martes, 26 de junio de 2018

Sánchez, Merkel y La Gomera

Como todo meollo tiene su introito, antes de los párrafos de rigor vayan unas líneas para mostrar mi estupefacción por el reconocimiento de Cospedal acerca de que el 90% de los afiliados del PP no pagan sus cuotas y que se ha habilitado un procedimiento sui géneris –una derrama de 20 euros– para que se pueda participar en el proceso de primarias. Ya me extrañaba que el censo de militantes fuese tan amplio, pero se me antoja que, ante semejante proclama, hasta queda corto dado que bastaba con apuntarse y no apoquinar luego un céntimo. A lo peor ese capítulo se compensaba, y con creces, con la denominada caja B y con los billetes de 500 que se blanqueaban allá por Valencia y alrededores. Y a los sumarios instruidos, tras las pertinentes investigaciones policiales, me remito.
Se estrenó Pedro Sánchez en el capítulo de encuentros internacionales –y parece que con buena nota en la comunicación oral– asistiendo en Bruselas a la cumbre convocada por el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, para afrontar de manera conjunta el problema de las migraciones. Y como un servidor solo sabe de lo que sabe, y a mucha honra, deja las cuestiones de enjundia para mentes privilegiadas, y se limita a centrarse en lo poco que puede aportar.
Como, y a un pequeño vídeo que ha navegado por Internet me remito, la canciller (¿o cancillera?) alemana, Angela Merkel, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, intercambiaron unas palabras (sin traductor, Mariano, sin traductor) en las que salió a colación las excelencias de la Isla Colombina, aquí entro yo para mediar en ese particular.
Presumo de conocer algo del territorio de aquella isla. Puede que mucho más que el propio Casimiro, aunque él sabe más de la geografía humana y de cómo se conducen voluntades. Lo mío es más de transitar senderos y perderme por la naturaleza. Como hace Merkel en sus estancias veraniegas del Tecina.
Así que, Pedro (y a perdonar el tuteo, cosas de la edad provecta), el cóctel está servido. Basta con cuadrar agendas y hacer que unos días de tus vacaciones casen con los de la teutona. Con un mensaje a través de las redes sociales en las que coincidimos, o una simple llamada telefónica de la Delegada del Gobierno, ahí estaré yo para darles unos garbeos por El Cedro. Hombre, si se les viera un detalle y me pagaran la estancia, hasta mi mujer se apuntaría. No pretendo que el alojamiento sea en el hotel precitado. Me conformo con una habitación en La Villa. El amigo Manolo (Apartamentos San Sebastián) ya me buscará un hueco. Nada de coche oficial, yo llevo el mío y los traslados corren de mi cuenta. Llenaré el depósito en Tenerife y tendremos para unos cuantos trayectos. Sí, porque en La Gomera están los precios por las nubes. Como al presidente del Cabildo le sale gratis el combustible y vive más tiempo en Tenerife, jamás se ha preocupado del asunto. Salvo a la hora de pedir el voto, pero ya se sabe que cualquier promesa tiene cabida en esos periodos. En cuatro años se olvida todo.
Cuando recalé en esa isla por primera vez (1962), Angela tenía solo 8 años, y tú, estimado Pedro, no estabas ni en proyecto. Cuando diste el primer berrido (1972), este realejero ya se había dado otro par de saltos, uno de ellos en lancha desde Alcalá. Cuando uno es joven, ya se sabe que impera el espíritu aventurero. Perras no había, pero ganas e ilusión sobraban.
El que puedan contar con un guía discreto tendrá la ventaja añadida de poder prescindir de tanta seguridad y otras parafernalias. Hay que disfrutar del paisaje sin interferencias. Y saldremos por Las Hayas para saludar a Efigenia. No faltará el potajito de berros en Arure. Aunque tampoco es conveniente volverse loco, que la gastronomía insular goza de buen prestigio en diferentes lugares. Pasaremos unas jornadas de relax total.
En caso de necesitar fotos para saber de antemano cómo puede ser el espacio físico a descubrir, basta con pedirlo. Unas peores y otras mejores, varios centenares se hallan debidamente guardadas. Se perdieron bastantes cuando unos discos duros externos me jugaron una muy mala pasada, pero el archivo se encuentra debidamente surtido.
Como cursé en su tiempo una invitación parecida a Zapatero con resultado negativo, espero que al recibo de la presente, señor Sánchez, no deje caer el convite en saco roto y, si a bien tiene aceptarlo, no me remita la respuesta con mucha tardanza, porque sufro la manía depresiva de perderme por esta Canarias con harta frecuencia. Y me desagradaría tener que dejarlo en la estacada. Así que llame a Berlín, fijen las fechas –en octubre no, que hay mucha gente porque tocan Lustrales– y… a disfrutar. Será muy bien recibido. Y yo, encantadísimo de poder ser su anfitrión. Gracias de antemano.

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