martes, 10 de marzo de 2020

La justicia

Ayer, mientras caminaba un rato –con sombrero, por supuesto– iba pensando en la justicia. Que es lenta, pero inexorable. Puede que demasiado contaminada en sus instancias superiores. Pero con los legisladores que tenemos, lo mismo es la que nos merecemos. Y como después del pateo me senté un rato a reflexionar –y ya me quité el sombrero y me cambié de gafas–, se le ocurrió a la única neurona en condiciones (que aún tengo por los altos) que debía consultar acerca de lo que otros cerebros bien amueblados habían escrito sobre el particular.

Como estoy leyendo la Historia de España contada para escépticos, de Juan Eslava Galán, y ando aún confuso tras muchos capítulos dedicados a los Borbones, este fue, grosso modo, el resultado obtenido:

Donde hay poca justicia es un peligro tener razón (Francisco de Quevedo).

La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera (Horacio).

Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia (Paul Auster).

Los pueblos a quienes no se hace justicia, se la toman por sí mismos más tarde o más temprano (Voltaire).

Leyes hay, lo que falta es justicia (Ernesto Mallo).

Estoy a favor de la verdad, la diga quien la diga. Estoy a favor de la justicia, a favor o en contra de quien sea (Malcolm X).

Justicia sin misericordia es crueldad (Santo Tomás de Aquino).

Cuando hayas de sentenciar, procura olvidar a los litigantes y acordarte solo de la causa (Epicteto de Frigia).

Cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón (Santiago Rusiñol).

El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto (Séneca).

Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa (Montesquieu).

Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa, por el contrario, que lo justo es lo desigual, y así es; pero no para todos, sino para los desiguales (Aristóteles).

La justicia sobre la fuerza es la impotencia; la fuerza sin justicia es tiranía (Blaise Pascal).

Más que la civilización, la justicia es la necesidad del pueblo (Pietro Colletta).

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa (Abraham Lincoln).

Ningún vencido tiene justicia si lo ha de juzgar su vencedor (Francisco de Quevedo).

Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria (Mahatma Gandhi).

Hay como una amarga complacencia en sufrir una injusticia, que parece legitimar el odio (Concepción Arenal).

La justicia es igual a las serpientes; solo muerden a los que están descalzos (Óscar Romero).

Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el Gobierno (Emiliano Zapata).

Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía (Séneca).

Y muchas más que por Internet navegan. Como siempre, épocas, contextos, situaciones personales y/o colectivas… son condicionantes. Pero esto es, ha sido, un simple post, otra entrada más en Desde La Corona surgido desde la controversia en torno a quien dijo que se había equivocado y que no volvería a ocurrir, amén de que la justicia es igual para todos… ustedes, lelos que me están escuchando. Y concluyó con un expresivo Feliz Navidad.

Con las últimas derivas, y no por cuestiones de cadera, estoy convencido de que su pensamiento, expresado en la frase que sigue a los puntos suspensivos del párrafo anterior, sigue en pie, bien vigente. Y ande (él) caliente…

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