Que a don Manuel Domínguez se le quedó corto el terreno de
juego (político), lo supimos los realejeros cuando observamos que en el Boletín
Oficial de la Provincia (BOP) comenzaron a proliferar los anuncios por los que
delegaba el cargo en sus segundos de a bordo. Tanto que empezó a ser conocido
como Manolo I, el ausente. Como su ambición (política) parece no tener límites,
desembarcó en el Cabildo Insular, pero fue su perdición el que Coalición
Canaria optara por pactar con el PSOE, por lo que debió sentarse en los fríos
sillones reservados a la oposición. Faceta esta que no está pensada para
personas que padecen la rara enfermedad del gen (D4DR) del culo inquieto. No,
no es broma, ve a consultar y te llevarás una sorpresa. Por todo ello, tampoco
parece convencerle demasiado esta posición y en la capital persiste en hacer
honor a la denominación antes mencionada. Porque a él lo que le gusta en
recorrer mundo, internacionalizarse.
En la última sesión plenaria demostró, una vez más, que se
encuentra muy por arriba de cualquier otro mortal. No solo indica al resto de
la corporación cuál debe ser el contenido de las propuestas, ruegos, preguntas
o mociones, sino que sugiere, o casi amenaza, a quien no sigue sus doctos
consejos con un muy expresivo “me ha defraudado, usted”.
El grupo municipal socialista presentó, entre otras, una
proposición para que el ayuntamiento adoptara una posición clara con respecto a
los actos a celebrar el próximo 8 de marzo. Dado que el grupo de gobierno ha
publicado el programa de los eventos (cómo no iba yo a escribir el palabro en
este post) y pega espectacular brinco para que el día de marras nos se vean
comprometidas las seis concejalas y lo dediquen a trabajar como antes jamás
hicieron, y sin fotos en los clubes de mayores, era más que previsible que,
siguiendo el pie de la letra el argumentario enviado desde Madrid, no se
aceptara la más mínima sugerencia. “Gane usted las elecciones y luego venga
aquí a hacer lo que le dé la gana”. Así es, con dos; o si hace falta, con tres.
Pero esta vez el señor alcalde, tan dado a no admitir todo
aquello que él entienda traspasa las lindes del pueblo (sin darse cuenta
–últimamente las distracciones le juegan muy malas pasadas– de sus desdobles
estilos La Higuerita, rumbo al este, o Barranco de Ruiz, rumbo al poniente), se
mandó un vuelo intercontinental de no te menees. Nosotros no tenemos por qué
definirnos en un asunto de índole internacional. Manda aquello, lo otro y lo de
más allá. Que son tres, como antes te dije.
Lo que las mujeres de todo el mundo más o menos civilizado organizan
para este jueves es un acto egoísta y marcadamente elitista. Las féminas
realejeras –con Sandra, Noelia, Isa, Laura, Olgui y Carolina a la cabeza– no
están por la labor. Tonterías, las justas. ¿Qué van a hacer ese día las
desempleadas? Si ya están paradas por obra y gracia de los que administran
ahora mismo el cotarro, ¿qué? ¿Se van a tumbar a la bartola? A fregar los
platos, carajo, que nosotras, salvo las que disfruten del privilegio del cargo
público, nacimos para eso.
Sí, a tenor del silencio que marca el reglamento, ese parece
ser el sentir de las afiliadas del PP. Muy afortunadas todas ellas en el mundo
laboral. Con una posición social envidiable merced a generosos emolumentos que
todos abonamos con la derrama oportuna y que volcamos en los presupuestos de
las diferentes instituciones, hecho que les permite vivir con total desahogo en
cualquier faceta de la vida. ¿Una ley para la igualdad salarial? Maldita falta
que nos hace con lo bien que estamos nosotras: buena alimentación, vestimenta
excelente, sueldo asegurado, dietas por diversos conceptos, coche oficial,
retratista gratis, personal a mi disposición para imprevistos y otros… Y la
huelga, paro o reivindicación es cosa de una élite minorista (Cospedal dixit).
No, es imposible que tengan la neurona en su sitio.
La sociedad ha avanzado en décadas. Se supone a nuestras
gentes una capacidad para discernir que hasta no ha mucho era pura entelequia.
Atrás quedaron años de analfabetismo feroz. El acceso a la educación y a la
cultura, el adelanto que ha supuesto el ingente aporte de las nuevas
tecnologías, los medios de comunicación, las publicaciones no periódicas y un
amplísimo espectro más, han posibilitado un incremento porcentual elevado en la
capacidad de raciocinio a la hora de valorar alternativas o decantarse ante una
situación determinada. Pues no, y vamos ahora en plan coloquial, une merde. No es que habitemos en un
pueblo abducido, como dejé caer días atrás. Es que seguimos conviviendo con
auténticos gilipollas (necios y estúpidos). Si algún abuelo levantara la
cabeza, la palmaría de nuevo. Sobre todo aquellos que lucharon con denuedo por
un sistema de libertades que vemos cercenado en cada reunión del pleno de
nuestro ayuntamiento. Donde el borreguismo hace acto de presencia hasta
extremos denigrantes. Los floreros quedan bien en otros contextos, pero no en
un salón que deberán llamar noble por otras sublimes consideraciones. Y un poco
de luces, please, a los colectivos,
sobre todo de mayores, que se dejan mangonear (mangoniar, en canario) y bailan al antojo de la concejala de turno
para que esta luzca palmito en la foto del bien quedar.
(Finalizaremos mañana)
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