Después de la comparecencia de Pedro Sánchez (¿cuántas van
ya?), tras la celebración del Consejo de Ministros que ha aprobado el plan que
de manera gradual y asimétrica irá poniendo fin a la etapa de confinamiento, me
siento con el ánimo predispuesto para teclear unos párrafos. Pero siguen dando
vueltas en la cabeza –diría, más bien, que me persiguen– las preguntas de los
nueve periodistas que en cada aparición ante las cámaras de los responsables
políticos, más que intentar resolver dudas relacionadas con los asuntos puestos
sobre el tapete, se lanzan a demostrar sus amplios conocimientos sobre la
problemática de rigor y se erigen en protagonistas –vamos, lo intentan– durante
una purriada (gran número de
personas, animales o cosas) de minutos a base de marear todas las perdices aún
existentes en España (incluyan Canarias) y siempre encaminadas hacia el más
allá. Si el presidente ha explicado que la primera fase consistirá en tal o
cual cosa, el plumilla necesita saber que ocurrirá después de la cuarta. A pesar
de que el compareciente ha dejado sentado, por activa y por pasiva, que los
pasos de la una a la otra se harán en función de los cumplimientos de las
normas que se dicten en las correspondientes órdenes que dicte el Ministerio de
Sanidad. Y como cada uno debe lanzar un mínimo de cuatro interrogantes, la
buena costumbre de informar y dar la cara ante la ciudadanía, se convierte en
un tostón de campeonato.
El periodismo está necesitado de otros mimbres. No sé si
sería pertinente una revisión completa de los planes de estudio. Pero me da que
vamos por el camino equivocado. Y la vuelta a la senda del sentido común se
antoja complicada. Casi mucho más que la consecución de la normalidad cuando
este estado de zozobra pase a ser un episodio histórico más. Lo malo es que si
al moderador se le ocurriese proponer una pregunta por cabeza, rodaría la
“ídem” de más de uno por coartar libertades. Como también pregonan los que
demandan gobiernos de salvación o intervenciones monárquicas para poner orden
en el gallinero. Hay cada quíquere (y
quícara) por ahí portando mascarillas
nacionales (otros se encasquetan gorras verdes), que… ¡déjalo quieto!
Y cuando estos afanes de protagonismo se producen en los
denominados profesionales del gremio, ¿cómo ha de extrañarnos los comportamientos
en las redes sociales? Donde cada cual se considera el rey del mambo. Hago mío
el siguiente texto extraído de un artículo de Jorge Franganillo, profesor de la
Facultad de Información y Medios Audiovisuales en la Universidad de Barcelona.
Y si alguien quiere darse por aludido, permiso concedido. Ahora que sigo con la
limpieza de ‘amigos’ en Facebook, hasta bien me vendría que así ocurriese. Y,
al contrario, si alguno entiende que los enlaces al blog, y muy poco más, que
suelen ser mis apariciones en dicha red social, repercuten seriamente en su
salud, actúe en consonancia:
“Incluso sin la protección del anonimato, tras la pantalla
podemos ser más antipáticos que en la vida real. Está comprobado que la falta
de contacto visual provoca un efecto tóxico: nos desinhibe demasiado. Y también
que el uso de medios sociales produce un aumento momentáneo de la autoestima
que nos reduce el autocontrol y nos nubla la percepción de la realidad.
De repente, muchos usuarios se creen con licencia para
matar, dueños de la verdad, con derecho a todo. Cada cual quiere proteger su
punto de vista, que considera el único correcto, y se enfrenta con fuerza
contra quien no lo comparte. Esta conducta, casi disociativa, ilustra que no
actuamos igual en línea que cara a cara”.
Clarito, clarito, clarito. Valdría, asimismo, para los
pesados. ¿Bordes? Que los hay. Como si uno tuviese todo el tiempo del mundo
para vivir enganchado.
Acabo. No estoy de acuerdo con la utilización del término
desescalada. Como tampoco con el denominado distanciamiento social, porque con
esto de las nuevas tecnologías, ya lo estábamos antes de la crisis. Del tiburón
aparecido en un solar de Los Afligidos (La Zamora), qué te voy a contar. Como
me dice siempre un amigo: este mundo se va al carajo.
Perdón, me olvidaba: Tiembla, Patricia, porque Linares ha
dicho que CC descarta una moción de censura en Santa Cruz. Bueno, más que tú,
los enchufados, porque aun pasando a la oposición, me imagino que en las
grandes ciudades habrá cargo liberado para ti. Pero los otros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario