lunes, 18 de junio de 2018

Corren nuevos aires

Espero, y deseo, que el PSOE no se sumerja en el mismo jacuzzi que sirvió a Ciudadanos para el hidromasaje, próximo pasado, que la valió de terapia de autocomplacencia por el éxito que vaticinaban casi todas las encuestas. Tanto que a Rivera ya se le había puesto una piel tipo culito de niño. Y cuando el orgasmo electoral estaba a punto de estallar, una moción de censura retrató a cada cual y se cambiaron las tornas.
Ahora se respiran nuevos aires. Los sondeos expresan otros números. Pero son fotografías del momento. Y salta a la vista que los cambios se vienen produciendo a velocidad de vértigo. Por lo que mañana, ve tú a saber.
Se disparan dardos y flechas envenenadas desde todos los sectores. No queda al margen, por supuesto, el periodismo. Porque es, quizás, la parcela más sujeta a dictados económicos. Y ya se sabe que cuando duele la pela, hasta el más tonto se consuela. Y si el dicho no es así, dalo por cambiado.
Como este país está tan necesitado de gestos, entiendo que existe un amplísimo campo para que este nuevo gobierno desarrolle políticas que devuelvan la ilusión a un pueblo que sufrió recortes durante muchos años para que, por ejemplo, la banca saliera del ahogo que se había provocado sin que nadie, salvo las apetencias de los dineros fáciles, le hubiese puesto la soga al cuello.
A esta campaña de acoso y derribo se suman gustosos ciertos medios de comunicación de este archipiélago. Y estoy pensando en estos momentos en dos impresos, uno de Tenerife (aunque nacido en La Palma) y otro de Gran Canaria. Cuya cruzada en contra de todo lo que huela al perfume del secretario general del PSOE en Canarias, Ángel Víctor Torres, raya la indecencia y el filibusterismo más despreciable.
Cuando no ha demasiado se consideró que el sistema de primarias para la elección de candidatos era un modelo digno de elogio democrático (tanto que hasta el PP se lo ha copiado), para algunos periodistas de garrafón viene a resultar que las lógicas diferencias de opinión entre los que legítimamente aspiran a ostentar un cargo, orgánico o no, se convierten, por mor de estructuras neuronales calenturientas, en sablazos y guerras intestinas. Y enfrentan, en otra versión de pleito insular, a tinerfeños y canariones en el terrero de la dialéctica más despreciable. Mucho toque pa´tras, que se diría en el vernáculo deporte.
La información veraz que consagra la Constitución, y a la que todo profesional se debe, se trastoca en posicionamientos a los que no ha lugar en un periodismo serio y riguroso. Porque las opiniones tienen cabida en otras secciones. Y muy mal asunto el que se intente confundir al lector con elucubraciones, rumores y cambalaches varios. Porque algo tan simple como que los hechos son sagrados, viene a convertirse en pura entelequia por enfermizos comportamientos que cualquier código ético rechaza.
Qué pena de periodismo. El ‘deberse a’ hasta tales extremos hace que la inmundicia prolifere. Que un periódico calque procederes habituales de las redes sociales, donde el más lenguaraz cuenta con mayor cantidad de seguidores, es tema a considerar. No está la profesión para dislates de semejante calado. No echen más porquería en un patio que no se caracteriza por su limpieza. Hasta el chiquero del cochino, que diría mi abuela, está de mejor ver. Por si fueran pocos los advenedizos que pululan por platós tertulianos, no contribuyamos a la desaparición del papel con estas micciones fuera del tiesto. Y es que al final, cuando todo se halle chingado, el remedio de ir a llorar a la plaza de nada servirá.
Menos mal que los trabajadores de los informativos de la radiotelevisión pública española, hastiados del intervencionismo, más que intrusismo, de los gobiernos de turno, siguen vistiéndose de negro cada viernes en demanda de unos telediarios serios y rigurosos. Y uno, más de pueblo que el campanario de la iglesia y más de campo que un rolo de la platanera, se enorgullece de una prima hermana que no ha dudado un instante en denunciar tan caótica situación.
Al igual que inicié el presente, espero, y deseo, que esta nueva hornada ministerial sepa actuar con riguroso criterio. Y que luego tomen buena nota las televisiones autonómicas. También la nuestra. Porque es una pena de tan buenos “vasallos” con unos “señores” que dan lástima.
Porque corren nuevos aires, hasta vislumbro un horizonte más diáfano Desde La Corona.

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