martes, 19 de diciembre de 2017

Modestia aparte

“Todo ello, hace que Los Realejos sea una ciudad que está de moda”. Así concluye una información, publicada en Diario de Avisos, en la que se da pormenorizada cuenta de los avances habidos en los años de gestión de Manuel Domínguez. Quien, en una entrevista en el mismo periódico, se descuelga con un mensaje muy a su estilo: “La economía municipal ha crecido cada vez que tuve la oportunidad de gestionarla”. De ahí el titular. En tu honor, alcalde, of course.
En ambos supuestos, se vislumbra un canto de alabanza sin parangón en la historia reciente del municipio. Puede que la línea editorial del diario reseñado, tras los últimos cambios empresariales, haya sufrido significados embates de filias y fobias. Para dar mayor credibilidad a lo que se nos brinda de las páginas impresas. Y para hacer bueno el dicho de que hasta los medios de comunicación se venden al mejor postor.
Si uno lee con detenimiento ambas “informaciones”, te quedas con el sabor agridulce de si la escritura corrió a cargo de algún periodista de la plantilla o se limitó la redacción a transcribir con pelos y señales cuanto dato se le hizo llegar desde el gabinete de prensa o desde el despacho de cualquier asesor agradecido. Vaya manera de denigrar una noble profesión que se caracteriza, en teoría, por sublimes conceptos de imparcialidad, neutralidad, objetividad, y que se debe al lector y no a quien aporta reseñas bajo el prisma del rédito político inmediato.
El dirigente popular ha echado al cesto de la basura aquellas intenciones de dos mandatos por cargo y, como le quedan retos por cumplir, solicita del electorado que le conceda otra mayoría absoluta. Y eso que te querías marchar para casa. Siento enormemente que no puedas contar con mi apoyo. Por falso. Porque has demostrado que te viras como las lisas. Y sufres tales metamorfosis que un día te vemos volando. En plan etéreo, no vayas ahora a malinterpretarme.
Te pregunta el supuesto periodista de la entrevista que cuál es, a tu juicio (no, va a ser al mío), la marca de identidad de la ciudad. Y tú respondes sin corregirle que somos una Villa Histórica, según reza el cartel que Adolfo colocó en El Castillo. Pero como tú pasas por allí con la cabeza ‘gacha’, pensando en asuntos partidarios, a lo peor no te has enterado.
Presentas el PGO como la panacea que va a sacar a Los Realejos de la lista negra del desempleo. Y yo, de ser el entrevistador, te rogaría que me detallaras qué demonios estuviste haciendo en los doce años (tres mandatos) anteriores en que fuiste miembro de la corporación. A lo que no te interesa, tupido velo. Hablemos de los edificios de aparcamientos, verbigracia. La maquinaria de mercadotecnia que has montado de manera paralela a tus otros negocios funciona adecuadamente. Y cuando la oposición, en el noble deber que sus votantes le han encomendado, demanda moderación en puestos de confianza y en los sueldos de tanto concejal liberado, tú lo tachas de demagogia. Eso se lo cuentas al que debe hacer malabares para llegar a fin de mes.
Tus declaraciones suponen impertinencias para quienes con anterioridad a tu milagrosa aparición en la Villa de Viera (que es, por cierto, personaje tan universal que está muy arriba del ombliguismo pueblerino en el que ha caído el equipo de gobierno) dedicaron tiempo y esfuerzo para montar el entramado social en el que ahora tú te desenvuelves creyéndote el creador de cuanto se halle al alcance de tu vista, o más allá.
Te jactas de logros económicos. Y olvidas que todos los ayuntamientos han tenido que entrar por el aro ante la amenaza de cerrar el grifo de los dineros por parte de la todopoderosa Hacienda. En vez de tanta vanagloria, pásale la receta a tu compañero Lope, ya que vales para tanto.
No te conviene poner en valor que diriges una nave que te fue entregada para que la condujeras cuando ya se hallaba en marcha desde ha bastante. Me hubiera gustado verte, licenciado en universidad americana, al mando de una maquinaria destartalada en los albores de la democracia para comprobar esa eficiencia de la que presumes ante la carencia de los servicios más elementales. Cuando por no haber, no existían colegios, ni centros donde los vecinos pudieran reunirse, ni electricidad en amplios sectores del pueblo, ni agua potable (salvo en algún que otro chorro público) para que la gente llevara a cabo sus necesidades fisiológicas más perentorias… Para qué contarte más si naciste con varias barras de pan bajo el brazo. De qué presumes ante quienes montaron esto que ahora denominamos estado del bienestar.
Te enorgulleces de un plan de barrios como si con ello hubieses inventado la pólvora. ¿O es que, acaso, los municipios que no contemplan esa mención no atienden las demandas ciudadanas mediante proyectos que ya bien quisiéramos los realejeros que se llevaran a la práctica? Y con montantes económicos inferiores.
Declaras que te vas a volcar en el mundo del caballo. Deberé recapacitar para cambiar el coche por un equino. Porque nuestras carreteras dan pena. ¡Ah, claro!, el malvado Carlos Alonso. El del circuito. Me alegro de que la hípica nos vaya a sacar las castañas del fuego. Cuánto entusiasmo en las oficinas del paro ante la buena nueva. Y los socavones de El Castillo saltando de contentos.
Pero tú tranquilo que el pueblo sigue adocenado. Por el momento. Yo soy, no obstante, optimista y continúo yendo a la mar a por naranjas, porque un día habrá un Realejos que no sea silencio amordazado.

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