“Todo
ello, hace que Los Realejos sea una ciudad que está de moda”. Así concluye una
información, publicada en Diario de Avisos, en la que se da pormenorizada
cuenta de los avances habidos en los años de gestión de Manuel Domínguez. Quien,
en una entrevista en el mismo periódico, se descuelga con un mensaje muy a su
estilo: “La economía municipal ha crecido cada vez que tuve la oportunidad de
gestionarla”. De ahí el titular. En tu honor, alcalde, of course.
En
ambos supuestos, se vislumbra un canto de alabanza sin parangón en la historia
reciente del municipio. Puede que la línea editorial del diario reseñado, tras
los últimos cambios empresariales, haya sufrido significados embates de filias
y fobias. Para dar mayor credibilidad a lo que se nos brinda de las páginas
impresas. Y para hacer bueno el dicho de que hasta los medios de comunicación
se venden al mejor postor.
Si uno
lee con detenimiento ambas “informaciones”, te quedas con el sabor agridulce de
si la escritura corrió a cargo de algún periodista de la plantilla o se limitó
la redacción a transcribir con pelos y señales cuanto dato se le hizo llegar
desde el gabinete de prensa o desde el despacho de cualquier asesor agradecido.
Vaya manera de denigrar una noble profesión que se caracteriza, en teoría, por
sublimes conceptos de imparcialidad, neutralidad, objetividad, y que se debe al
lector y no a quien aporta reseñas bajo el prisma del rédito político
inmediato.
El
dirigente popular ha echado al cesto de la basura aquellas intenciones de dos
mandatos por cargo y, como le quedan retos por cumplir, solicita del electorado
que le conceda otra mayoría absoluta. Y eso que te querías marchar para casa. Siento
enormemente que no puedas contar con mi apoyo. Por falso. Porque has demostrado
que te viras como las lisas. Y sufres tales metamorfosis que un día te vemos
volando. En plan etéreo, no vayas ahora a malinterpretarme.
Te
pregunta el supuesto periodista de la entrevista que cuál es, a tu juicio (no,
va a ser al mío), la marca de identidad de la ciudad. Y tú respondes sin
corregirle que somos una Villa Histórica, según reza el cartel que Adolfo colocó
en El Castillo. Pero como tú pasas por allí con la cabeza ‘gacha’, pensando en
asuntos partidarios, a lo peor no te has enterado.
Presentas
el PGO como la panacea que va a sacar a Los Realejos de la lista negra del
desempleo. Y yo, de ser el entrevistador, te rogaría que me detallaras qué
demonios estuviste haciendo en los doce años (tres mandatos) anteriores en que
fuiste miembro de la corporación. A lo que no te interesa, tupido velo.
Hablemos de los edificios de aparcamientos, verbigracia. La maquinaria de
mercadotecnia que has montado de manera paralela a tus otros negocios funciona
adecuadamente. Y cuando la oposición, en el noble deber que sus votantes le han
encomendado, demanda moderación en puestos de confianza y en los sueldos de
tanto concejal liberado, tú lo tachas de demagogia. Eso se lo cuentas al que
debe hacer malabares para llegar a fin de mes.
Tus
declaraciones suponen impertinencias para quienes con anterioridad a tu
milagrosa aparición en la Villa de Viera (que es, por cierto, personaje tan
universal que está muy arriba del ombliguismo pueblerino en el que ha caído el
equipo de gobierno) dedicaron tiempo y esfuerzo para montar el entramado social
en el que ahora tú te desenvuelves creyéndote el creador de cuanto se halle al
alcance de tu vista, o más allá.
Te
jactas de logros económicos. Y olvidas que todos los ayuntamientos han tenido
que entrar por el aro ante la amenaza de cerrar el grifo de los dineros por
parte de la todopoderosa Hacienda. En vez de tanta vanagloria, pásale la receta
a tu compañero Lope, ya que vales para tanto.
No te
conviene poner en valor que diriges una nave que te fue entregada para que la
condujeras cuando ya se hallaba en marcha desde ha bastante. Me hubiera gustado
verte, licenciado en universidad americana, al mando de una maquinaria
destartalada en los albores de la democracia para comprobar esa eficiencia de
la que presumes ante la carencia de los servicios más elementales. Cuando por
no haber, no existían colegios, ni centros donde los vecinos pudieran reunirse,
ni electricidad en amplios sectores del pueblo, ni agua potable (salvo en algún
que otro chorro público) para que la gente llevara a cabo sus necesidades
fisiológicas más perentorias… Para qué contarte más si naciste con varias
barras de pan bajo el brazo. De qué presumes ante quienes montaron esto que
ahora denominamos estado del bienestar.
Te
enorgulleces de un plan de barrios como si con ello hubieses inventado la
pólvora. ¿O es que, acaso, los municipios que no contemplan esa mención no
atienden las demandas ciudadanas mediante proyectos que ya bien quisiéramos los
realejeros que se llevaran a la práctica? Y con montantes económicos inferiores.
Declaras
que te vas a volcar en el mundo del caballo. Deberé recapacitar para cambiar el
coche por un equino. Porque nuestras carreteras dan pena. ¡Ah, claro!, el malvado
Carlos Alonso. El del circuito. Me alegro de que la hípica nos vaya a sacar las
castañas del fuego. Cuánto entusiasmo en las oficinas del paro ante la buena
nueva. Y los socavones de El Castillo saltando de contentos.
Pero tú
tranquilo que el pueblo sigue adocenado. Por el momento. Yo soy, no obstante,
optimista y continúo yendo a la mar a por naranjas, porque un día habrá un
Realejos que no sea silencio amordazado.
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