Como todo meollo tiene su introito, antes de los párrafos de
rigor vayan unas líneas para mostrar mi estupefacción por el reconocimiento de
Cospedal acerca de que el 90% de los afiliados del PP no pagan sus cuotas y que
se ha habilitado un procedimiento sui géneris –una derrama de 20 euros– para
que se pueda participar en el proceso de primarias. Ya me extrañaba que el
censo de militantes fuese tan amplio, pero se me antoja que, ante semejante
proclama, hasta queda corto dado que bastaba con apuntarse y no apoquinar luego
un céntimo. A lo peor ese capítulo se compensaba, y con creces, con la
denominada caja B y con los billetes de 500 que se blanqueaban allá por
Valencia y alrededores. Y a los sumarios instruidos, tras las pertinentes
investigaciones policiales, me remito.
Se estrenó Pedro Sánchez en el capítulo de encuentros
internacionales –y parece que con buena nota en la comunicación oral– asistiendo
en Bruselas a la cumbre convocada por el presidente de la Comisión Europea,
Jean Claude Juncker, para afrontar de manera conjunta el problema de las
migraciones. Y como un servidor solo sabe de lo que sabe, y a mucha honra, deja
las cuestiones de enjundia para mentes privilegiadas, y se limita a centrarse
en lo poco que puede aportar.
Como, y a un pequeño vídeo que ha navegado por Internet me
remito, la canciller (¿o cancillera?) alemana, Angela Merkel, y el presidente
del Gobierno de España, Pedro Sánchez, intercambiaron unas palabras (sin
traductor, Mariano, sin traductor) en las que salió a colación las excelencias
de la Isla Colombina, aquí entro yo para mediar en ese particular.
Presumo de conocer algo del territorio de aquella isla.
Puede que mucho más que el propio Casimiro, aunque él sabe más de la geografía
humana y de cómo se conducen voluntades. Lo mío es más de transitar senderos y
perderme por la naturaleza. Como hace Merkel en sus estancias veraniegas del
Tecina.
Así que, Pedro (y a perdonar el tuteo, cosas de la edad
provecta), el cóctel está servido. Basta con cuadrar agendas y hacer que unos días
de tus vacaciones casen con los de la teutona. Con un mensaje a través de las
redes sociales en las que coincidimos, o una simple llamada telefónica de la Delegada
del Gobierno, ahí estaré yo para darles unos garbeos por El Cedro. Hombre, si se
les viera un detalle y me pagaran la estancia, hasta mi mujer se apuntaría. No
pretendo que el alojamiento sea en el hotel precitado. Me conformo con una habitación
en La Villa. El amigo Manolo (Apartamentos San Sebastián) ya me buscará un
hueco. Nada de coche oficial, yo llevo el mío y los traslados corren de mi
cuenta. Llenaré el depósito en Tenerife y tendremos para unos cuantos trayectos.
Sí, porque en La Gomera están los precios por las nubes. Como al presidente del
Cabildo le sale gratis el combustible y vive más tiempo en Tenerife, jamás se
ha preocupado del asunto. Salvo a la hora de pedir el voto, pero ya se sabe que
cualquier promesa tiene cabida en esos periodos. En cuatro años se olvida todo.
Cuando recalé en esa isla por primera vez (1962), Angela
tenía solo 8 años, y tú, estimado Pedro, no estabas ni en proyecto. Cuando
diste el primer berrido (1972), este realejero ya se había dado otro par de
saltos, uno de ellos en lancha desde Alcalá. Cuando uno es joven, ya se sabe
que impera el espíritu aventurero. Perras no había, pero ganas e ilusión
sobraban.
El que puedan contar con un guía discreto tendrá la ventaja
añadida de poder prescindir de tanta seguridad y otras parafernalias. Hay que
disfrutar del paisaje sin interferencias. Y saldremos por Las Hayas para
saludar a Efigenia. No faltará el potajito de berros en Arure. Aunque tampoco
es conveniente volverse loco, que la gastronomía insular goza de buen prestigio
en diferentes lugares. Pasaremos unas jornadas de relax total.
En caso de necesitar fotos para saber de antemano cómo puede
ser el espacio físico a descubrir, basta con pedirlo. Unas peores y otras
mejores, varios centenares se hallan debidamente guardadas. Se perdieron bastantes
cuando unos discos duros externos me jugaron una muy mala pasada, pero el
archivo se encuentra debidamente surtido.
Como cursé en su tiempo una invitación parecida a Zapatero
con resultado negativo, espero que al recibo de la presente, señor Sánchez, no
deje caer el convite en saco roto y, si a bien tiene aceptarlo, no me remita la
respuesta con mucha tardanza, porque sufro la manía depresiva de perderme por
esta Canarias con harta frecuencia. Y me desagradaría tener que dejarlo en la
estacada. Así que llame a Berlín, fijen las fechas –en octubre no, que hay
mucha gente porque tocan Lustrales– y… a disfrutar. Será muy bien recibido. Y
yo, encantadísimo de poder ser su anfitrión. Gracias de antemano.
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