Ha celebrado el PP en Madrid su 18 Congreso Nacional bajo el
lema España, Adelante! Lo único que me ha quedado claro, según las excelentes
referencias feisbuccianas del
cronista oficial del partido en la Muy Noble e Histórica Villa de Viera, es que
no hacía maldita falta este montaje (con un gasto que no debieron cubrir los
condenados valencianos de la Gürtel, ¿o sí?) para decidir el futuro político de
la pluriempleada Dolores. Viene todo esta parafernalia a ratificarnos que Spain is different.
Como te iba contando, este chiquillo (o, quizás, no tanto,
aunque inocente, cándido, y puede que gilipollas –ver DRAE–), que ‘bebe los
vientos’ por todo lo azulado (y cada cual es libre de elegir el color que más
le convenga), me tuvo debidamente informado. Un gran despliegue fotográfico,
como bien gusta al que es olfateado con sumo deleite (consulta en Internet el
significado de la expresión entrecomillada y comprobarás que no hay connotación
negativa alguna en lo olido, husmeado, rastreado, en suma, olfateado), nos
confirmó que entre selfies y sesiones retratistas se lo pasaron chachi piruli.
Vamos, como si en los salones hubiesen cubierto las paredes con espejos. Ni los
chicos guapos de Ciudadanos, la marca blanca, lo habrían hecho mejor. Hasta
pude atisbar a Mariano con unas gafas de traducción simultánea y que se las
puso cuando alguien le insinuó lo del relevo generacional. El interlocutor de
Trump ante la mal denominada América Latina es así de ingenuo. Por eso tiene
tanto predicamento en cierto sector de mi pueblo que pudo haber pasado por las
aulas, pero que estas no produjeron mella alguna, no obraron el fin que se les
presupone, de lo que, como docente, me lamentaré eternamente. Cada vez que me
acuerdo, me doy cabezazos contra la pared. Aunque después medito y dígome que
vaya relajo; empalagoso hasta decir basta.
De un verdadero ejercicio de autocomplacencia pudimos ser
testigos este pasado fin de semana. Salvo las honrosas excepciones. La de
aquellos dos que denunciaron un pucherazo en el recuento de los votos que
permitieron a Cospedal seguir aupada a sus machitos. Y dimitieron. O fueron
invitados al atraque en algún puerto de Castilla-La Mancha.
Pero yo quiero venirme más cerca. A un municipio del norte
de Tenerife llamado Los Realejos. En el que manda (gobernar es otra cosa bien
diferente que no se contempla en su manual de instrucciones) con una comodísima
mayoría absoluta un Partido Popular, que se vio beneficiado por la debacle
electoral de una Coalición Canaria que le dio la espalda a su propia
candidatura por las peleas no tan internas de su organización y cuyos votantes
optaron por prestarle el voto a Domínguez, aunque ya lo lamentan públicamente.
Y no les va a quedar más remedio que esperar a 2019, porque ni en el fastuoso
Reglamento de Participación Ciudadana van a tener la opción de elevar quejas,
ya que ha sido redactado para que el tutelaje gubernamental sea condición sine
qua non. Estaremos al tanto de las sugerencias de las entidades vecinales y otros
grupos políticos.
Don Manuel Domínguez ha sido designado por el dedo
todopoderoso vocal del Comité Ejecutivo del PP nacional. Y algo que, como
realejero, debería llenarme de satisfacción, me ha provocado un nuevo quebradero
de cabeza. Si ya la presidencia insular de su formación política causaba notorias
ausencias traducidas en decretos para delegar la alcaldía en el segundo de la
nave, échale ahora guindas al pavo. Si la condición de consejero en el Cabildo
Insular de Tenerife añadía desapariciones del puesto por el que nuestra villa
le abona catorce espléndidas pagas en el año, arráyale otro millo a la partida.
Si sus aficiones cinegéticas también suscitaban deserciones para irse detrás de
los conejos, manda podencos desaparecidos. Y las que desconozco de sus
habilidades empresariales. El que vale, vale, carajo, y el que no, pa´ maestro
de escuela.
En resumen, si de los cinco días laborables, tres no estaba
en la Avenida de Canarias (salvo si el protocolo exigía una sesión fotográfica),
a partir de la próxima semana tendrá que irse cada siete días a la capital del
reino. Y lo mismo no le da con las 24 horas. Nuestros impuestos seguirán
nutriendo la caja de la que se llevará a
cabo la transferencia bancaria. Será nuestro alcalde como aquel funcionario que
cobraba sin dar un palo al agua y cuyo singular proceder conocimos por las
redes sociales. Esta nueva guinda será puesta en valor por los tenientes de
alcalde cuando sigan sosteniendo que estas infidelidades para con el cargo de
máximo responsable de un municipio que pierde población, y asolado por un paro
que desciende porque la gente emigra, nos vienen de maravilla por las ingentes
cantidades de dinero que nos trae el otro pluriempleado en maletines llenos de
500 euros con los que… seguir pagando las reuniones mensuales de los concejales
no liberados del grupo de gobierno y algún que otro marrón.
Tardando está Manolo para redimirnos de la carga económica.
Sería todo un detalle por su parte que renunciara al sueldo de alcalde. Que le
pague el partido. Con lo que seguiremos siendo los contribuyentes los que apoquinemos
la pasta, pero quedaría como un caballero. Aunque me temo que mi gozo en un
pozo (My joy in a well, por si me lee
Rajoy). Tendría derecho, por supuesto, a que los fines de semana coronara todas
las reinas de las infinitas fiestas que disfrutamos. Actos a los que le
acompañará, faltaría más, mi cronista, fotógrafo, mánager y recogepelotas.
No, yo no me alegro de tener un vocal en Madrid. Demasiadas
incompatibilidades para desarrollar una buena gestión en MI pueblo. “El que
mucho abraca, poco atraca”, refrán adecuado y pertinente. A no ser que deje
paso y se dedique plenamente a sus legítimas aspiraciones orgánicas para los
ascensos que tenga en mente. Por todo ello, y no es poco, me negué a poner un
Me gusta en Facebook.
Y con esto me afucho,
y hasta mañana.
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