Hace unos doscientos años, cuando uno transitaba aún por
aulas y pasillos, y en el transcurso de una clase de lenguaje, cierto alumno
argumentó que si el uso de la coma le entrañaba mucha dificultad, era un
verdadero rollo comprender cuándo y dónde debía utilizar el punto y coma. No le
resté un miligramo de razón, pero lo tranquilicé con el simple planteamiento de
que podía escribir un libro sin tener que recurrir a ese signo de puntuación.
Para el que te propongo consultes en Internet –información al respecto,
muchísima– y te podrás llevar la desagradable sorpresa de que acabes peor que
antes de iniciar el proceso.
Hay aspectos en la vida diaria que se mejoran con la
práctica. Me da que casi todos. Y la escritura requiere grandes dosis de
paciencia, amén de una base lectora importante. Pero, reitero, para el
adiestramiento, sin duda, el entrenamiento. Lo malo es que somos obcecados y
creemos estar en posesión del conocimiento supremo. Nos ponemos orejeras y
prestamos caso omiso a consejos y ayudas.
En la profesión del intrusismo por excelencia –el periodismo–
observo demasiado atrevimiento. Mucho más en el sector audiovisual que en el
impreso. Y cuando uno no es consciente de sus limitaciones, surgen ínfulas de
grandeza y ni siquiera somos capaces de reconocer (palíndromo) las meteduras de
pata. Bueno, dejémoslo en deslices. Es muy fácil endiosarse y aspirar a
permanecer más tiempo del estrictamente necesario, seguro que para satisfacer
vanidades, en el pedestal del supuesto éxito.
Uno, sobre todo, observa. Y, a veces, teclea pareceres. Sujetos,
claro, a dictados ajenos. Y acumula, a lo largo de los años, experiencias en
los medios tradicionales, amén de otras singladuras en vehículos que Internet
ha normalizado. Pero entiendo que no bastan centenares, o millares, de
apariciones para considerar superados todos los listones hasta el punto de
ponerte la etiqueta de profesional avezado en el mundo de la comunicación.
Aunque allá cada cual con sus valoraciones.
Tampoco defiendo el que un título universitario venga a
poner la guinda del pastel. Porque aun siendo condición necesaria, para sistematizar,
a partir de ahora, un sector muy propenso a los advenedizos, puede que no sea
suficiente. En mi caso, aunque ya la edad haya cortocircuitado expectativas,
soy consciente de que el periodo de reciclaje y puesta a punto supondría
ejercicio de muy elevada dificultad.
Pero como hoy me levanté con la vena docente, me apetece un
recordatorio. Por el que los seguidores de siempre podrán tacharme de
reiterativo. Mas no me resisto. Y acudí a los consejos de la Real Academia de
la Lengua –actividad que recomiendo encarecidamente– para disipar dudas. Al
tiempo que las pongo a disposición de cualquier interesado. Se sienta o no
aludido. Pues hay algunos que se creen tan importantes que se retratan solos.
Sí, se imaginan actores principales y conjeturan protagonismos que, ni por
asomo, a este juntador de letras le pasó por el magín. Pago, no obstante, las
servidumbres de rigor e imparto –gratuitamente, con la pensión voy escapando–
el modesto magisterio. A perdonar la poquedad, pero lo bueno si…
Editorial:
m. Artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de
comunicación sobre un determinado asunto.
f. Casa editora.
Grosso modo:
Loc. lat. que significa ‘aproximadamente o a grandes rasgos’.
Es incorrecto anteponer la preposición a.
Motu proprio:
Loc. lat. que significa ‘con movimiento propio’. Se usa en
el sentido de ‘voluntariamente o por propia iniciativa’. Debe respetarse la
forma latina proprio para el segundo elemento, y no sustituirla por el adjetivo
español propio. Es incorrecto su empleo con preposición antepuesta (de, por).
La evaluación será antes de Semana Santa. Aprovechen el
tiempo. La calificación vendrá determinada por la práctica diaria, más que por
el examen teórico.
Y a los
amigos aficionados a las décimas, otra tarea: Yo arranco con la redondilla y para
ustedes, si a bien lo tienen, el colofón:
Si te
sientes aludido
sin yo a
nadie haber nombrado,
un gran
patinazo has dado,
pues tú solo
te has cogido.
…
Una pausa,
más larga que la de la coma, y hasta mañana.
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