, sus épocas en el año. Como también existían para el trompo, los boliches… Hoy vamos a la tienda y podemos comprar de todo. Pero los chicos ya no juegan. Bueno, sí, pero a otras cosas. Los entretenimientos no solo se han diversificado, sino que hemos alcanzado un punto en que la mañana de Reyes –te pongo el ejemplo de mi calle– el silencio es casi sepulcral. Por eso esta etapa de confinamiento no les ha supuesto mayores quebraderos de cabeza a la gente menuda. Es más, algunos están encantados. Y como no pretendo abrir un debate al respecto, ahí lo dejo.

La ilustración la bajé de Internet, pero te habrás percatado de que en estos días hemos vuelto a ver cómo los cielos se cubrían de estos artefactos voladores. Y dado que estuve varios días contemplando a los vecinos de enfrente peleándose con una que no quería remontar el vuelo, me entró cierto gusanillo y díjeme para mis interiores íntimos de adentro: Chacho, ¿ya no te acuerdas cuando tú las hacías en La Gorvorana? ¿Tú no te das cuenta de que tienes tres nietos? ¿Y que en sus respectivas casas hay espacio para que intenten divertirse un rato mirando a lo alto? ¿A qué estás esperando? Arranca la caña…

Y eso es lo primero que hice. Me fui hasta un solar cercano donde la vegetación ha cubierto toda la superficie y di el paso inicial: traerme un par de cañas secas. ¿A dónde vas con eso?, nada más pasar la puerta de la entrada. Un chute de moral que te cambas. Si los allegados no confían en tus posibilidades…

Pero un servidor a lo suyo. Menudo soy yo cuando me emperro. Limpiar, medir, cortar, preparar… En la primera salida al supermercado, me ofrecí de chófer. En el trayecto quedó zanjada la fase siguiente: papel, hilo, pegamento de barra y recordatorio al canto. Antes, como te señalaba al principio, había que esperar a que tu madre guisara papas. Y dejabas de comer una de las que te correspondía (con el sacrificio que ello suponía) para usarla como cola de pegar. Y funcionaba.

A lo que iba. El hilo que me vendieron en uno de esos comercios regido por orientales que no cierran ni los domingos, no me convenció, por lo que fui luego a una ferretería cercana a casa –la de Nino (el de la bloquera, hoy ya cerrada), de toda la vida– en la entrada de Camino Nuevo –ese lugar famoso por los pasteles de doña Paula– y adquirí unos cuantos mazos de hilo carreto (en canario; en fino, hilo de acarreto: cordel delgado de cáñamo).

Con todo el material ya dispuesto, manos a la obra. Recuerda que las cañas ya estaban preparadas. Ensamblarlas, basta un cacho de hilo. Darle forma con más hilo que una los extremos: un octógono, de un lado; dos hexágonos, del otro. Ya te dije antes que son tres nietos. Colocamos el papel. Ahora denominado de seda. En los tiempos de maricastaña (los míos) era, simplemente, papel finito. Cuando lo conseguías, porque en momentos de bastante aire las volamos hasta con el de periódicos. O papel de empaquetado. Sí, con el que se forraba las piñas cuando iban a ser exportadas (embarcadas, que se decía).

Por último, los cabrestillos, que no son los herrerillos (pájaros), sino que se trata del sistema de agarre del hilo (o liña) con el que se vuela el artilugio y otro para sostener la cola (o rabo). Échale hilo a la gometa, se ha oído desde siempre. La palabra en cursiva debe venir de cabresto (a su vez de cabestro), que es el ronzal que se ata a la cabeza o cuello de las caballerías para conducirlos o asegurarlos.

Y están las tres terminadas en el garaje a la espera de que llegue el momento de hacer las probaturas de rigor. A la hora de los ensayos solo podrán ocurrir dos cosas: que vuelen o que no vuelen. En el primer supuesto: trabajo concluido. En el segundo: vuelta a empezar, por torpe.

Luego me dice la gente que se aburre. Un par de cachetones bien dados y… hasta el lunes.

jueves, 14 de mayo de 2020

Extrañezas

Ayer bajé al Centro Médico Tucán por la mañana. Ya saben que uno debe ir a repetir. Como Muface aún no ha establecido el protocolo con las entidades privadas concertadas, que ya disfrutan los adscritos a la seguridad social, para que nos matriculen en la denominada receta electrónica, ahí vamos cada vez que las pastillas para la hipertensión van escaseando. Porque la cajita da para lo que da, y no más. Pero esta vez, además, iba de chófer, pues la señora acudía a una revisión rutinaria. Por lo que me dio tiempo para caminar un poco por los alrededores, es decir, sin alejarme más del kilómetro reglamentario, no fuese que un policía me llamara la atención. Y con toda la razón, aunque pensaba contestarle que había trasladado mi domicilio temporalmente a la calle Luis Rodríguez Figueroa (escritor, abogado y político portuense, 1875-1936, autor de El cacique y fecundo colaborador periodístico, casi siempre bajo el seudónimo Guillón Barrús), que es en la que se ubica el centro médico antes citado. Pero como fue cuestión de unos veinte minutos, no más, ninguna incidencia.

Como uno morirá con la inveterada costumbre de observar, salí del Puerto con la matraquilla de que las mascarillas –te juro que aún no me he puesto una– están jugando malas pasadas a sus portadores. Porque los llena de confianza y poco falta para que, amparados en su auxilio, reiniciemos arrumacos, abrazos y el chocaesoscinco. Asunto que se agrava a la hora del desembarazo. Porque cualquier lugar parece ser el adecuado par depositarla. Hasta ahora se llevan las palma parterres y resto de jardines.

Pero te cuento más. Cuando uno sale de un médico, el siguiente paso es buscar al farmacéutico. En una de las dos boticas en las que utilicé su aparcamiento –la que entró fue mi mujer– una de las dependientas –no sé si farmacéutica o auxiliar– entablaba amena charla con dos clientes en la puerta del establecimiento y solo les faltó el beso de tornillo. Yo no sé, de verdad, pero creo que el miedo que llevo ya metido en el cuerpo, pasará mucho tiempo para que se me vaya disipando. Porque tampoco son nada gratificantes las imágenes que se vislumbran en los informativos de televisión. Nos quejábamos en los inicios de esta pandemia por la falta de equipamiento para la protección de los sanitarios y ahora que parece asunto solventado, son los propios implicados los que me ponen los pelos (los pocos que van quedado) como tachas cada vez que en numerosos grupos se concentran para aplausos y demás. Debe ser que un servidor le quedan menos años de vida y desea disfrutarlos lo más tranquilamente posible. Pero el susto ya lo llevo adherido.

Y ya que estoy, te cuento otra que guarda cierta relación con el seguro de los funcionarios. O los que fuimos. Cl@ve es un sistema orientado a unificar y simplificar el acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos. El objetivo principal es que uno pueda identificarse ante la Administración mediante una clave concertada. Uno de los requisitos (INDISPENSABLE) para poder darte de alta en este procedimiento es asociar un número de teléfono móvil. Yo había realizado el examen de ingreso hace varios años mediante la generosa trampa de poner el de la señora, quien ha dispuesto de telefonía móvil en casa desde que todos no sumergimos en el mundo de la fotografía, whatsapp, redes sociales y otros muchos varios. Con lo que podía, por ejemplo, solicitar los talonarios de recetas a Muface cómodamente sentado ante el ordenador.

La felicidad quedó truncada hace unas semanas con la declaración de la renta. Que en nuestro caso es conjunta. Y como desconocía lo que me aclararon después a través de varias consultas a la Agencia Tributaria, al dar de alta a mi mujer en el sistema (y poner, claro, su número de móvil), me dan de baja a mí porque es completamente incompatible el compartir el mismo número. Algo que sí está permitido en la dirección de correo electrónico, para lo que no existe problema alguno que se utilice el mismo por dos personas. De nada valieron las pataletas ante quien me atendió.

Creo que ya lo vas entendiendo. Debía buscar un número exclusivo para el menda. No podía recurrir al de mis hijos, porque también son funcionarios y lo necesitan igualmente. ¿Qué panorama se brindaba ante mi futuro inmediato? Entrar por el aro. Y solo para disponer de un maldito número tuve que comprar un móvil. Tantos años de sacrificio para esto. Pues me temo que va a quedar en secreto (el número; Jesús, como me repito hoy), pues no pienso llamar a nadie. Seguiré haciéndome el loco.

Qué extraño, ¿no? Para mí, más. Lo puse encima de la impresora y hasta miedo (sumado al del coronavirus) me da cogerlo.

Y gracias por la fidelidad. Con lo pocos amigos (pero bien seleccionados) que tengo aún en la nueva cuenta de Facebook, cuando termino de redactar estas líneas (seis de la tarde) se sobrepasan largamente los dos centenares de visitas en la entrada de ayer. Me da que Manolo me inspira. Espero que lo del móvil les valga a ustedes hoy para vacilarse un rato.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Expedito

Sí, desembarazado y libre (de todo estorbo) como el viento parece ser que ha encontrado el camino la juventud desde este pasado lunes, día en que toda Canarias quedó encuadrada en la denominada fase 1. En esa jornada tuve que resolver unos cuantos asuntos por la mañana, amén de la compra semanal –ya pude ir de chófer con mi mujer– por lo que salí un rato a caminar a las siete de la tarde. Rapidito, porque por la mar océana venían avanzando unas nubes amenazadoras.

Subí por Pablo García, costado oeste del estadio municipal Los Príncipes, hasta la carretera de Icod el Alto. No tomé en esta ocasión hacia La Azadilla, como en otros días, porque ya saben ustedes que todo el tráfico hacia San  Juan de la Rambla, La Guancha, Icod de los Vinos y la Isla Baja está desviado por esta vía debido a los desprendimientos habidos la pasada semana. Así que bajé hacia la calle El Medio. Más que los automóviles (chiquitas caravanas), que también, iba sumamente asustado pues no me cruzaba con nadie de mi franja horaria.

Después de un rápido garbeo por algunas calles de Realejo Alto, se me llenó la cachimba cuando terminaba el recorrido por Godínez. Los que conocemos esta zona, sabemos que no se destaca, precisamente, por su anchura. Y debí recorrerla por el centro de la calzada casi en su totalidad. Hasta un grupo de ocho jóvenes inconscientes debí esquivar. Y ellos, tan felices de risas y fiestas. Y yo, acojonado. Coño (mis excusas por los prontos coloquiales), si tú no guardas aprecio a la vida, tiéndete debajo de las ruedas de un camión de 50 toneladas, pero déjame seguir disfrutando de la mía. Me da que estas excentricidades (por no escribir gilipolleces) nos pueden causar más de un disgusto, más de un quebradero de cabeza.

Luego, ya en casa, viendo ciertas imágenes en los informativos de televisión, relaciono lo uno con lo otro y no me queda más remedio que comenzar a nombrar a muchísimos familiares directos de estos energúmenos. Que uno se meta cincuenta y ocho días encerrado, para que, cuando abran la veda con la retirada de algunas restricciones, nos volvamos locos y pretendamos, de golpe y porrazo, volver al ritmo y modos de la vida anterior, podría, llana y simplemente, conducirnos a un confinamiento brutal, mientras la vacuna no haga acto de presencia. Somos el garbanzo negro de la especie animal. Nosotros solos, sin ayuda externa, somos capaces de dirigirnos hacia la exterminación. Y luego presumimos del adjetivo racional.

Sé que Manuel Domínguez, diputado regional y alcalde de mi pueblo en sus escasos ratos libres, no lee a este ignorante (no graduado en Wyoming) que se alonga Desde La Corona. Pero sí que lo pone al tanto su cohorte de alcahuetes. Pues tardando están los susodichos correveidiles en trasladarle la preocupación de quien intenta cumplir con las reglas establecidas, pero no lo dejan. Echo en falta paseos policiales por las calles del pueblo. A lo peor ahora nos damos cuenta de que la plantilla no es suficiente y ni siquiera cumple con las ratios recomendadas. Pues uniforme a concejales liberados y cargos de confianza y póngalos a patrullar, en vez de ir a lucir palmito en vídeos promocionales de fiestas virtuales. Lo mismo así se ganarían el aparente inmerecido sueldo.

Es muy triste que los mayores, aquellos que hemos sido catalogados como personal de riesgo, no podamos desentumecernos adecuadamente sino participando en una carrera de obstáculos permanente. Sí, Manolo, estoy cabreado. Me niego a ser cobaya experimental de negligencias ajenas. Del “mejor quédate en casa” hemos pasado, sin solución de continuidad, a la desbandada de los irresponsables. Y no se me alegue que son los menos –que lo sé– porque los contagios pueden volver a crecer exponencialmente, ya que no dependen de simples factores numéricos. A no ser que usted, tan dado a sobredimensionar sus actuaciones de vendehúmos mediante los postureos a los que nos tiene acostumbrados, esté pensando en obtener réditos electorales. Como hizo al comienzo de este negro episodio con una familia contagiada en un viaje por territorio peninsular. Y como su formación política se ha significado, y mucho, por remar en dirección contraria, se me plantean serias dudas. Los mimbres de un buen gestor se ponen de manifiesto en las situaciones complicadas. Y esta lo es. Vaya que sí.

Pongamos freno a los desmanes o nos lamentaremos amargamente. No contribuyan, insensatos, a que se disparen los miedos propios de mi edad. Ya está. Más desahogado quedé.

martes, 12 de mayo de 2020

Examen

Cuando no se tiene nada que hacer, uno debe entretenerse en algo. Y como hemos estado confinados (seguimos, pero menos), la casuística se dispara. El periodismo no es ajeno a la situación. Con el agravante de querer seguir el juego que se desarrolla en las redes sociales. Lo que desemboca en demasiados esperpentos en una profesión que se debe regir por otros cánones bien diferentes a la liviandad que se nos muestra y donde sobren las frivolidades que, incluso, se nos brindan cada día en las preguntas que se elevan a los representantes gubernamentales en las múltiples comparecencias que se suceden desde la implantación del estado de alarma.

Ayer nos sorprendía ABC con otra de sus ingeniosas encuestas. En la que el PP, como premio a su comportamiento mezquino, que no ha sido bien visto en foros internacionales ni en le dirigencia de fuerzas políticas afines, y en su línea de emular los andares, por aquello de la competencia electoral, de la más rancia, xenófoba y despreciable facción de la ultraderecha que representa Vox, casi empata en número de escaños con el PSOE. Pero es que se llega a cuantificar que capta 250.000 votos del propio PSOE y 650.000 de Ciudadanos y Vox. Hombre, eché en falta que afinaran algo más y no redondearan de tan burda manera. De paso, a ser posible, que se aclarara si en esta también se dieron a conocer los resultados antes de que concluyeran las entrevistas.

En otro medio impreso compruebo que se ha hecho un concienzudo examen a Pedro Sánchez durante sus intervenciones públicas. Que no han sido pocas. Y que a un servidor, al igual que las de Ángel Víctor, le han servido para valorar muy positivamente el aplomo y talante en una situación tan complicada como la que aún estamos viviendo. Porque las comparo con las de Trump y Bolsonaro (parece que Boris ya va marcando otros derroteros después de que le tocó bien cerca el paso del bicho) y el fiel de la balanza no se presta a error ni engaño.

Le ponen (a Pedro) los micrófonos tan cerca que se escucha su respiración y se le nota cansado. Con lo que el estudio, o examen, concluye que ese aumento de intensidad en la toma de aire se relaciona con el bostezo, y este no solo con la fatiga, sino también con la ansiedad. Todo ello en consonancia con una investigación de la Universidad de Pisa, que sostiene que cuando nos sentimos amenazados se necesita aumentar los niveles de atención. ¿Tú has entendido algo? Tranquilo, yo tampoco. Debemos estar como la torre: cambados.

Estas tomas extras por el aparato respiratorio del presidente suponen una inyección de aire nuevo que permite a su procesador central (cerebro) mantener el estado de alerta (tal cual) y un funcionamiento óptimo cuando más lo necesita. Se observa, además, en él una fuerte carga cognitiva (muy alta concentración en lo que está diciendo), lo que implica un notable descenso de la gestualidad corporal, un discurso más errático y una ralentizada velocidad del habla.

¿En qué se traduce todo esto? En una leve sacudida corporal (un sutil sobresalto, nos ilustra el examen) que se asocia a la preparación del organismo para entrar en acción…

Ya está. Vale por hoy. El resto del análisis (morfológico y/o sintáctico) tendré que llevarlo a cabo en la siguiente comparecencia. Porque con este bagaje de conocimientos psicológicos, cuando este próximo fin de semana lo vislumbre en la tele, prestaré caso omiso a lo que alegue, recomendaciones incluidas, y fijaré mi atención en cómo se le mueven los ojos. O las orejas. O si lleva el nudo de la corbata algo tumbado hacia la izquierda.

Esta pandemia nos está enseñando mucho. Y la proliferación de especialistas en cualquier materia (la psicología no podía quedarse al margen) es tal que van a sobrar las universidades. Asunto que ya tiene Casado en su agenda. ¿Lo cogiste? Si acaso dejará la de Wyoming para que nos convalide los diplomas de las tómbolas. Y no me gusta señalar. ¿Lo volviste a coger?

Y mi reconocimiento a los seguidores, porque, aun con cuenta nueva en Facebook y con pocos amigos (pero selectos) por ahora (que no televisión), que las visitas alcancen los tres dígitos (que diría el maestro Salvador), es digno de darme un abrazo (virtual). A estas alturas de la vida, si no me quiero yo, ¿quién me va a prestar ese servicio?

lunes, 11 de mayo de 2020

Exhibicionismo

Como este mes me dio por comenzar los títulos con la letra e, de ESPERANZA, prosigamos. Y como uno debe ser respetuoso con sus lectores, ha de contextualizar adecuadamente. Por ello recurro, inveterada manía, al diccionario. Así que, sin más, vamos allá:

Exhibicionismo: 1. Prurito de exhibirse. 2. Perversión consistente en el impulso a mostrar los órganos genitales. Y para mejor y mayor abundamiento, Prurito: 1. Deseo persistente y excesivo de hacer algo de la mejor manera posible. 2. Comezón, picazón.

Dado que la fotografía nos muestra al equipo de gobierno en el ayuntamiento realejero, ni se me ocurre pensar que se te pueda estar pasando por la cabeza el que se dediquen a enseñar esas cosas que se indican en la acepción segunda. Descartada, pues, esa opción. Encajan más en la de prurito de exhibirse. Porque han tenido, y tienen, buen maestro. Pero, claro, también nos tropezamos con dos acepciones en prurito. Por lo que te voy a contar luego, si el DRAE hubiese indicado que ese deseo persistente y excesivo fuese para hacer las cosas de la peor (y no de la mejor) manera posible, estaría completamente de acuerdo. Así que, por lo pronto, y mientras ellos mismos no me hagan cambiar de opinión, voy a sostener que el hormigueo por todos sus cuerpos serranos va más allá de las lindes de la normalidad. Diríamos, coloquialmente, que tienen mono permanente.

Nos hallamos ya a 11 de mayo. El mes festivo, y fiestero, de Realejo Alto. Que el virus paralizó por las razones consabidas. Pero que el ayuntamiento, promotor de las mismas, convirtió en otro hecho virtual. Uno más de los innumerables que gozamos en esta era de avances tecnológicos. Medida que, como ciudadanos responsables, debemos aplaudir en el lícito afán de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, para que esta pandemia que nos asola sea pronto otro de los capítulos olvidados del historia.

Y creo que todos, excepto los retratados en el salón de plenos del Consistorio y que ustedes pueden contemplar lo guapos que son, estamos cumpliendo con las normas establecidas, respetando las indicaciones de las autoridades (más sanitarias que políticas). Porque es un deber ciudadano ineludible. Mucho más para quienes ostentan un cargo público. Que estos se lo saltan a la torera, que para eso son concejales. ¿O eran tollos?

Así que, mientras nosotros damos ejemplo de buen comportamiento, los sujetos (ellas también, pero no escribo el femenino por si se me malinterpreta) de la foto llevan una racha PRESENCIAL de padre y muy señor mío. Vamos, que si yo fuera un escribiente de poca monta ¿o sí?─ tendría que plasmar aquí, sin tapujos, que son unos caraduras de tomo y lomo. Nosotros, confinados. Ellos, a ponerse una camiseta (azul, faltaría más) y unos guantes para acudir al posado de rigor por fuera de la biblioteca municipal. Desde donde nos invitan a que nos quedemos en casa, pero que disfrutemos con un cacho de carne y un vaso de vino. ¿Virtual? Salud.

Los que se acuestan en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición, reza el dicho popular. Pues estos llevan un aprendizaje supersónico. No digo yo que duerman juntos ni que enseñen lo que al principio se dejó reseñado, pero, agüita, siguen los pasos de postureo de Manolo a pie juntillas. Aplicados sí que son para lo que les interesa. Para el resto no se preocupan tanto, porque hay convocatorias extraordinarias en septiembre y febrero. Por cierto, ¿cuándo volveré a la piscina?

Ahora que entramos en la fase 1, lo mismo hacen un baile de magos entre ellos. No, lo de la exposición de ganado lo estás pensando tú. Bien te gusta una fiesta. Y luego criticas a Domínguez.

Acabo. Eliminé la cuenta de Facebook y abrí una nueva. Solo admitiré en el club a quienes conozca. El resto deberá abstenerse, salvo que me presenten el currículum, una foto con el DNI entre los dientes y un amplio dosier que contenga referencias de buena conducta y certificado de antecedentes penales. He dicho. O escrito.

viernes, 8 de mayo de 2020

Evasión

Cuando se levantó la veda al pasado día 2 y nos lanzamos a recorrer los kilómetros que habían quedado en suspenso las semanas precedentes, calles y carreteras se vieron inundadas por una multitud de animales bípedos. Gran cantidad de imágenes ha circulado por las redes sociales y parecen no demostrar un comportamiento exquisito.

Entiendo que debió ocurrir algo semejante a lo que vivieron los perros con anterioridad. No podemos olvidar que incluso los que llevaban años confinados en las azoteas, se vieron, de pronto, moviendo el rabo con tanta intensidad, que más de uno tuvo que ser llevado al veterinario para una cura rápida de incertidumbre.

Con el ganado de la raza humana debió acontecer tres cuartos de lo mismo. Tanto que al segundo día, 3 de mayo, ya disminuyó la afluencia debido a las punzantes agujetas en las piernas de los no habituados. Porque pudo más la novelería que las verdaderas ansias de tomar aire fresco y estirar las susodichas.

Un servidor, cuando se enteró de la buena nueva, hizo un sencillo cálculo. Como no puedo alejarme más de un kilómetro del domicilio, y considerando que mil metros no es distancia suficiente para este cuerpo lozano, trazó una circunferencia imaginaria, cuyo radio mide, precisamente, ese kilómetro. Todo ello teniendo en cuenta la endemoniada orografía municipal. Así, pensé, ninguna autoridad podrá llamarme la atención, mientras me mueva dentro del área del círculo que delimita la reseñada circunferencia.

Así que, en la franja horaria que me corresponde (10 a 12 de la mañana o 7 a 8 de la tarde), salgo de Benito Pérez Galdós, 1, casi en la confluencia con Alfonso García Ramos, hacia Pedro García Cabrera. Cruzo Viera y Clavijo (ya con un pequeño trecho voy tremendamente culturizado) y recorro Godínez en su totalidad.

Ya estoy frente a la OMIC (Eugenio debe estar encerrado dentro porque no lo he visto), en la calle El Medio de Arriba. Mientras la transito en sentido Sur, me percato de los notables deterioros en muchas losetas de sus aceras. Y pienso que no siempre lo más bonito nos sale más rentable. Llego a la entrada hacia la carretera de Icod el Alto (TF-342). Por la Travesía del Pino (antes había dos, pero uno se secó, o lo secaron, o se quemó con los fuegos) haría falta una acera hasta su conexión con Pablo García (acceso al Estadio Los Príncipes), porque los tobillos corren peligro por el tráfico rodado. Lo mismo Domingo y Adolfo (ver foto) lo tienen ya proyectado. Porque no creo que hayan ido a coger papas.

A partir de ahí, son sumo cuidado y guiándote por la raya blanca, vas esquivando la vegetación que invade la calzada. Reitero lo del sumo cuidado, porque existen unas prolongadas curvas que te ponen los pelos de punta cuando sientes que viene un coche a toda pastilla y tú no tienes donde meterte. Piensen en la que da entrada al Camino de Lomito Vaso, la de El Tanque de Arriba (La Sombrera) y el Camino El Nogal y la que precede a la recta donde se ubican la gasolinera y talleres de La Azadilla, una vez pasado el Bodegón La Fogalera (¿o ya no funciona?).

En esa recta, que concluye en la Pirotecnia Hermanos Toste (otra curva que se las trae), también finiquita el radio de mi circunferencia. Así que media vuelta y regreso a casa con el recorrido a la inversa. O a la viceversa, que decía Juan ‘Espuela’ en La Gorvorana. Eso sí, ahora bajando, pero que machaca más las rodillas.

Algo más de 4 kilómetros sin incumplir las reglas prefijadas, porque lo primero que hago al entrar en casa es mirar el reloj. Como mucho 55 minutos, que para un viejito de 71, va que chuta. Con los que me cruzo durante el paseo, pocos, afortunadamente, y guardando las distancias, declaro bajo juramento que el 95% no se corresponde con el colectivo autorizado para esta franja. Es decir, de mayores en riesgo, nada de nada. También te digo que mientras yo espero tecleando alguna bobería a que sean las 10, ya han recorrido varias veces mi calle unas cuantas viejas (más que yo) que salen temprano antes de que haga más calor.

Y esto es lo que hay. Por hoy. Espero terminar la limpieza de Facebook este fin de semana. Pienso quedarme con un puñado chiquito de amigos. De los verdaderos. El resto no lo es. Hasta me he olvidado del cómo aparecieron muchos. Y ya desactivé la cuenta de Twitter. Ligerito de equipaje. Hasta el lunes. Lo mismo entramos en otra fase. Suena a ciencia ficción.