A pesar del estampido
nuestro hombre saca pecho
y aunque cayó casi al lecho
disimula con más ruido.
La debacle tal ha sido,
que ya cuchillos se afilan
y las babas se destilan
cual la carroña expectante:
no creo que Pablo aguante
cuando todos lo vigilan.
Me recordó al señor Mancha
este estreno tan nefasto
de Pablo Casado, el trasto,
ante la roja avalancha.
Quiso abarcar tanta cancha,
que a los mismos populares,
que habitan por estos lares,
muchos nervios les afloran
y ya pasados añoran
ante los nuevos
pensares.
Hasta los medios afines
indican al susodicho
que él solito se abrió el nicho
sonando ya los clarines.
Y por los otros confines
hay contento y regocijo,
a todos, por tanto, exijo,
mayor altura de miras,
pues si al buen gobierno aspiras,
deja ya de hacer el pijo.
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