Te comenté ayer
que había hablado un rato con Carmelo Pérez Abreu. Que es uno de los miembros
de Calínico, hoteleros x Tenerife, un Grupo de Estudio de Tendencias y Estrategias
en Materia Turística, fundado en 2008 y formado por profesionales con dilatada
experiencia en la dirección de importantes hoteles de la isla, amén de otros
lugares del mundo. Y en Puerto de la Cruz, ciudad pionera por excelencia en el
sector turístico, funciona el denominado Club 13, grupo nada supersticioso (se
reúne también ese día de cada mes) y que, preocupado por la aparente desidia de
las administraciones públicas, eleva propuestas de mejora en aquellos lugares
que son susceptibles de embellecimiento por sus especiales condiciones
paisajísticas, históricas o de cualquier índole.
El
periódico El Día publicó el pasado mes de enero, día 6, un reportaje de Raúl
Sánchez Quiles bajo el siguiente titular: Calínico Hoteleros y Club 13 plantean
un funicular en la Rambla de Castro. Se trata de la clásica táctica
periodística (empresarial) de realzar, quizás, el aspecto más anecdótico del
dosier que el colectivo citado había presentado en el ayuntamiento mucho
tiempo antes, pero que no había merecido respuesta alguna de la alcaldía. Sí
estuvo presto, no obstante, el señor Domínguez en conceder al periodista la
réplica oportuna. Incluso con la foto de rigor en San Pedro con dos de sus
concejalas. Lo de problemas de agenda y otras excusas parecidas se obviaron
rápidamente.
Un
servidor ha visto, y estudiado, el contenido completo de la proposición del
Club 13. Y debo manifestar, en primer lugar, que lo del posible transporte
–funicular como el del Hotel Abama, en Guía de Isora– es el elemento llamativo
de todo el conjunto de posibles actuaciones, pero, entiendo, que no condiciona
ninguna de ellas y mucho menos debe ser motivo o excusa para que no hayan sido
recibidos en el ayuntamiento y, como mínimo, dialogar. Como lo hizo
recientemente el alcalde de Santiago del Teide, por ejemplo.
Parece
que el viejo dicho de que hablando se entiende la gente no es del agrado del
grupo gobernante en el Consistorio de la Villa de Viera. Nada me extraña cuando
desde instancias superiores, salvando todas las distancias que fueren menester,
practicaron idéntico planteamiento con el problema catalán y así se llegó a la
enquistada situación actual.
Si
el autor de estos párrafos se hubiese encontrado en el pellejo de autoridad
local, esa reunión se habría producido. Porque de la confluencia de opiniones y
pareceres, algo en claro se hubiese obtenido. Y da la impresión de que en Los
Realejos no quiere practicarse aquello tan simple de que los demás también
pueden echar una mano en algo. Cuando se ha gobernando rechazando casi
sistemáticamente cualquier idea que viniese de lugar diferente a lo surgido en,
y en torno, a la sede del Partido Popular, nada extraña esta cabezonería. Las
cerrazones suelen ser malas consejeras porque conducen a visiones estrechas y
en la sociedad actual se necesita amplitud de miras.
Rambla
de Castro –que no el paraje que como tal conocemos, sino que se amplía por todo
el sector costero hasta la playa de Los Roques– es legalmente Paisaje
Protegido. Si mal no recuerdo desde los años ochenta del pasado siglo. Un
entorno de enorme valor no solo paisajístico, sino con una gran carga histórica
a sus espaldas. Baste un repaso a las ilustres crónicas de insignes visitantes.
Escribía
días pasados el amigo Salvador García que se imponía una reorientación en la
promoción turística. Y aludía a la reunión celebrada este pasado martes del
Consejo Canario de Turismo. Porque demasiados factores negativos confluyen como
para prestar caso omiso a los inquietantes avisos. A la quiebra de Thomas Cook
y la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, habremos de añadir la
suspensión de la ITB, la feria de turismo berlinesa que se erige en uno de los
encuentros promocionales de mayor relevancia en el mundo.
Por
ello, entiendo, todo lo que se haga será poco. Y de estos puntuales resfriados
se puede originar una gripe de imprevisibles consecuencias. Y por si fuésemos
pocos, parió la abuela el coronavirus. En torno al cual se ha desatado una
(des)información tan enorme como infortunada.
Y
en este contexto se requieren mimbres. Aunar esfuerzos, estrujarse los sesos y
adoptar medidas que conduzcan, sí o sí, al refuerzo de lo que en la actualidad
es el motor económico de estas peñas atlánticas. Procuremos que ese motor no se
gripe, porque ni siquiera la vacuna nos surtirá efecto.
Por
ello, estimado alcalde, siéntate y dialoga. Tú que dices amar tanto a Puerto de
la Cruz –me recuerdas a Isaac Valencia, al que no les costaba mucho meterse en
fregados ajenos para chinchar a Marcos Brito– no veas solo el dichoso funicular
–yo también le dije a Carmelo que de
todo el conjunto de medidas era la que menos me convencía, aunque él me remitió
al aludido del Abama– y piensa que en tus propias declaraciones (las emitidas a raíz de la información en El
Día) reconoces que todas las otras ofertas de mejoras, que luego detallaremos,
son dignas de tener en cuenta.
(finalizaremos mañana)
No hay comentarios:
Publicar un comentario