¿Dónde la va a hacer? No lo sabe ni él. ¿Habrá que comprar
los terrenos que requiere un centro de tales características? Porque por la
fogalera vendida (mucho más que humo en frascos), el complejo que el Cabildo
piensa construir en Puerto de la Cruz será una insignificancia al lado del
nuestro. ¿Cuánto tiempo habremos de esperar mojándonos el culo dentro y fuera
de la pileta para saber el lugar exacto? Porque estarán conmigo que dependiendo
de la zona, las circunstancias varían. Lo mismo se compaginará con la del
hipódromo, con Calatrava de arquitecto, para que nos salga más barato.
¿Cómo se acometerá la obra? ¿Cuánto cuesta el proyecto? ¿Se
ejecutará con fondos municipales o estaremos sujetos a financiación externa?
¿Se han realizado gestiones al respecto o se está atizando el fuego para que
los plazos se alarguen hasta límites insospechados? ¿Cuándo se estima que pueda
ser colocada la primera piedra? ¿Cuánto tiempo se cree indispensable para que
la imagen virtual pueda convertirse en una realidad? Y sigan ustedes haciendo,
y haciéndose, preguntas, porque el tema es de cierta enjundia.
Al final señor Domínguez, ¿no cree usted que aún existen
demasiadas interrogantes? Si es otra de sus ocurrencias, a incluir en el
próximo programa electoral, flaco favor nos hace, y se hace. Porque nos hemos
cansado. Nos ha cansado. Y parece no darse cuenta. Baje de la nube. Aterrice en
el pueblo y pase un periodo largo entre nosotros. ¿Cómo? ¡Ah!, que quiere ahora
irse al Parlamento. Y con esos mimbres, ¿piensa, acaso, que podemos confiar en
su palabra?
Uno ha seguido, por ejemplo, el proceso de construcción de
la piscina en La Guancha. Que es la última parte, la culminación de una
dilatadísima trayectoria. No hablamos de meses, don Manuel, échele años, y
bastantes, por no escribir lustros, al meollo. ¿Usted no habla con Lope? O se
les paró el reloj a ambos. Claro, como siempre están cantado el estribillo de
“quiero acabar la tarea que inicié hace x años”, así nos va en el envite.
¿Y mientras? ¿No se irá abajo el techo de la que hoy remedia
las terapias de viejos y jóvenes? ¿Y los clubes que allí entrenan? ¿Aguantarán
los vestuarios las avalanchas de tantos visitantes? ¿Y ni una manita de
pintura? ¿Usted ha visto cómo están los bordes? ¿Funcionará la silla adaptada
para personas con movilidad reducida? ¿Qué hacemos con los escolares que
requieren su uso, pero por la mañana deben atender sus obligaciones en los
estudios? Y si se obrara un milagro y ya dispusiésemos de la nueva, ¿qué va a
hacer con la vieja? ¿La va a privatizar con los mismos resultados que los dos
edificios de aparcamientos?
Me han surgido tantas dudas que podríamos estar
preguntándonos durante horas. Y mientras tanto, para afianzar mi tesis de su
falta de organización, de sus ocurrencias y de una escasez planificadora tan
graves como las que usted cuestiona a los dirigentes de otras formaciones
políticas en organismos de carácter supramunicipal, le señalo unas
incongruencias apenas en su propio equipo del consistorio realejero. Donde en
el empeño de contentar a todos para que puedan mamar, en mayor o menor grado,
de la teta pública, tiene dos concejales (Adolfo y Noelia) para el área de
Patrimonio, y uno (José Alexis) para Edificios Públicos (¿estos no forman parte
del patrimonio de inmuebles municipales?), dos (Adolfo e Isabel Elena) para
Cultura, tres para Servicios (uno –Domingo– de Realserv, otro –Noelia– de
Servicios Generales, y un tercero –Moisés Darío– de Servicios Territoriales…
¿Sigo? Ve como he sido capaz, aun no estando liberado, de aprenderme la lección.
Y currándomelo. No por correspondencia. Lo mío es presencial, con exámenes y no
con simples trabajos de copia y pega de Internet.
Se nos desinfla, don Manuel. Tenga sumo cuidado porque el
globo ha iniciado el descenso. No olvide que todo lo que sube, ya sabe. Yo, por
razones de edad, algo sé. Le diré que incluso en la anatomía se palpa, se
siente. Y como en su afán de protagonismo no ha sido capaz de abonar el
terreno, ahora, en su posible huida hacia adelante, no tiene quien lo
sustituya. Es más, puede que haya navajazos. Ya sabe que su partido no se halla
en sus mejores momentos. El “aznarito” les está provocando más de un quebradero
de cabeza. Y esas enfermedades son contagiosas, se expanden.
De nada, hombre, para eso estamos. Cuente conmigo para
echarle una mano en lo que necesite. Jamás se me ocurriría dejar a nadie tirado
en la cuneta. Aunque le haya ocurrido lo que a la palmera, que bien alto subió.
O haya pensado que una piscina se hace en cuatro días. Deslices cometemos
todos. Los míos, por razones obvias, pasan más desapercibidos. Los suyos, por
supuesto que no. Y solo tienen un culpable: usted.
A Benito Dévora, concejal-delegado, un consejo: No olvide
que se debe a Los Realejos. Mucho antes que a Manuel Domínguez. Es que se lo he
oído en más de una ocasión. Y como leo en su muro de Facebook que se ha sumado
a echar fuego en la batalla que nuestro alcalde mantiene con el malvado Carlos
Alonso, al demandar la construcción del circuito del motor, ¿no cree que por el
pueblo tenemos otras prioridades? ¿O toca
seguir consejos para las consabidas maniobras de distracción? ¿Usted
también ve vigas en ojos ajenos y no pajas en el propio? De seguir estas
generosas lluvias, ¿nos bañamos con paraguas? Más que nada por si nos cae algo
en el totizo. Aún está a tiempo de salvarse de la quema.
Y a mis estimados lectores, las excusas por la extensión.
Pero saben que me he propuesto despertar a unos centenares de realejeros, que
ni siquiera sabían que estaban dormidos. Sonámbulos, probablemente.
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