martes, 12 de septiembre de 2017

Una gran plaza pública

Fue ayer un día pródigo en asuntillos para comentar. El más destacado, quizás, el hecho de que el actual Director de Seguridad y Emergencias en el ayuntamiento realejero, puesto de confianza para el que Manuel Domínguez habilitó al señor Marrón (Marrón Herrera, José Juan): el bien pagado, como se le conoce por estos contornos), que figura como uno de los diez aspirantes (BOP nº. 107, de 6 de septiembre próximo pasado) a cubrir el puesto de Subcomisario de la Policía Local de Los Realejos. Y ya te podrás imaginar que han sonado todas las alarmas, tras la gran contestación habida en el pueblo con un puesto perfectamente prescindible (para copiar y pegar no se justifica el enchufe), y con cuyos emolumentos pudo ampliarse la plantilla en, como mínimo, dos nuevas plazas. Desde tal lugar de privilegio, el ‘popular’ don José (me imagino que Pepe para los amigos), tendrá a su alcance toda la información del proceso. Lo que plantea serias dudas en el procedimiento. Puede que ello implique consecuencias jurídicas ante posibles reclamaciones del resto de aspirantes. Lo que sí desprende es un tufillo de componenda, que la ética queda a la altura del betún. Y eso que este grupo de gobierno era otro PP, no el de Madrid. Todavía quedan ingenuos en este Villa de Viera.
Pero vamos al hecho que nos concita. Para lo que nos debemos trasladar a la vecina población de Puerto de la Cruz (de y no del, para general escarnio de periodistas y lingüistas de pro). Donde se va a acometer, por fin, la rehabilitación del Hotel Chiripa (cerrado desde hace años) para convertirlo en un establecimiento de cinco estrellas. Se ejecutará dicha acción dentro del Plan de Modernización y las obras acondicionarán un gran plaza (tres mil metros cuadrados) que, una vez concluida, pasará a ser de titularidad municipal.
Estuve yendo cada quince días durante algunos años con la A. F. de Higa a tocar en dicho hotel. Y en el descanso de la actuación siempre había oportunidad para dar un  recorrido por sus magníficos jardines. Con conocimiento de causa, pues, quiero imaginarme cómo va a quedar esa área que se cederá al ayuntamiento.
Y lo que debería ser un motivo de alegría, me preocupa sobremanera porque viendo cómo está la ciudad, cómo se esmera el grupo de gobierno en el mantenimiento de los espacios públicos, un sudor frío recorre mi cuerpo desde que leí la información.
Cuando los vecinos de La Dehesa se quejan de farolas de alumbrado público fundidas, de vegetación que apenas deja transitar por sus calles (los callejones de toda la vida: Las Quinteras, el de Cosme…), y que un concejal de la zona se escude en que solo hay un electricista para todo el municipio y que la solución vendrá de la mano de la futura empresa adjudicataria del servicio (otra nueva privatización, que como sea Effico, y me temo que sí, esperen sentados), díganme ustedes qué esperanza para el cuidado del nuevo lugar de esparcimiento a la entrada del Parque del Taoro por su costado norte.
En la mañana de ayer acudí al Centro Médico La Villa para ‘repetir’. Sí, los viejitos vamos de vez en cuando a que nos hagan las recetas para los medicamentos de la tensión alta, el colesterol y otras boberías que aparecen con la edad. Al la vuelta, paré en San Nicolás para la pateada de rigor. Salí en dirección a El Durazno y en vez de subir por El Ciprés, me adentré en la urbanización (no me acuerdo cómo se denomina) y cogí por la calle Flor de Pascua. Saben que no uso móvil y por lo tanto no pude sacar unas fotografías, pero la acera izquierda (en sentido ascendente) está intransitable. Flor de pascua no vislumbré, pero las buganvillas te impedían el paso y debías bajar a la calzada sin remisión. Si me lee algún concejal (el mismo de La Dehesa citado anteriormente, por ejemplo, de no estar ocupado en asuntos judiciales televisivos), quizás me señalará que eso compete al propietario de la vivienda. Pero si el ayuntamiento no es capaz de exigirle que la pode cuando la avalancha es notoria y patente, sigan cobrando cómodamente sentados. Y se atreven a publicar que en estos dos últimos años han mejorado la situación. Por lo visto Lope llegó a El Penitente en 2015 por primera vez. Y los de CC, Marrero y Sandra incluidos, la semana pasada.
Las expectativas, pues, no son nada halagüeñas. Porque el estado de abandono que se masca en cualquier urbanización o barrio portuense es más que notorio. Y qué pena de iniciativa de continuar con estos mimbres de pasotismo, de indolencia, de flojedad.
¿Y si cambian? Ojalá. ¡Ah!, la foto es de Diario de Avisos.

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