Aunque haya tratado este particular en más de una ocasión en
Desde La Corona (y antes en Pepillo y Juanillo), las derivas actuales, debidas
a la pandemia que sufrimos, aconsejan el oportuno repaso, porque, esa impresión
da, siguen siendo demasiados los que necesitan unas clases de apoyo antes de
verse abocados a la convocatoria de septiembre. Y a pesar de que uno lleva ya
unos buenos cuantos cursos en feliz estado jubiloso, no puede, ni debe,
desembarazarse de la etiqueta de docente. Así que, y con carácter gratuito,
vamos allá:
Expresa de manera clara y contundente el apartado d) del
artículo 20 de nuestra Constitución que “se reconoce y protege el derecho a
comunicar libremente información VERAZ
por cualquier medio de difusión”. Y para recalcar lo verdaderamente importante
de la cuestión, aclaro que lo de poner mayúsculas, negrita y subrayado es mera
táctica recordatoria, ya que, desgraciadamente, aún restan ejemplares de la
fauna humana que o son más cerrados de mollera que un ladrillo de la
construcción o pretenden pasarse de listos en determinadas interpretaciones.
Por lo tanto, libertad de expresión, sí. Siempre y sin
ambages. Pero derecho a mentir, no. Y derecho al insulto, mucho menos. Porque
algunos, afortunadamente pocos, piensan que esa libertad es como un elástico
que se puede estirar hasta extremos insospechados. Y no, pues el abuso puede
producir colisiones con derechos ajenos. Que son al menos tan válidos como los
que te asisten. Aquellos que cargamos a nuestras espaldas unas cuantas
primaveras (y resto de estaciones), hemos escuchado que un respetito es muy
bonito. Pues eso, ni más ni menos. Lo malo es que algún osado tira de su
carreta en plan bruto y cree que el camino a recorrer es de su exclusiva
propiedad. Y las vías de la vida no siempre cuentan con el espacio suficiente
como para que cada cual campe a sus anchas. ¿Tan difícil es entender este
sencillo planteamiento?
He leído las declaraciones de cierto magistrado: “La
libertad de expresión ampara opiniones subjetivas y críticas, pero no ampara el
derecho a mentir”. Yo hubiese matizado algo. Lo de subjetivas sobra. Todas las
opiniones lo son. Lo de mentir, y añado insultar, sería, en todo caso, un
supuesto derecho.
Ya ha habido algún juez que se ha encargado de poner las
cosas en su sitio. Mas no es suficiente para aquellos que nadan en la porquería
con facilidad pasmosa. A lo que se han arregostado y ya se sabe lo complicado
que es quitarle una golosina a los críos. Porque esto es lo que son, niños
malcriados en traje de adultos.
Bueno, si la lección no resultó fructífera, no me quedará
más remedio que matricular a los padres para impartirles unos cursillos de
buenos modales. Espero que no sea tarde y es que junio está a la vuelta de la
esquina. ¿Y las fotos?
Se vienen suspendiendo, como muy bien saben ustedes, todos
aquellos actos que supongan aglomeraciones. Y entre los muchos festejos, los
del mayo realejero. Que por aquello de reinventarse, pasarán a ser virtuales.
Perfecto. Aunque no sabrán igual los perritos calientes ni los turrones de Tacoronte
adquiridos y degustados por Facebook.
Me gustaría hacerte una pregunta. Imagina que en la
situación actual –estado de alarma– fuésemos mi mujer y yo a sacarnos una foto
por fuera de la Biblioteca Municipal Viera y Clavijo. Y lleváramos a un nieto
con nosotros. Además del fotógrafo que nos inmortalizara. Y que en la
confluencia de las calles Godínez con El Medio de Arriba nos trincara la
policía. ¿Cuál podría ser mi disculpa? ¿No sería merecedor a que me cayera una
buena sanción por incumplidor de las normas dictadas?
Vale, gracias por tu sincera respuesta. Pero me quedan
preguntas. Si las fiestas van a ser virtuales, ¿por qué los retratados en la
foto que se adjunta debieron hacer la exposición de manera presencial? ¿No piden
ellos mismos que me quede en casa? ¿Constituye esta nueva movida fotográfica de
Domínguez un servicio indispensable, prioritario? ¿No se expuso la romera –me
imagino que será la del año pasado– al contagio? ¿No había guantes para ella o
no pegan con esa vestimenta?
No me engañen. Prediquen con el ejemplo. ¿O es que las
libertades de los unos son de categoría superior a las de los otros?
Y, para terminar, te adelanto una primicia. Llevo años
desapareciendo del pueblo el 3 de mayo. Este año me quedo. Y el día 4 no tendré
que limpiar la azotea. Me temo que en 2021, con ración doble, no me queda nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario