No te preocupes. De música entiendo tanto o menos que de
fútbol. Así que dejaré ambos pasajes para mejor ocasión y me limitaré a copiar
el título de la canción para dar un repaso a varios aspectos con los que cerrar
este mes de octubre que nos tiene asfixiados con la calor.
No debe preocuparnos tanto, al decir de algunos, el hecho de
que se investigue el supuesto exceso en el presupuesto del concierto que
ofreció Juan Luis Guerra en el carnaval de este año. 500.000 euros apenas, es
decir, unos 83 millones de pesetas. Porque lo importante, parece ser, es, única
y exclusivamente, el éxito de participación con una asistencia de récord. Sí,
asimismo lo escuché hace un rato en una emisora de radio. Es decir, debemos
correr tupido velo a si el montante económico desembolsado no se corresponde
con lo que estaba escrito en los papeles. Vamos, qué son cien mil euros más.
Nada, una minucia. Y como no llueve café en el campo, así nos va. Lo comparo
con las economistas (sí, en femenino) de mi pueblo que defienden a Manolo (que
me den perras Cabildo y Gobierno y besitos mis vecinas) cuando nos ha intentado
vender en estos días la sanción y, por ende, la disminución de los dineros a
ingresar, demostrando que conocen el trasfondo del asunto casi tan bien como
Casado convalidaba créditos y obtenía títulos académicos. La ignorancia es muy
atrevida y las redes sociales se erigen en el vehículo perfecto para escribir
sandeces a mansalva.
A quién le importa que el INE vaya a rastrear los móviles en
este país durante ocho días. A mí no, desde luego. Y a todos los que se pasan
todo el santo día conectados, aunque no tengan ni la más pajolera idea de lo
que significa eso del INE, tampoco. Están ─me
temo que estamos─ mucho más
que controlados. Así que pierdan cuidado. Ya no nos protege ni el creer estar a
buen recaudo encerrado en casa. El satélite sabe hasta el color de tus
calzoncillos. Uno de los pocos que todavía puede recorrer mundo sin ser
detectado soy yo. Imítame, si te atreves.
No me extraña que el Valle de los Caídos haya reabierto con
escasa presencia de público. El prior tenía que haber avisado a la concejala
conejera de CC para que fuera allá con el séquito de seguidores de la añoranza.
Si ya alguno estuvo presente en Mingorrubio, seguro que no le hubiese importando
pagar otro billete en cualquier compañía de bajo coste. La publicidad de
ciertos comercios, a los que ya veté por promocionarse en una tele ilegal (y
otro sinfín de calificativos malsonantes), le permite estas licencias. Aunque estén
tranquilos porque un día de estos se muerde y muere envenenado.
A quién le importa la credibilidad de encuestas y sondeos.
Todas están manipuladas por el pagador. La única válida es la mía. Y mi trabajo
me costó. Después de consultarme en una habitación aislada y sin posibilidad de
contaminación exterior, he aquí el resultado. Reconozco que las horquillas me
han quedado algo amplias, pero reto a quienquiera a rebatirme: PSOE (99 - 179),
PP (59 - 299), UP (8 - 88), Cs (10,5 – 90,5), Vox (1 – 350), CC (0 – 15)…
Qué contento estoy. Cuando pensaba que las intromisiones se
daban de manera casi exclusiva en el periodismo, viene a sacarme de la duda una
tal Rocío Monasterio, quien, ni corta ni perezosa (hace honor a la ideología: por sus mismísimos
ovarios) se hinchó a firmar documentos para los que se exige la titulación de
arquitectura. Y cómo ella se había preguntado que a quién le iba a importar un
simple garabato al final de unas rayas, imagínate el resto.
A quién le importa este titular periodístico: “No tome leche
de vaca, beba la de camello”. A un servidor, sí. Y mucho, porque me fui a leer
la noticia y seguían mentando a los susodichos, amén de los dromedarios. Machos
todos. Aparte de considerarlo una falta de respeto total hacia ellas, no estoy
yo por la labor de cambiar la teta de siempre por otra experiencia. Me da
cierta cosa. Debo estar poniéndome viejo para acostumbrarme a esos cambios tan
drásticos. De todas maneras, vaya mi pública felicitación a ellos por tan
magnífica producción. Que yo desconocía.
Tengan un feliz largo fin de semana. Y nos vemos en
noviembre.