lunes, 11 de junio de 2018

A don Manuel Domínguez

Mis más sinceras disculpas por la ausencia, pero otras obligaciones impidieron la subida a La Corona en estos primeros días de junio. Debo confesar que entre un viaje y el tecleo –confieso mis debilidades– me inclino por el garbeo. Y a fe que los dos sancochos que me zampé en tierras conejeras bien valieron el sacrificio. Los compañeros de la promoción de Magisterio fueron testigos de que Cándido se comportó como un magnífico anfitrión. El presidente de la Academia Canaria de la Lengua y el inminente Diputado del Común (mañana, creo, accederá al cargo) podrán levantar acta de lo que manifestado queda.
Sentencia de la Gürtel (primera de ellas), moción de censura, presidencia de Pedro Sánchez, nuevo gobierno… Cuántos acontecimientos en tan corto periodo de tiempo. A renglón seguido, la guerra ha dado comienzo. Ni los cien días de gracia ni leche machanga. Cargadas las escopetas y bien guarnecidas las cartucheras, los silbidos de las balas no han cesado. El manual de instrucciones lo especifica nítidamente: leña al mono.
No iba a quedar al margen el presidente del PP tinerfeño y otrora alcalde de Los Realejos, la bella villa norteña, la de Viera (el polifacético), que me viera (de ver) nacer ha bastante. Parece que al señor Domínguez le encanta el juego. Y se ha subido al carro de los despropósitos. Por eso he elegido la fotografía que ilustra este post. Obsérvala bien. ¿Solaz, retozo, travesura con quien se oculta detrás?
Pues sí, estimados convecinos. Don Manuel nos sigue tomando el pelo (a ustedes más que a mí por razones de escasez evidente) al derecho y al revés. Mucho más al derecho, por supuesto. Ya no se le ve por el pueblo –salvo los escasos instantes de las sesiones fotográficas, las mismas que pone en solfa a sus adversarios políticos, verbigracia, Carlos Alonso– porque las responsabilidades orgánicas no le dejan resquicios para atender a las obligaciones por las que percibe generoso sueldo. Desconozco si disfruta, además, de otras asignaciones de su formación política. Pero como realejero me duele enormemente que se lleve casi cinco mil euros, limpios de polvo y paja, por un cargo que tiene abandonado, en un ejercicio de impúdica desfachatez. Y ya está bien de semejante caradura. Es más, ni se recata un ápice cuando no duda en hacer acto de presencia en los medios de comunicación en horas que debería estar atendiendo a los problemas de los contribuyentes que pagan religiosamente sus impuestos para que él, como contrapartida, pasee y se dé tono. Es que va a buscar dinero para el municipio, me espetó cierta concejala tiempo atrás en mi barrio de Toscal-Longuera. Pues no se nota, estimada, porque si no fuera por las inyecciones del Cabildo, dígame qué infraestructuras de relevancia –no me incluya, por favor, el mantenimiento de los servicios a los que el ayuntamiento está obligado legalmente– se han llevado a cabo en Los Realejos en los muchos años de mandato del bien pagado.
Y ahora, después del desalojo de Rajoy (merced a un mecanismo constitucional y no por un asalto bélico a La Moncloa), se ha sumado nuestro alcalde time sharing al bombardeo estilo Hernando. Nos deleitó, días atrás, en las redes sociales con un montaje fotográfico en el que solo le faltó la metralleta al nuevo presidente del Gobierno. El mal perder democrático madrileño se extiende por el territorio patrio. Y mi pueblo no puede quedar al margen por mucho que este equipo de gobierno pretenda establecer diferencias. No son otros los de aquí, son los mismos, con idénticos tics, con espasmos similares. Y a los perfiles sociales me remito. Disfraces del bien quedar que enseñan más de una patita. Nada de dóciles corderitos sino abundancia de lobos con caretas.
Del periodista Esteban Hernández (El Confidencial): “La táctica discursiva que subraya cómo un presidente legítimo ha sido torticeramente expulsado de un Gobierno ganado en las urnas por gente muy ambiciosa que se apoya en amigos de los terroristas, comunistas, provenezolanos, independentistas y traidores sin palabra será lugar común en los medios afines al PP”. Y añado que el argumentario popular no difiere un milímetro. Es más, los periodistas contratados para echar leña al fuego en tertulias televisivas y radiofónicas (¿pongo nombres?) no descansarán en esta cruzada a la que Sánchez se enfrenta. Legítimo es, faltaría más, que cada medio tome partido por lo que estime menester. En ello consiste el sistema democrático. Y harto sabido es que los poderes económicos juegan un papel fundamental en las derivas. Mas el peligro se encuentra en los mecanismos.
Y mi alcalde (al menos en el papel) no ha dudado en rellenar la inscripción para jugar. Lo malo es que hace trampas. De aquellas muchas más de 24 horas al día que iba a destinar a regir los destinos municipales, apenas queda nada. Un suspiro, si acaso. Sus ambiciones políticas han posibilitado una transformación radical. Este opinador barato, sujeto también a la disparidad de criterios de cada cual, y que ha sido puesto a caer de un burro en algún medio de titularidad pública con su aquiescencia (como muchos políticos cuyo único pecado es no ser de su cuerda), le exige un  mínimo de dignidad y le demanda que renuncie a un sueldo que no se merece. Usted, que es tan defensor de la empresa privada, ¿cree acaso que permitiría estas ausencias reiteradas en empleados de negocios familiares?
En su acepción cuarta, el DRAE nos indica que corrupción es “en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. La negrita es mía, por supuesto. Yo también hablo con la gente aunque no esté dando besos a mansalva. Y cada vez palpo que somos más los que nos sentimos burlados. Y sisados. Hurtados, vamos. Robados, para mejor entendernos. ¿O lo denominaría usted de otra manera, señor Domínguez?

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