Nada
más asomarse diciembre a las hojas del calendario, dio comienzo una desaforada
campaña fotográfica en el seno del grupo popular del ayuntamiento de Los
Realejos que ni los más avezados publicistas darían por satisfactoria. Porque
aun siendo bueno el producto a vender, harto sabido es que la repetición
empalaga. Pero no son estos dirigentes seguidores del Baltasar Gracián. Y
cuando se lanzan a la piscina, ni siquiera echan una visual previa no sea que
esté más vacía que la cartera de cualquier hijo de vecino el día 7 de enero.
Y sería
conveniente iniciar el presente con la campaña denominada “Ampadrina una
ilusión”, que aprovecha Domínguez y la concejala de bienestar social (con
minúscula), Olga Jorge, para la pertinente pose a costa de los que deben recurrir
a la caridad para que en estas fechas no haya un niño que se quede sin regalo.
Si tuvieran la suficiente decencia política (complicado a estas alturas del
acomodo), no dudarían en reconstruir el organigrama de cargos públicos
liberados, y la correspondiente pléyade de agregados, para percatarse de que no
sería necesario apelar a la generosidad del vecino (bienvenida sea), porque
dinero hay, aunque mal repartido. De tal guisa, una acción muy loable queda en
entredicho por las cada vez menos disimuladas apetencias de protagonismo del
equipo de gobierno, a cuyo frente se halla un abalorio que debe revestirse de
estos destellos para sentirse importante. Como se lleva a cabo de manera
sistemática con la labor de la oposición, esta iniciativa para descargar las
arcas municipales de gastos que solo conducen al mantenimiento de estómagos
agradecidos, será calificada de pura demagogia. Ya es conocido que antes de don
Manuel Domínguez solo el caos habitó en el pueblo. Y él nos sacó de las
tinieblas. Por lo que le debemos agradecimiento eterno. Y seguirle votando para
que por si un casual nos fallara no quedemos sumidos de nuevo en la oscuridad.
¿No te recuerdan nada estos discursos mesiánicos?
Como
hoy no tenemos nada mejor que hacer, se levanta eufórico Manolo una de estas
mañanas (a eso de las diez, porque la noche debió recuperarse de agujetas en la
boca y cuello), vámonos de sesión. Y a mano estaban Sandra y Noelia; perdón,
Noelia y Sandra. El fotógrafo, es de cajón, siempre se halla a disposición. Y
se fueron todos a las afueras de los colegios en los que se realizan obras de
mantenimiento. Algo tan normal, y que se ha hecho desde siempre, como puede ser
el que tú debas alimentarte y lavarte la cara todos los días. Nada importa que
el montante económico de los remiendos sea una minucia en el contexto
presupuestario de la Villa. El momento en que este equipo de gobierno deba
inaugurar una gran obra (pongamos la reapertura del Cine Viera, tras su
remozamiento y convertido en Auditorio Municipal. ¿Qué pasa, no son estos
buenos instantes para mantener a flote nuestros sueños?) será tal la
parafernalia de protocolo que nos vamos a indigestar con los retratos. No van a
dar abasto las redes sociales ante la avalancha.
Y en el
colmo de la desfachatez, ahí tenemos a Lope Afonso, alcalde portuense, en la
zona de La Higuerita. Dejándose llevar, que se dice. Cuando tiene la otrora
ciudad turística en un total estado de abandono, cuando la gestión de la que él
como mandatario debería presumir es llevada a cabo desde el Cabildo Insular, se
nos viene a La Carajita. Me imagino que se habrán echado una arepa. Y a lo
mejor bajaron luego juntos por El Carril para limpiar un poco los hierbajos con
los bajos del coche. Y habrán visto, de pasada, el rabo de gato por los
alrededores del IES María Pérez Trujillo.
Por si
fuera poco lo que hay que aguantar en estas fechas con la avalancha de mensajes
cargados de hipocresía (no te conocen el resto del año y vienen ahora a
felicitarte y a desearte lo mejor), debemos añadir a esta pléyade de pijos
dando lecciones y muestras… del fingimiento más abyecto y repugnante. Solo
falta que en las instantáneas salgan dándose golpes en el pecho. Falsos.
Figurines. Fachadas.
¿Escribí
antes el colmo? Lo mismo me quedé corto. Porque cuando Manolo heredó los votos
de CC en las pasadas elecciones, también asumió la costumbre de los falsos
nacionalistas de llevar a los viejos de excursión (bocadillo incluido). Los
clubes de mayores son excelentes viveros de papeletas para llenar urnas. Y ahí
los tienes, en la última instantánea, de paseo por Las Canteras. ¿Que dónde
están los jubilados? Escondidos en la caseta que ves al fondo para que no
estropeen esta “popular” imagen. Chiquitos caraduras.
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