Fueron algunos de los calificativos que le dedicó la
numerosa concurrencia presente en la sesión plenaria al nuevo alcalde de Arico.
El hasta ahora socio de gobierno de la socialista Olivia Delgado creyó
conveniente aliarse con los que eran sus enemigos políticos y desbancar a la
también senadora de la poltrona municipal. Nihil
novum sub sole.
Pueblo chico, infierno grande. Lo mismo da que sea por este
Norte (San Juan de la Rambla, Los Silos) que por las bandas del Sur. El
conchabe político se presta a ello. Y a más. Además, de aquí en adelante Coalición
Canaria será capaz de agarrarse a cualquier clavo, por muy ardiendo que esté,
para saldar deudas de rango superior. Léase, por favor, Cabildo de Tenerife o
Gobierno de Canarias.
El ejecutivo de paz y concordia que alegara el portavoz de
CC en la corporación ariquera –palabras casi calcadas por su homólogo del PP y
ahora socios en esta singladura– va a tener un arduo trabajo para que la
armonía vuelva a reinar en aquellos pagos.
Pero como la crónica de lo vivido hace unos días ya ha sido
redactada por periodistas de mayor empaque que este rebenque de la platanera,
vaya en este artículo la extrañeza que me produce el que se tilde de “el trilero
más grande que he conocido en mi carrera política”, expresión con la que Olivia
etiquetó a quien, supuestamente, debió ser su mano derecha en estos últimos
cinco meses.
No quedó bien parado Sebastián Martín. Y los manifestantes
en contra de la moción de censura, a tenor de lo visto y escuchado, le han
cogido la matrícula con pelos y señales. Tampoco ha sido la trayectoria del
susodicho un dechado de virtudes por sus continuos saltos en busca del echadero
donde poner los huevos. A perdonar el símil.
Me extraña, no obstante, que la agrupación socialista de
Arico no contase con tales antecedentes a la hora de embarcarse en la aventura.
Y confiase plenamente en el que ahora es tildado de lo que, a los hechos me
remito, ha venido haciendo desde siempre. Un golfo –mera comparación– no nace
por generación espontánea. Ni se hace de la noche a la mañana. Solo se
desprende de la marca, o tacha, cuando estira la pata.
Yo tengo también mi teoría al respecto. Y como el presente
es un juicio de valor, ahí va: consecuencia inequívoca de los dobletes. Alguna
voz al respecto se ha oído: más pendiente de Madrid que del pueblo, se
funcionaba a golpe de teléfono, los calderos al fuego y otras lindezas de mayor
o menor porte.
No entra en mi dura sesera qué extraño placer puede sentir
todo aquel que no se conforma, verbigracia, con ser alcalde de su pueblo –mayor
honor no puede haber para un ciudadano– y tiene que adherirse otra etiqueta.
No, de la Villa de Viera hoy no toca. Porque Manolo ya no es el alcalde de los
realejeros. Ni de Patricia, quien debe extender la sonrisa por el salón de Teobaldo
Power. Como si el quehacer que se genera en la Casa de los Dragos no tuviese el
suficiente peso para dedicarse en cuerpo y alma.
La avaricia rompe el saco. Y me entristece observar cómo se
medra en las organizaciones políticas. También en la mía. Lo que trastoca mis
esquemas y por eso me rebelo. Gente valiosa que se queda por el camino por no
dorar la píldora. Y trepadores que siguen aupados sin haber sido capaces de dar
un palo al agua fuera de la cosa (por no escribir teta) pública. Demasiadas
canonjías.
No te enmarco, Olivia, en el contenido del párrafo anterior.
¿Pero crees, acaso, que si hubieras estado en Arico al pie del cañón y no alternando
tus presencias con viajes a Madrid, se habría desembocado en este lamentable
espectáculo? De ser afirmativa la respuesta a la pregunta anterior, entonces es
que Sebastián se merece, y con creces, todas las lindezas que el pueblo le
obsequió. Y de ser así, ni quito ni pongo rey, ya lo ubicará en su lugar en
2023. Espero que para ese entonces no vuelvas a caer en la tentación senadora.
Aunque sean igualmente culpables los que permiten las excepciones. Deberían
tomar ejemplo de la agrupación realejera. Solo en este particular, porque en otros…
Y hasta aquí puedo leer.
Apostilla final: ¿A dónde irá el viejo este con disquisiciones
de tal magnitud? Con lo caduco y obsoleto, ¿qué sabrá de la organización
interna y… de las nobles artes del trepar y etcétera?
Este viejo no solo pone puntos sobre las íes sino que explica muy bien -¡ay si profundizara!- la realidad de la política y sus interioridades. Háganle caso, que después pasa lo que pasa. Y en cuanto a la censura en sí, otra muesca.
ResponderEliminarGracias, maestro. Todo un honor.
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