Cuando un partido político que lleva gobernando varios
mandatos no aprovecha el programa electoral para “vanagloriarse” de las
realizaciones habidas, síntoma inequívoco de que sus propios dirigentes
reconocen que la labor efectuada no ha sido muy fructífera. Y basta echar una
ojeada al del PP realejero (incluyan el añadido posterior para intentar salvar muebles) para que aquellos que aún presumimos de tener la
neurona en perfecto estado de revista colijamos que, salvo el piche del tan
cacareado Plan de Barrios (vaya novedad a lo que toda la vida hemos conocido
como obras de mantenimiento), es tan escaso el bagaje del ausente, y ahora
también parapentista, que nada nos extraña sus ansias de seguir evadido (ahora ppiensa
volar en el Parlamento). Advierto que esta décima no será comprendida, y mucho
menos compartida, por los adictos al humo de los frascos pequeños.
Si te alongas al programa
del Partido Popular,
te podrías cerciorar
de que viven fuerte drama,
pues no hay en la proclama
haberes de dos mandatos,
sino remiendos baratos
y promesas repetidas,
algunas son tan manidas
que ya nos provocan flatos.
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