miércoles, 10 de enero de 2018

Las diez primeras

Fue en 2015 cuando me dio por escribir una décima cada día. Debidamente archivadas se hallan en el ordenador –que no le pase lo que al disco duro externo que pasó a mejor vida; y ya van dos sin que haya existido caída, rotura o similar; ¿se perdió información?, mucha; ¿y con quién me meto? – a la espera de que Pepe o yo nos saquemos la primitiva y publiquemos algunas boberías en La Perdoma. Ahora, en 2018, he comenzado con idéntica manía. No sé si aguantaré hasta la 365, pero las diez primeras ya están en la hucha. Hago una excepción y las doy a conocer. Mañana volveremos a las andadas con opiniones, por ejemplo, de las muchas colas de tráfico que se producen en el pueblo sin haber dado comienzo las obras cabilderas (digo yo que el 80% merece mejor trato) de la Avenida de Canarias y la carretera de El Castillo. Amén de las de menor montante económico, de carácter municipal, pero que valen para que alcalde y concejales se pongan guapos para la sesión fotográfica. A partir de la próxima semana, paciencia, paciencia y más paciencia. Y si te enfadas, no hay beso. Ya he logrado que uno de los retratados en el Belén de Las Canteras me vire la cara. En fin, vamos con las décimas:


Un rosquete, un bizcocho,
de doña Paula, un pastel,
un trago de moscatel:
“BIENVENIDO DIECIOCHO”.
Desde aquel carnero mocho
que existió en La Gorvorana,
muchos calzones de pana
se han quedado en el camino,
mas nosotros como el vino…
¡Y eche otra cuarta, cristiana!

Llegamos al día dos
de enero del nuevo año,
como a nadie le hago daño,
seguiré alzando la voz.
Otro reto que va en pos
de aumentar la colección,
y así, agrandando el montón,
bien alto y claro diremos
que parado no estaremos,
sino en permanente acción.

Con sol constante e intenso
henos aquí ya en el tres,
o no llueve de una vez,
o a la modorra no venzo.
Como en el fondo yo pienso
que seguiré una a una,
me caerá la fortuna
de ver llegado el instante
en que una lluvia constante
vendrá de forma oportuna.

¿Día cuatro? ¿Qué me dices,
si tengo el sabor aún
de las uvas que al tuntún
me comí ante tus narices?
No sé si serán deslices,
pero pa´mí que los días
transitan todos por vías
de extrema velocidad;
ayer mismo… Navidad,
y mañana… Las Marías.

Esta es la quinta, señores,
que subimos al camión,
la cinco, es de cajón,
y sin causarnos dolores.
Porque obras son amores,
seguiremos la manía
de ir sumando cada día
una décima a la lista,
y si alguna me rechista
no la meto en la alcancía.

Sin duda las lluvias fueron,
para todas nuestras gentes,
el mejor de los presentes
que los Reyes nos trajeron.
Desde el Norte nos vinieron
sucesivas oleadas
de nubes bien recargadas
de esta agua extraordinaria
para la tierra canaria
con las simientes sembradas.

Y los descuentos llegaron,
madre mía, qué delirio,
qué digo, fuerte martirio,
las colas proliferaron.
Los atascos se formaron
-y domingo que fue el siete-
pero la gente se mete
en la fiebre consumista
y aunque de mona se vista:
¡Me la pongo más que apriete!

Aún sin llegar a Oriente
los Reyes Magos, señores,
los carnavales, qué sudores,
hacen brincar a la gente.
Ya en enero no hay pendiente,
o cuesta, que se decía,
cuando la crisis tenía
protagonismo constante;
¿ahora?, tira pa´lante,
y de fiesta cada día.

Las rebajas han llegado,
continúa la avalancha,
la gente sigue tan pancha,
la crisis se ha evaporado.
Con el bache superado,
y a las colas me remito,
el panorama bonito
que entre todos dibujamos,
me indica que mucho inflamos
en esta especie de rito.

Jolines, si hoy ya es diez,
y hace un rato partí el año,
seguro me va a hacer daño
ir tan rápido, pardiez.
Acelerados, tal vez,
vivimos; mejor, corremos,
como los pies no paremos
para vivir relajados,
en la cuneta agotados
dentro poco acabaremos.

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