No se había aún estampado la firma en el documento
pertinente, y ya estaba el expopular Carlos Alonso, acérrimo defensor de los
intereses tinerfeños –véase el estado de las carreteras, mero ejemplo–,
propalando el verdadero sentir de los que, por fin, tras la enésima pérdida
electoral, pasan a ocupar el puesto que les corresponde. Te juro que fue tanta la
inyección de adrenalina que sentí cuando se dio a conocer el contenido de los
acuerdos del denominado Pacto de Progreso, que me puse a escribir todas las
entradas del blog que faltaban para alcanzar el final de junio. Por lo tanto,
perdonen si en el ínterin (esta la programé para el día 29) se ha producido
cambio alguno en el Cabildo de Tenerife y no hemos querido ser menos que los de
Fuerteventura. Con lo que Linares debería estar ya maquinando la rebelión del
Bollullo. O de La Garañona, por si Mariano se suma.
Sin estamparse la firma
de escorarse ya se habló,
pues Alonso denunció
la mano negra de Tirma.
Aquí el chicharro confirma
que nos roba el canarión,
demostrando la pasión
que siente el insularista
por seguir siendo ombliguista
cuando hablamos de región.
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