Son las cinco de la tarde. Llevo tres horas achicando agua y
quitando hojas secas en la rampa del garaje. Esta vez han acertado de pleno
todas las previsiones. Algo de lo que me alegro porque los adelantos tecnológicos
han permitido que todos los organismos implicados hayan dado en la diana, que
no en la dana. Menos mal que solo llovió, con brisaje incluido, en la parcela
donde está mi casa, porque si esto llega a ocurrir en los alrededores de la
Avenida de Canarias, muy mal lo hubiesen pasado los vecinos de Los Barros. Uno
piensa en imágenes recientes en otros contornos, y los pelos como tachas.
Apenas he tenido tiempo de echar una ojeada a los digitales.
Pero por lo poco que he sido capaz de asimilar, si ayer estaba confuso y
anonadado, hoy estoy indefinido, borroso. Coalición Canaria y Partido Popular
acaban de firmar un acuerdo para sacar adelante los presupuestos de 2019 en
esta Comunidad Autónoma. Lo único que me quedó claro es que se rebaja el IGIC,
con carácter general, en medio punto. Y siendo este un impuesto de lo más injusto
que pueda darse en la agenda tributaria –lo apoquina todo consumidor,
independientemente de su nivel de renta–, si al menos hubiesen sido capaces de
hacerlo con cierto grado de selectividad. Pero no, tabla rasa y a equiparar a
todo el mundo.
Se continúa con la vieja canción de implorar para que dejen invertir
los superávits (que yo lo traduzco siempre por mala gestión de los recursos
públicos) en el ejercicio siguiente. Y si ello fuese permitido, entonces se
estudiaría la posibilidad de seguir reduciendo el precitado impuesto. Es decir,
más injusticia aún. Que sí, hombre, que no es lo mismo que un potentado pague
unos céntimos por comprar dos barras de pan, que lo haga un sujeto cuyo sueldo
no alcanza la mitad de mes. Por no poner de ejemplo el que se halla en paro y
no recibe prestación alguna.
Me temo que estas veleidades, para sellar la alianza, serán
amortizadas por los organismos que reciben, mediante transferencias, esas
recaudaciones, entre ellos los ayuntamientos. Y el palmero-bilbaíno también
exige reducir la nómina de los que chupan de la teta pública. Qué fácil cuando se
nada fuera del agua. Le aconsejo que comience por su entorno familiar. Y de no
valerle el ejemplo, que se venga a mi pueblo y se lo diga públicamente a otro
de su mesnada. Un día piensan y se les rompe el bulbo raquídeo. ¡Ah!, y en unas
horas se sumará la agrupación gomera, que se dice socialista, pero que yo
estimo que es, sobre todo, oportunista. Vale, o chantaje de tres votos. La
foto, en unos instantes.
Mientras este matrimonio de conveniencia escenifica el
montaje (ya CC no recurre a las hemerotecas para recordar lo que manifestó de
los recortes estatales de la mano de Rajoy), en el siguiente escalón del
organigrama popular nos tropezamos con el siguiente chirrido: “No saben
planificar”.
Sí, un dirigente del PP achaca al Cabildo de Tenerife y al
Gobierno de Canarias (a quienes por detrás, –sin dobles intenciones, al menos
por mi parte– abraza sin ambages Asier Antona y Australia Navarro) que la mala
gestión presupuestaria se debe a que no tienen un plan de trabajo bien definido.
Vamos, que Carlos Alonso y Fernando Clavijo son unos botarates que lo único que
saben hacer es salir en la foto y aprovecharse de los sentimientos religiosos
para estar en campaña de manera permanente.
Este humilde juntador de palabras ya no sabe si reír o
llorar. Si tirarse de los cuatro pelos que aún pueblan su cabeza o arrojarse de
cabeza en la piscina por la parte menos honda y pegarse un buen estampido que
le ponga en orden las escasas ideas que le van quedando. Y se pregunta, un día
sí y el otro también, si los realejeros nos merecemos este trato. Porque alguien
se encarga de retratarnos ante el resto de ciudadanos canarios como torpes de
solemnidad. Y aunque tenga que peregrinar, como las Morenitas (lo de una de
ellas, allá en la linde entre Alajeró y La Villa fue de traca; a lo peor
Curbelo tuvo algo que ver), voy a tener que realizar una campaña informativa
por todos los municipios canarios para demostrar con hechos que no somos así,
sino que un virus extendido en estos últimos años nos tiene atoletados.
Afortunadamente, el efecto se está pasando, pero aún restan importantes damnificados
en cierto edificio de la avenida que antes nombré.
Yo no sé si Antona leyó la entrevista (Diario de Avisos) antes de la firma.
Entiendo que no. Pero seguro que alguien le sopló algo. Aunque me da que existe
una complicación neuronal bastante patente. Puede que por nervios de que
agentes externos (Cs y Vox) siguen inoculando virus y bacterias (se sumó Aznar al
despropósito y ve con buenos ojos a este “chico con cualidades”) hasta el punto
de que Casado se halla, ahora mismo, en idéntica tesitura que el Real Madrid.
Como soy más de andar por casa, me preocupa, obviamente, el
pueblo que me vio nacer y en el que sigo viviendo. Que sigue sin limpiar,
mientras el barrendero mayor se largó, escoba en ristre, a buscar vigas en
patios ajenos. Un equipo de psicólogos no va a ser suficiente. Tendrá que ser
un grupo multidisciplinar de cierta envergadura. Yo estoy muy preocupado. Y
hazme el favor de no tomártelo a broma.
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