Se cumplió de nuevo el rito
del grupo bien ensamblado,
que otra vez quedó citado
y pasar un buen ratito.
A las fotos me remito
para plasmar el buen rollo,
siendo adalid del meollo
el amigo Carricondo,
a cuyo envite respondo
metiéndome en fuerte
embrollo.
Porque glosar un evento
a base de versear,
tiene tela que cortar,
pues no es cosa de un momento.
En espinelas te cuento
el encuentro victoriero,
que organizó con esmero
un amigo incombustible,
un Carri insustituible:
Muchas gracias,
compañero.
En la cita pertinente
del mes de junio, señores,
olvidamos los dolores
para indicarle a la gente
que aún le hincamos el diente
al bistec o al solomillo,
─y de
postre, un buen quesillo─
que saltar la norma un día
denota la rebeldía,
ya que aún nos queda brillo.
(Concluimos mañana)