Palmeras más altas, y orgullosas, han caído. Y han tenido
que barrer lágrimas de impotencia, cuando no restos de soberbia esparcidos por
doquier. Porque los pueblos despiertan y se desintoxican tras periodos de
esnifar gases encantados. Y es que la avaricia rompe el saco. Y la mayoría de
realejeros no creemos en pajaritos preñados.
Si aquí Domínguez perdiera
la mayoría absoluta,
¿existiría disputa
para que un pacto saliera
y así este pueblo pudiera
olvidar el besuqueo,
y el constante manoseo,
para mirar al futuro
con un equipo seguro
que margine el escaqueo?
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