viernes, 22 de diciembre de 2017

La sombra de Alarcó

Leo en un artículo de opinión: “Me contaban en la radio que Asier Antona, por petición expresa de Manolo Domínguez, se había embarcado en una operación cuya finalidad era acabar en las próximas elecciones con Antonio Alarcó”. Con todas las reticencias que un juicio de valor implica, me atrevo a insinuar que no me extraña la aseveración. Nada me sorprendería de que se estén moviendo hilos en la dirección indicada. Porque al personaje que ostenta la alcaldía realejera en modalidad time sharing, le molesta horrores que algún otro de su entorno –y nada importa la fuerza política a la que pertenezca el señalado– le haga la más mínima sombra. Ya expresé cuál es su único pensamiento político hace unas horas: Yo soy yo y no admito circunstancias.
Don Manuel no puede permitirse el lujo de seguir contando con quien le demostró que se pueden sacar más votos para el Cabildo que los que él obtuvo en 2015. Esa pesada losa debe alejarse de manera inmediata. Y la fórmula idónea es que se vaya relegando su papel –que se conforme con sus actividades profesionales, que no son pocas– hasta que se quede con un carguito, como mucho. Que para pluriempleado, él.
Domínguez tiene que ser el protagonista de todas las películas. Es el fulano (¿te acuerdas?), y punto. Por ello no dudaría en cargarse, sin preciso fuera, al mismísimo Adolfo. Y como la hipotética moción de censura en La Laguna debe pasar por el indispensable protagonismo del doctor, pongan el cuño de que no la habrá (1). Alarcó está amortizado. Además, ya no da la imagen. La fecha de caducidad de su envase es patente.
No va, pues, descarriado el opinante. Nadie puede emitir destellos más brillantes que los del faro del realejero. Luz que se irradia desde lo más alto del municipio y que nos guía por el sendero correcto. Agradecidísimos estamos los cortos de casi todo, porque nos ha llegado ese halo que ha hecho posible que, por fin, veamos la claridad a la salida del túnel de San Vicente. Estábamos huérfanos y ahora somos alguien. Ya era hora.
Cuando el consejero insular Domínguez se enfada muchísimo porque el presidente del Cabildo no le presta atención a sus magníficas propuestas, y olvida que en nuestro pueblo paga con idéntica moneda a Jonás y Miguel Agustín, con el agravante de que pasado un tiempo se apropia de sugerencias ajenas, lo que en realidad ocurre no es que esté preocupado por las colas de la autopista, sino porque ve mermadas sus campañas publicitarias con las contrarréplicas del otrora popular y ahora nacionalista furibundo. Se trata, llana y simplemente, del ataque de celos de quien se ve apeado del pedestal del autobombo. Y estos comediantes se creen por arriba del bien y del mal. Viven en su particular Olimpo pero sin ser capaces de compartir espacios con otros dioses.
No me asombra, entonces, que los presidentes populares, regional y tinerfeño, dispongan de su espejito mágico en el que consultan a diario la magnitud de su guapura. Y ambos, sentados una tarde en uno de los bancos del Camino Largo lagunero, cayeron en la cuenta de que la sombra de Alarcó era más alargada de lo que presentían. Y urdieron el plan de reparto.
Mientras, estimados realejeros, sigamos haciendo el gilipollas. Apoquinemos religiosamente en la cuenta corriente los cinco mil y pico del ala. Duplica junio y diciembre. Y dime ahora si en tu trabajo te permiten ausentarte cada vez que te venga en gana y sin darle cuenta a nadie. Aplaude a rabiar las presencias fotográficas y cabréate cuando los representantes cabilderos vengan a sacarnos las castañas del fuego en la Avenida de Canarias, verbigracia. Y si por la noche te metes un partigazo porque no viste el socavón donde metiste la pata ante la ausencia de alumbrado público, llama a Manolo para que acuda presto a tenderte la mano con el fotógrafo al lado.
A pesar de todo, feliz fin se semana, disfruten de las fiestas navideñas, guarden el reintegro para el sorteo del Niño y no hace falta que escriban la carta a los Reyes Magos. Dejen eso de mi cuenta. O de la de mi amigo Manolo. Que si la tengo cogida con él. No, ríele las gracias.
(1) Después de redactado el artículo, el Tribunal Constitucional ha dictado sentencia por la que podría haber moción de censura en La Laguna sin tener que recurrir a los populares. Ello no resta un ápice al resto del contenido.

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