Cae una ligera llovizna mientras tecleo estos párrafos al
mediodía del jueves. Ya era hora de que refrescara el ambiente. Aunque, a lo
peor, los que se hallan en faenas de vendimia no estén por la labor. No creo que
estas aguas, fruto de los benditos alisios, perjudiquen ya el proceso
madurativo de la uva. Eso he oído, que uno sabe un fisco de plataneras y poco
más.
En la mañana del pasado miércoles (ayer para mí, y anteayer
para el lector que se alonga a este post pergeñado, como siempre, arriba en La
Corona), mi alcalde se fue a ganar el sueldo mínimo que percibe a Icod de los
Vinos. Algo bastante frecuente en su quehacer diario y que tiene a los
realejeros bailando sobre una pata sola. Entiende el todopoderoso e iluminado
Domínguez que puede seguir haciendo lo que le venga en gana sin dar cuenta a
los que con nuestros impuestos le abonamos la soldada. Cree que nos puede
seguir tomando el pelo de manera reiterada y sin una mísera explicación. Como
si estuviese envuelto por halo divino y creyese que los votos son prerrogativa
per sécula seculórum.
Durante el desayuno informativo, los tres populares de la
foto, pluriempleados todos, a saber, Antonio Alarcó, Isabel García y Manuel
Domínguez, se hartaron de difundir la cantinela de “mala gestión” e “improvisación”
hasta el punto de marear las tostadas que mira con desconsuelo el doctor, concejal,
senador y unas dos o tres mil ocupaciones más.
Le correspondió ahora el asunto del mal denominado Hospital
del Norte. Como antes fueron las colas en la autopista y después será la falta
de inversión en esta parte de la isla. Deben estar descubriendo la pólvora con
estas argumentaciones. Las unas, verdades impepinables (que también vislumbramos
los ciudadanos de a pie, sin necesidad de vestirnos con ropajes políticos), y
las otras, al menos cuestionables porque los números cantan. Y en esta tierra,
tan dada a pactos y componendas bajo las directrices que ha venido marcando
Coalición Canaria, no ha sido ajeno el Partido Popular en diferentes épocas.
Pero bien harían quienes tienen responsabilidades de
gobierno en otros ámbitos en nadar y cuidar la ropa. Por si pudiese existir
efecto bumerán (o búmeran) y el arma arrojada al contrincante diese la vuelta y
les diera de lleno en el totizo (canarismo: nuca, parte posterior de la cabeza).
Más le valdría al señor Domínguez dejar bien barrido su patio antes de lanzarse
a la aventura de poner en solfa la limpieza de los ajenos.
Improvisación, alega. Hace dos días tuve una interesante
charla con alguien más entendido que yo acerca de la ingeniosa ocurrencia del
alcalde realejero de convocar un concurso de ideas para la construcción de una
nueva piscina municipal. Nada se dice de lo que piensan hacer con la actual, en
la que este año no se acometerán obras de mantenimiento. Ni de dónde va a salir
el dinero para realizarla, ni en qué espacio del municipio se ubicará, ni de
las características de la misma…
Como es de suponer, una obra de tal envergadura requerirá
inversión externa. Porque el ayuntamiento solo, a pesar de los cacareados
superávits, no podrá acometer semejante gasto, salvo que la lleve a cabo en una
docena de fases y en un periodo de tiempo de varias décadas. Y el que vaya a poner
los cuartos (Cabildo, Gobierno) deberá, asimismo, reclamar protagonismo en la
infraestructura.
De otra parte, cualquier técnico que desee contribuir con
sus conocimientos (aunque dudo que se atreva ante el temor de que aprovechen sus
aportaciones a cambio de nada) necesitará conocer con carácter previo las
condiciones del terreno, orientación, ubicación y otras particularidades
indispensables para obrar con conocimiento de causa.
Pero no es solo con la presente ocurrencia donde se demuestra
el grado de planificación que existe en el equipo de Manuel Domínguez. Es que
en cualquier otra faceta –la cultural, por ejemplo– van a salto de mata. Y si
no se les enciende la bombilla, algo frecuente desde que privatizaron el
servicio de alumbrado público, recurren a copiar proyectos ajenos sin confesar
luego el pecado de no sé qué mandamiento.
Mala gestión e improvisación fueron los recursos
argumentados en la rueda de prensa. Perdón, desayuno informativo. Y Manuel
Domínguez se lanzó a la piscina (la nueva, aún sin agua) sin echar la vista
atrás por si la joroba estaba en su sitio. “Los graves problemas sanitarios no
se deben a la falta de recursos”, puede ser la sentencia final, la conclusión
del encuentro.
Y vuelvo a mi Realejos –yo también suelo ir mucho a Icod, a
Las Abiertas– apesadumbrado. Porque aquí presumimos de que nos sobra el dinero
cuando se hace la liquidación de los presupuestos. Lo que demuestra la visión
empresarial y mercantilista que tiene el PP de una institución pública. Y lo
que se traduce en una evidente “mala gestión e improvisación” al no ser capaz
de cumplir los objetivos que fijan las cuentas de un ayuntamiento. Con el agravante
de que una vez realizado el arqueo, debes llorar ante el órgano fiscalizador
para que te deje invertir lo que no supiste ejecutar en el periodo previsto.
¿Improvisación? No me hagas reír, alcalde, que se me parte
el labio. Menos mal que te quedan buenos profesionales en las diferentes áreas,
y que te sacan las castañas del fuego ante la inacción de tanto concejal
liberado. Gracias a ellos este pueblo se mantiene, porque de progresar más bien
poco. Pero de cobrar, más bien mucho.
Cuando en la próxima te pongas delante de un micro en tu
condición de presidente insular del PP, o quizás como consejero del Cabildo,
medita bien lo que sueltas, no sea que el veneno que pretendas inocular se te
cuele por algún recoveco y pueda causarte grave perjuicio. Lo dicho, no te
metas en patios ajenos cuando el tuyo sigue sin barrer. De nada, hombre, para
eso estamos, que a realejero no me gana nadie.
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