El Comisionado de Transparencia y Acceso a la Información
Pública de Canarias es un órgano creado a raíz de la aprobación de la Ley de
Transparencia (Título IV) y su función es la de control del cumplimiento de la
obligación de publicar la información que se relaciona en el título II de la
ley por los organismos y entidades sujetos a la misma, así como la resolución
de las reclamaciones que interpongan los ciudadanos contra los actos expresos o
presuntos resolutorios de las solicitudes de acceso a la información.
Entre los organismos ‘fiscalizados’ se hallan, obviamente,
los ayuntamientos. Y como en el último informe presentado ante el Parlamento de
Canarias se daba cuenta de la extraordinaria calificación obtenida por el de mi pueblo
(existen las modalidades de Premio de Excelencia y Sello de Calidad), me fui al
sitio oficial del Consistorio de la Villa de Viera y compruebo que están
sujetos al examen pertinente el propio ayuntamiento, la gerencia de urbanismo,
las empresas públicas (Realserv, Aquare, Radio Realejos y, me imagino que a estas
alturas ya debe estar disuelta Vivire, pues entró en ese proceso el 22 de
noviembre de 2016) y Funcanorte.
Ciñámonos, pues, al apartado de Ayuntamiento de Los Realejos,
donde se contienen los siguientes ítems: institucional, organizativa,
personal de libre nombramiento, empleo en el sector público, retribuciones,
normativa, servicios y procedimientos, económico-financiera, patrimonio,
planificación y programación, obras públicas, contratos, convenios y
encomiendas de gestión, concesión de servicios públicos, ayudas y subvenciones,
ordenación del territorio, estadística, y derecho de acceso.
La curiosidad me condujo a este último apartado (derecho de
acceso) y en sus estadísticas (actualizadas hasta abril de 2019) constato que
ha habido solamente tres solicitudes; escaso bagaje para tanta pompa. En
resumen, que curiosos como yo debe haber pocos en el pueblo porque todo,
aparentemente, nos parece bien. Y me imagino que más contentos estarán aún los
miembros del equipo de gobierno.
Pero hay algo que debe no medirse entre tanta parafernalia.
Ceremonial que no contempla hechos muy cotidianos y que constituyen, a mi modo
de entender, el verdadero termómetro para valorar la gestión de un gobierno
municipal.
Hace una semana me dirigí, a través del denominado buzón
municipal, al concejal de deportes (también lo hice por medio de mensaje en una
conocida red social) y le realizaba las siguientes preguntas:
¿Se prevé ya cuál puede ser el plazo de cierre de la
piscina?
¿Hay que seguir pagando la cuota mientras tanto?
Como ni por uno ni otro canal he recibido respuesta alguna,
me cuestiono que la transparencia de la que se presume no debe ser tanta. A no
ser que me tengan vetado, algo bastante probable porque no deben gustar mis
artículos por no satisfacer excesos de egos. Y ahora cuando lean el presente, a
seguir esperando. Por ello, si alguno de mis lectores, o seguidores de Facebook,
es también usuario de la maltrecha piscina municipal y dispone de la
información requerida, ruégole encarecidamente, si a bien lo tiene y no le
supone un incremento en las enemistades sobrevenidas, me traslade esos datos
que conozca. Lo único que sé es que como el Club de Natación Reales ha dejado de
participar en competiciones y ha debido mandar al paro a varios de sus monitores,
deduzco que el cierre va para largo.
No, haz el favor de no buscarme la lengua. Del estadio Iván
Ramallo no tocaba hoy. Además, los atletas lo tienen más chungo que los que
nadamos un fisco, porque en nuestro caso la piscina nueva es cuestión de meses.
Tú ven con todo bien organizado y yo pongo el logo (Los
Realejos con el deporte), una metopa y varios centenares de fotos con el
alcalde al frente.
Cuando el propio Daniel Cerdán reconoce que falta aún cultura
de transparencia, y él solo valora los fríos datos de una web institucional, me
atrevo a pensar que la obligación legal no es suficiente. Y a mi caso
particular me remito. Cuántos más no existirán.
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