No salgo de mi asombro. Debe ser que los años me juegan
malas pasadas. O que no tengo necesidad de esto (escribir), que me comentan
algunos. Pero aquí sigo, (don) erre que erre, a lo Paco Martínez Soria.
Andaba yo tranquilito y relajado por tierras majoreras (Club
Caleta Dorada, Caleta de Fuste –o El Castillo–, Antigua, a través de Mundiplan –Imserso–,
8 días (7 noches), todo incluido, 188,80 euros por cabeza), cuando en el pueblo
se convoca rueda de prensa para dar a conocer logros del equipo de gobierno
actual –qué digo, osado de mí, de Manolo y Adolfo, que ya Noelia se halla en
declive– desde que accedieron a los despachos de la Avenida de Canarias. Y
olvidaron –me imagino que de manera intencionada– que algunos conservábamos
unas revistas publicadas cuando estaban en la oposición y que me valieron para
los artículos de lunes y martes de esta misma semana. Aprovecho para agradecer
nuevamente la amabilidad de los bastantes centenares de lectores que cada día
se alongan conmigo Desde La Corona.
El señor Domínguez reduce todo su argumento al hecho de
gestionar el ayuntamiento como si de una empresa privada se tratase. Priman los
números, el disponer en caja de muchos miles de euros y de presumir de unas cuentas
saneadas. Hecho, por cierto, que las obligaciones impuestas por Hacienda, junto
a restricciones y amenazas de intervención, se ha producido en la inmensa
mayoría de consistorios españoles. Y no digo que ello sea malo per se, pero
cuando aún se requieren actuaciones que claman al infinito, no te jactes de
tener la cartera llena de billetes si existen necesidades que cubrir.
No comparto esa alegría de que Los Realejos es ahora “un
mejor lugar para vivir”. Se me argumentará que son ópticas o cristales. Vale,
pero, y es solo un ejemplo, las entradas y salidas del municipio no están como
para lanzar voladores. Son más las empresas que han echado el candado que las
que han abierto sus puertas. Tenemos menos habitantes –unos cuantos miles– y la
lista del paro no desciende al ritmo de júbilo que nos pretenden vender. Mucho
que hacer en el capítulo del Patrimonio Histórico. Y no sigo porque no les voy
a elaborar programas electorales, que luego serán incumplidos.
Se lamenta –menos mal que se le ve un detalle– de no tener
aprobado el Plan General de Ordenación (PGO). Como no se culpa a nadie (Cabildo,
Gobierno autónomo u otros donde no sea el PP el que corta el bacalao), deduzco –¿o
soy demasiado optimista?– que reconoce algún desliz en la tramitación. ¡Uy!,
perdona, Manolo, por pensar cosas feas, pero ¿cuánto tiempo necesitas? ¿Siete
décadas, quizás?
“El hipódromo es una deuda casi personal con los vecinos”.
¿Con cuáles? Mis caballos están a buen recaudo en el coche y no necesitan
instalaciones de alto starling (ya sé
que a usted no le gusta decir las cosas en inglés, pero a mí sí; por presumir,
¿sabe?, como cierto concejal de épocas pretéritas). Intente cazar (con dobles) el
interés de los afortunados jinetes con los de otros vecinos que son más de
vacas, cabras y ovejas, así como los amantes de los fuegos artificiales.
Con respecto al campo de golf, leo que “no ha tirado la
toalla”. Vaya con sumo tacto no sea que se le vire la tortilla como cuando hubo
una solicitud de instalación de una superficie comercial en Los Potreros. ¿Se
acuerda, no?
Y la guinda: Muestra usted total “predisposición de volver a
ser cabeza de lista al Cabildo o ir a otra administración, pero siempre priorizando
el municipio”. ¿Otra vez, don Manuel? ¿Y el compromiso para dedicar todo su
tiempo y esfuerzo a Los Realejos? ¿Olvidó que lo escrito tiene memoria? ¿Por
eso puso a Adolfo a su lado en la foto? Si en la actualidad, a lo sumo, está
dos días por estos lares –las sesiones fotográficas, ya sabe–, ¿pretende que le
sigamos pagando por un trabajo que no realiza? Me asombra que una persona tan
seria como se menta sea capaz de engañar de tal guisa.
Sus vaivenes y desdobles solo son equiparables a los de mi
otro admirado político: Casimiro Curbelo. Y como me gusta demostrar con hechos
que lo que escribo debe poseer todo el fundamento posible, pongo a su
disposición unas líneas de su última encíclica dominical para que compruebe que
las concomitancias son cada vez más evidentes:
“La política es saber ceder y colaborar cuando es
objetivamente razonable apoyar una iniciativa aunque la lidere o impulse otro
grupo político”. Se refiere Curbelo a su andadura en el Parlamento de Canarias.
Y ya sabemos cómo se las gasta en el Cabildo gomero. Como usted en la Villa de
Viera con los grupos de la oposición. Sí, ya sé que me repito. Tantas veces
como hagan falta para que este pueblo nuestro despierte del letargo en el que
se halla sumido por los polvitos mágicos. Y sigo con las transformaciones de Casimiro
en Teobaldo Power:
“Romper la capacidad de alcanzar consensos o perder la buena
y necesaria costumbre de mostrarse dispuestos a la negociación son errores que
la Cámara no puede permitirse. Los canarios no se merecen esto. Merecen que
antepongamos sus inquietudes a los desvelos electorales de los partidos.
Merecen que los grupos parlamentarios hablen menos de sí mismos y mucho más de
la cosas que están en el día a día de la gente de la tierra”. Para enmarcar. Y
si es con una foto de ustedes dos, al estilo de una buena yunta en esta próxima
feria de ganado (si el hipódromo lo posibilita), mejor que mejor. La Consejería
de Sanidad debe plantearse con urgencia la construcción de un buen hospital
psiquiátrico. O siete, mejor.
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