Una aclaración previa, pues de manera involuntaria le eché
una mano en el día de ayer al presidente insular del PP, vocal de la Ejecutiva
Nacional (o algo así, que no sé bien la denominación exacta), consejero del
Cabildo de Tenerife y en los escasos ratos libres que su apretada agenda le
permite, alcalde de la Villa de Los Realejos. Que coinciden con aquellos que
corresponde sesión de fotos, aunque no haya motivo para ello. Y aclaro que las
diez reuniones mensuales que se han inventado para los cuatro concejales no
liberados suponen un desembolso de 940 euros. Así que como bien quisiéramos los
vecinos del municipio percibir 15.640 pesetas por un rato de charla entre
amigos, invite usted, señor Domínguez, a su ahora jefe supremo, Pablo Casado,
para que se venga por estos lares a platicar un fisco del Salario Mínimo
Interprofesional. Les prometo, estimados lectores, que voy a hacer todo lo
posible por no volver a meter la pata en asunto tan delicado como son las
perras de nuestros impuestos.
Cuando regresaba este pasado martes de la capital (consulta
urológica anual), y en el trayecto desde Los Rodeos hasta la entrada a
Tacoronte, me tocó circular detrás de una guagua que portaba un hermoso cartel
de transporte escolar, carril izquierdo, a la que no pude adelantar. No sé si
el conductor llevaba hambre o tenía retortijones en la tripa. Lo que sí
vislumbré es que iba cargada de chiquillos. Menos mal que a mi nieto solo lo
llevan desde el colegio al comedor (en La Guancha) y es materialmente imposible
alcanzar esas velocidades, porque sería capaz de enfadarme. No generalizo,
faltaría más, pero cuidado con el material sensible que se lleva como pasajero.
Y hasta La Rambla, un salto apenas. Donde fueron uña y carne
los dos personajes de la foto que ‘robo’ al amigo Narciso para ilustrar este
comentario de hoy jueves. Saben ustedes que el señor Reyes, tras huir como un
cobarde (palabras de Juan Ramos), ha decidido fundar un nuevo partido político,
“San Juan de la Rambla somos todos”, para competir en mayo del próximo año con
otra candidatura a las elecciones municipales.
No quedó bien retratado Marco Antonio Abreu en unas
declaraciones (El Día) del señor Reyes días pasados. Dejó varios recados en la
entrevista que no han sentado nada bien a sus antiguos compañeros en la
Agrupación Independiente (o de independientes) de San Juan de la Rambla y
estos, en su defensa, argumentan que el exalcalde ya está obsoleto. A saber,
antiguo, arcaico, vetusto, añejo, pretérito, rancio, añoso… Viejo, en
definitiva. Porque mira que nuestra lengua es rica en sinónimos. Y como se nos
dispara la otra lengua, así nos va.
Los rambleros (todos, y no solo los de El Rosario) deberán
prepararse concienzudamente para acudir a las urnas dentro de unos meses.
Tendrán ante sí una oferta tan amplia que la dispersión de votos podrá causar
más de un dolor de cabeza. Y como los supuestos independientes, pero muy
dependientes de Coalición Canaria, temen que Manuel les pueda virar, sobre todo en
la parte alta, algunos electores y confirmen las horas bajas que los mal
denominados nacionalistas padecen en la isla, han saltado como quíqueres. Flaco
favor se hacen porque primero debieron rascarse si la picazón era patente.
Tampoco está demostrando sabiduría popular el que rigiera
los destinos municipales durante bastantes años, porque tener como eslogan que
San Juan de la Rambla somos todos y disparar de esta guisa, estilo cierto medio, o cuarto, medio de comunicación local que bien lo protege, no le augura grandes expectativas. Y si ya huyó en
2011, como le acusan sus excompañeros, no sé dónde se podrá esconder si los
resultados no son los previstos. Máxime cuando la competencia en un sector
poblacional con un perfil político semejante se antoja entretenida entre tanto
aspirante. La mayoría de ellos también huidos, como Reyes. Baste un somero
repaso a la historia reciente del pueblo
con vaivenes dignos de enmarcar.
Pueblo chico, infierno grande. Dicho popular que en San Juan
de la Rambla se cumple a rajatabla. Nadie soy para dar consejos. Ni siquiera a
la familia. Pero toda esta batalla preelectoral podría ser el detonante de una
explosión ciudadana a favor de la estabilidad, de ser consecuentes a la hora de
acudir con la papeleta y dar tremenda cachetada a quienes entienden la gestión
como un intercambio de cromos por mor de pataletas y resentimientos. Quienes
llevaron al noble pueblo a un desastre económico de enormes magnitudes no pueden
ser premiados con nuevas oportunidades. Se necesita algo más que dimes y
diretes. Y me entristece sobremanera que la edad no sea aliado en este caso de la
necesaria sensatez que toda acción pública requiere. Me temo, no obstante, que
(in)determinados voceros echarán más leña al fuego creyendo que a río revuelto…
San Juan de la Rambla no merece actores de tal porte.
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