Espero, y deseo, que el PSOE no se sumerja en el mismo
jacuzzi que sirvió a Ciudadanos para el hidromasaje, próximo pasado, que la
valió de terapia de autocomplacencia por el éxito que vaticinaban casi todas
las encuestas. Tanto que a Rivera ya se le había puesto una piel tipo culito de
niño. Y cuando el orgasmo electoral estaba a punto de estallar, una moción de
censura retrató a cada cual y se cambiaron las tornas.
Ahora se respiran nuevos aires. Los sondeos expresan otros
números. Pero son fotografías del momento. Y salta a la vista que los cambios
se vienen produciendo a velocidad de vértigo. Por lo que mañana, ve tú a saber.
Se disparan dardos y flechas envenenadas desde todos los
sectores. No queda al margen, por supuesto, el periodismo. Porque es, quizás,
la parcela más sujeta a dictados económicos. Y ya se sabe que cuando duele la
pela, hasta el más tonto se consuela. Y si el dicho no es así, dalo por
cambiado.
Como este país está tan necesitado de gestos, entiendo que
existe un amplísimo campo para que este nuevo gobierno desarrolle políticas que
devuelvan la ilusión a un pueblo que sufrió recortes durante muchos años para
que, por ejemplo, la banca saliera del ahogo que se había provocado sin que
nadie, salvo las apetencias de los dineros fáciles, le hubiese puesto la soga
al cuello.
A esta campaña de acoso y derribo se suman gustosos ciertos
medios de comunicación de este archipiélago. Y estoy pensando en estos momentos
en dos impresos, uno de Tenerife (aunque nacido en La Palma) y otro de Gran Canaria.
Cuya cruzada en contra de todo lo que huela al perfume del secretario general
del PSOE en Canarias, Ángel Víctor Torres, raya la indecencia y el
filibusterismo más despreciable.
Cuando no ha demasiado se consideró que el sistema de
primarias para la elección de candidatos era un modelo digno de elogio
democrático (tanto que hasta el PP se lo ha copiado), para algunos periodistas
de garrafón viene a resultar que las lógicas diferencias de opinión entre los
que legítimamente aspiran a ostentar un cargo, orgánico o no, se convierten,
por mor de estructuras neuronales calenturientas, en sablazos y guerras
intestinas. Y enfrentan, en otra versión de pleito insular, a tinerfeños y
canariones en el terrero de la dialéctica más despreciable. Mucho toque pa´tras,
que se diría en el vernáculo deporte.
La información veraz que consagra la Constitución, y a la
que todo profesional se debe, se trastoca en posicionamientos a los que no ha
lugar en un periodismo serio y riguroso. Porque las opiniones tienen cabida en
otras secciones. Y muy mal asunto el que se intente confundir al lector con
elucubraciones, rumores y cambalaches varios. Porque algo tan simple como que
los hechos son sagrados, viene a convertirse en pura entelequia por enfermizos
comportamientos que cualquier código ético rechaza.
Qué pena de periodismo. El ‘deberse a’ hasta tales extremos
hace que la inmundicia prolifere. Que un periódico calque procederes habituales
de las redes sociales, donde el más lenguaraz cuenta con mayor cantidad de
seguidores, es tema a considerar. No está la profesión para dislates de semejante
calado. No echen más porquería en un patio que no se caracteriza por su
limpieza. Hasta el chiquero del cochino, que diría mi abuela, está de mejor
ver. Por si fueran pocos los advenedizos que pululan por platós tertulianos, no
contribuyamos a la desaparición del papel con estas micciones fuera del tiesto.
Y es que al final, cuando todo se halle chingado, el remedio de ir a llorar a
la plaza de nada servirá.
Menos mal que los trabajadores de los informativos de la radiotelevisión pública española, hastiados del intervencionismo, más que
intrusismo, de los gobiernos de turno, siguen vistiéndose de negro cada viernes
en demanda de unos telediarios serios y rigurosos. Y uno, más de pueblo que el
campanario de la iglesia y más de campo que un rolo de la platanera, se
enorgullece de una prima hermana que no ha dudado un instante en denunciar tan
caótica situación.
Al igual que inicié el presente, espero, y deseo, que esta
nueva hornada ministerial sepa actuar con riguroso criterio. Y que luego tomen
buena nota las televisiones autonómicas. También la nuestra. Porque es una pena
de tan buenos “vasallos” con unos “señores” que dan lástima.
Porque corren nuevos aires, hasta vislumbro un horizonte más
diáfano Desde La Corona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario