Vuelven a bajar revueltas las aguas por el barranco de
Godínez. Y sin llover aún con fundamento. Pero el turbio panorama, con un tufo canelo
(terroso, pardo, cobrizo; jolines, pon marrón y ya está) que te camba, parece
que va a seguir en Los Realejos in sécula seculórum. Qué cruz, qué calvario,
qué tormento, qué martirio, qué suplicio, qué tortura… ¿Vas a seguir?
Vuelve a estar de moda el contestado (objetado, contradicho,
rebatido y más) Marrón. Ese jefe de Seguridad y Emergencias, a quien se le
reconoce el mérito de haber copiado un plan para salir todos pitando cuando el
Teide nos lo exija, o cuando una tromba de agua, estilo 1826, nos baje a la
costa sin necesidad de lanchas, o cuando una ventolera nos sacuda de lo lindo,
o cuando… Ya está, no le des más ideas. Que el copia y pega funciona desde
antes de abrirse La Pirámide (Campus de Guajara).
El estratosférico sueldo debió encantarle al susodicho (no,
el bobo) y no quiere retornar a su plaza
de policía municipal en la capital. De igual manera que supo encantar al
profesorado en los pasillos del Seminario, el alcalde ha sucumbido y se ha
dejado hipnotizar. Nada importa su pasado nacionalista. Pelillos a la mar.
Borrón y cuenta nueva. Esto es un camino de vaivén. ¿O no, Carlos Alonso?
Se admiten aspirantes para cubrir en propiedad la plaza de
Subcomisario. Cuando en realidad lo que necesitamos en el pueblo son más
agentes. Porque son pocos los que conforman la actual plantilla y bastantes de
ellos rozan ya una edad como para no correr mucho. Ellos me entienden, que para
eso somos viejos amigos.
Y me vienen como anillo al dedo unos carteles informativos
que pretenden concienciar a la ciudadanía para que las aceras no presenten un
aspecto lamentable. Porque el DRAE nos señala que comerse, o tragarse, alguien
el, o un, marrón significa cargar con una culpa (No voy a comerme yo solo el
marrón) o hacer frente a una situación difícil o embarazosa (El nuevo Gobierno
tendrá que comerse el marrón). Algo escatológico, lo sé, pero ya vendimos el
nuestro (ver foto del alcalde, concejala y resto de animales) a la regidora del
ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, la popular Noelia García. Con firma
protocolaria incluida.
En lógica consecuencia, y por ser mucho más ilustrativo
(también en el texto, pues los realejeros somos conscientes de que el puesto
anteriormente aludido va a ser sostenido con nuestros impuestos), el presidente
insular del PP podría firmar otro convenio con el consistorio santacrucero (el
concejal Carlos Correa, amén de destacado deportista y figura significativa de
la Asociación Deportiva de Personas con Discapacidad, ADEMI, pertenece a la
misma formación política) para que los que vamos a apoquinar la derrama
pertinente recordemos cada instante, y para siempre jamás, que el Marrón
(perdón, el marrón) lo pagaremos nosotros. Cómo me duele la parte alícuota.
Será todo lo legal que ustedes quieran. Pero el tufo de
componenda te tumba de espaldas. Y como va a seguir ejerciendo el puesto de
confianza (a dedo) para el que desembarcó en la Villa de Viera, no creo que se
vaya a cerrar los ojos cuando vea pasar ante sus narices todo lo que se cuece
(o guisa) en relación con el expediente de marras. Pero como los realejeros,
salvo los que me leen, estamos sumidos en la ignorancia más supina no dudamos en
conceder mayorías absolutas a quien, o quienes, se ríen del contribuyente a
mandíbula batiente (ya salió el pareado tonto). Así nos va.
La ética, y la estética, del proceso está más viciada (o bichada)
que una excursión del Duque de Feria a Disneyland París. Pero en este país
esperpéntico, el PP ha hecho de su capa un sayo y obra con patente de corso. Y
por mucho que en este municipio se nos venda con reiteración que ellos (los que
gobiernan) son de otra echadura, la tozuda realidad nos hace tropezar
diariamente con hechos que ponen de manifiesto la desfachatez más notoria. Por
mucho que se disfracen de corderos, los sesgos, cada vez más evidentes, nos
indican desvíos actitudinales dignos de estudio. Y me bajo en esta parada
porque si comienzo otra vez con la dicotomía del señor Domínguez, me temo que
acabaré con otro tocho para tesis doctoral.
Hasta mañana. Y sigan tan fieles.
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