No necesito reflexionar, como la mayoría de electores, pero,
aun así, respetemos la jornada. Y nada mejor que contemplar el pueblo desde lo
alto para luego cerrar los ojos y echar la vista atrás:
Con el voto decidido
hoy subiré a La Corona
y de la imponente trona
pegaré muy fuerte envido.
Con el pecho bien henchido,
atisbaré por doquier
que la ilusión del ayer
se esfuma con el progreso
y es menester darle peso,
pues no se debe
perder.
Eso, no perdamos la ilusión. Como tampoco la entrega y el
compromiso. Desterremos la comodidad, el apoltronamiento y las ausencias.
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