viernes, 29 de diciembre de 2017

Mixtura

Se acaba 2017. Y con este artículo de hoy damos el carpetazo a un año que vino marcado, fundamentalmente, por el afer catalán. Pero como nuestras pretensiones son de patente acento local, convendrán conmigo que se llevó la palma en los 205 artículos publicados hasta esta fecha, en esta nueva singladura (Desde La Corona), el equipo de gobierno del municipio realejero, con especial énfasis en quien acapara el mayor álbum fotográfico de los contornos.
Así que para dar la bienvenida a 2018 (volvemos el martes, día 2 de enero) nada mejor que hacer una excepción, olvidar a quien ustedes saben (no sin antes agradecerle que haya hecho posible que, tras los dos meses de ausencia inglesa, el número de visitas al blog experimentase notable incremento, habiendo superado el millar de ojeadores el post publicado el 27 de diciembre bajo el título de Falsedad) y hacer hincapié en unos asuntillos surgidos de la lectura de la prensa digital y que despertaron mi curiosidad unos miligramos más que el resto de cuestiones.
Puerto de la Cruz pone en marcha un sistema de inteligencia turística de datos que permitirá conocer la imagen del destino y el comportamiento del visitante y así poder dar respuesta a cualquier servicio o sugerencia. La foto que ilustra este comentario, de Diario de Avisos, da fe del acto que se alude. Me quedo con la última parte. El poder atender demandas. Porque bien pudieron inventar un procedimiento semejante para los inquilinos políticos del edificio de El Penitente. Quienes padecen de tal apatía que requieren sacudidas urgentes. Pues si fueran capaces de “dar respuesta a cualquier servicio y sugerencia”, puede que Carlos Alonso tuviera más tiempo para otros municipios. En suma, “dar otra imagen”. Y es que los excelentes datos en el número de visitantes no se corresponden con la mejoría que la ciudad debiera brindar. Diríase más bien que el aspecto físico del pequeño territorio deja mucho que desear. Claro, es que los árboles tienen la manía de cambiar de vestimenta en otoño y no colaboran con los denodados esfuerzos de los concejales liberados. Menos mal que la privatización de la gestión del alumbrado público ya comienza a surtir efectos con los apagones de rigor.
El Cabildo de Tenerife ha solicitado de Unicef que sea declarada Tenerife como isla amiga de la infancia. Sigue el presidente empeñado en aguar la fiesta al grupo popular. Envidioso a más no poder. En la nueva rotonda de Los Barros –causante, por cierto, de muchas de las retenciones en la entrada y salida del pueblo– se indica que es Los Realejos una “ciudad” amiga de la infancia. No sé si el resto de poblaciones son enemigas, pero el cartel está ahí. Son como niños. Después de que en el PIT bailaron –jolines con los movimientos de Efraín Medina– y se divirtieron de lo lindo, se acordaron de que se podría recurrir a la iniciativa señalada para que Manolo (de quien no iba a escribir) tuviese un Día de los Inocentes (la infancia lo es, ¿o no?) bastante entretenido.
Y concluyo este pequeño recorrido en La Gomera. Donde 31 personas optan al carné de artesano, según se desprende de una información facilitada por el Cabildo de aquella isla y publicada en todos los digitales.  En la foto de rigor, Casimiro y el alcalde de Vallehermoso, Emiliano Coello. El primero, presidente de la institución insular desde cuando el Benchijigua era de remos. Amén de diputado autonómico y estacón (dícese del palo que aguanta el rolo de la platanera) de Clavijo, a cambio de unos euros para más piche. El segundo, aparte de alcalde, también consejero de Industria, Comercio y Consumo. Los “aseregés” saben la tira del pluriempleo. En la instantánea gráfica nada se insinúa de la treintena de aspirantes. A no ser que Curbelo y Coello se hallen, asimismo, en la lista de matriculados. En resumen, en cuestión de salir en el retrato, en todas partes cuecen habas. Se privan, tú.
Nada más. Nos reencontraremos, si ustedes a bien lo tienen, y como antes ya indiqué, el 2 de enero, si la justicia, blogger y redes sociales lo permiten. Por mí que no quede. Sean felices y comedidos en el yantar. Y si beben, no conduzcan.

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