martes, 12 de junio de 2018

Clavijo, encuestas, titulares...

Padylla, como siempre, lo borda. Sin palabras es capaz de dibujar el panorama político canario con una maestría increíble. Apenas han transcurrido tres años desde aquel piropo a Bravo de Laguna (ese ser incombustible que lleva más de cuatro décadas subido al coche de hora que sube a Teror, pasando por Santa Brígida, incluyendo el billete en la guagua de dos pisos londinense, de la que solo bajó a sisar un pijama), a quien definió como un señor de cierta edad, y que ahora, por mor de ensalmos con agua de llantén (limpia las legañas), se ha convertido en el revulsivo para recuperar Gran Canaria. Guárdenme cuatro huevos de quícara. Si para amplísimos sectores de la población de aquella isla Coalición Canaria se identifica con ATI, no arriendo las ganancias de estos abrazos interesados cuando sellaron la alianza electoral. Máxime si se pretende vender renovación. Más vale que utilicen el vocablo recauchutado.
Cuando vislumbré esta fotografía en la que Clavijo sostiene, junto a otros, ese cacho de serpiente –fíjate bien en la cara de acojonado –acobardado, según el DRAE– para demandar responsabilidad a quienes adquieren especies exóticas, me fui, ipso facto, a la que sellaba la unión chichacanariona con el pegamento fallido del pósit (papel autoadhesivo). Porque mira que es extraño, ridículo y extravagante este matrimonio de conveniencia. Ellos sabrán, que diría un amigo. Pero la impresión que uno palpa en el panorama isleño es que CC lleva una ruta en descenso más peligroso que el tramo entre El Asomadero y La Corona de la reciente Bluetrail tinerfeña. Como no se halla el PP en condiciones de tirar voladores y Ciudadanos murió de éxito en las encuestas anteriores al debate de la moción de censura, por la parte que me toca voy a hacer todo lo posible para postularme y competir en primarias, porque las ofertas que tengo sobre la mesa me pueden suponer un sustancioso incremento a la paga que recibo en mi estado jubiloso. Bien de viajes haría. Me autonombraría embajador plenipotenciario en las islas.
A todas estas, leo el siguiente titular: Antona preguntará a Clavijo por su relación con Pedro Sánchez. Pero qué confianzas son esas, señores periodista o líder del PP canario, según proceda. Qué intromisión más descarada en las vidas privadas de las gentes. ¿Por qué no interpela a los realejeros, señor Asier, acerca del inmerecido sueldo que nos sustrae su correligionario Domínguez? Cuídense, que estamos despertando del encanto de los polvos mágicos. Y dentro de unas semanas nos vamos a reunir unos viejitos de la Tercera Juventud –o Peña de Los Roques– para echarnos un vaso de vino con un cacho de algo, porque se nos metió la manía de que aún podemos ser válidos. Tanto, o más, que el humo en frascos vendido en las redes sociales.
Otro lamentable titular: Dos miembros gays visibles en el Gobierno: ¿Y dónde están las lesbianas? Del estilo del bochornoso artículo machista, firmado por una periodista, en el monárquico ABC. Y es que el nuevo Ejecutivo, que preside Pedro Sánchez, ha sido diana como antes jamás se había visto. Desde el minuto menos uno. Síntoma inequívoco de que puede llegar mucho más allá de las dos semanas previstas por los agoreros y, al tiempo, de lo carca que es aún esta sociedad. Máxime cuando el resultado de las dos encuestas dadas a conocer este pasado domingo, y que fueron encargadas por el citado ABC y La Razón, conceden un notable incremento en la intención de voto al Partido Socialista. A pesar de que el diario que dirige Marhuenda se descuelga con un sugestivo “los populares apenas sufren desgaste”. Manda lo otro, por no escribir aquello.
Y termino con un medio de comunicación impreso de esta isla. No lo cito porque en el mismo trabajan unos buenos amigos. Nos traslada a Tacoronte para poner en nuestro conocimiento que el concejal de Recursos Humanos ha sido reprobado, por unanimidad, en la última sesión plenaria. Para, a renglón seguido, aclarar que el resultado de la votación fue de 14 votos  a favor y 4 en contra (de la reprobación). Los cambios sociales hacen posible que los significados sufran, asimismo profundas metamorfosis. Y aunque antes la unanimidad significaba sin discrepancias, ahora se admiten matices. Manda aquello, por no escribir lo otro.
Perdón, se me olvidaba. Estoy todavía patinando, o bailando con, o sobre, una pata sola, ante la cantidad de florituras que plasmó cierto comunicador en un reciente artículo que vio la luz por estos lares. O la penumbra, que estoy confuso. Como no sea que le esté haciendo la competencia a otro para rematar la oferta ineducada, no acabo de entender la finalidad de tan didácticas composiciones. De ostentar algún cargo en el ayuntamiento portuense, los contrataría desde ya como vocingleros, gárrulos y lenguaraces, que no portavoces.

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