Dentro del frenesí parlanchín que le ha
entrado a Casimiro Curbelo después de abandonar sus obligaciones madrileñas –de
toda índole– y poner en marcha el partido político que tenía registrado y en
expectativa de destino, le ha correspondido el turno al mundo de los filmes.
Puede que piense promocionarlo con el Fdcan y de no poder encajarlo, ya buscará
la fórmula adecuada. Y si debe enterrar la idea, sepelio que cubre el seguro
contratado.
Los gomeros que ya van despertando –cada
vez más– me señalan que el presidente del Cabildo, y, a la sazón, diputado
autonómico, tras realizar diversas pruebas cinematográficas en diferentes
parajes de la isla, ha puesto como condición sine qua non que en toda película
que se ruede a partir de ahora él deberá ocupar papel destacado (si no
protagonista, tampoco un extra del montón) y en los títulos de crédito será
indispensable la aparición del logo ASG.
Se espera que lo mejor esté por venir en
esta nueva apuesta. Los millones de euros y los miles de puestos de trabajo que
supuso el rodaje de “En el corazón del mar” (In the heart of the sea) serán
mera anécdota ante el halagüeño futuro que nos espera. Ya el riachuelo suena
más cantarín a su paso por Las Mimbreras. El viejo campamento volverá a ser
rehabilitado y aquellos que lo inauguramos en 1962 pasaremos formar parte del
ejército del general Curbelo en su cruzada, según el guion del inminente
rodaje, contra las huestes del malvado comandante Cruz.
No podemos soslayar que las ventajas
fiscales de esta tierra han desencadenado tantas avalanchas en el sector
industrial que el paro, aquella lacra que nos asoló en décadas pasadas, ha
dejado se ser una preocupación. Basta darse una vuelta para comprobar el
evidente progreso de nuestra sociedad y observamos que ya nadie camina con las
manos detrás del culo a la espera del maná divino.
Ha quedado acreditado, asegura el
productor Casimiro, que la isla reúne las condiciones idóneas para servir como
un gran plató de cine. Lo dijo a su lacayo mientras montaba a su caballo camino
a Tejiade para inaugurar el alumbrado público.
“No cabe duda de que La Gomera es
conocida por los rodajes que ha acogido, lo que nos ha dado renombre en el
ámbito internacional”. Curbelo considera que la isla se está consolidando como
una referencia en el mundo de la cinematografía, con los numerosos beneficios
que se desprenden y posibilidades de atraer inversiones de calado.
De ahí, aunque solo lo haya puesto de
manifiesto a los íntimos, su interés en promocionar (y promocionarse a lo John
Wayne) los Estudios El Cabrito. Para ello piensa contratar a todo un
especialista en el género western, pero que, al tiempo, también cree que las
muchas horas de sol y el variopinto paisaje pueden ser causas que coadyuven en
la implementación de otro tipo de estilos, como largometrajes de aventuras y/o
cosmopolitas.
Me ha sorprendido la reseña informativa
al respecto con la denominación que ha etiquetado al asesor: Profesor de Teoría
e Historia del Cine de la Facultad de Ciencias Políticas, Sociales y de la
Comunicación de la ULL. Cuando me tropiece con Humberto lo invitaré a un
cortado para que me cuente algo.
Lo malo es que estas improvisaciones suelen
jugar malas pasadas. “La Gomera puede funcionar perfectamente como un plató,
aunque todavía no ha conseguido su imagen icónica para pasar a la posteridad”.
Tampoco ha tenido demasiada suerte en aparecer en el título de ninguna
película, agrega.
Manifestaciones que vienen a contradecir
el optimismo de Casimiro. A lo peor es que no conoce aún sus reacciones. Y como
lea estos pareceres (se salva porque no tiene tiempo), lo mismo debe salir
pitando como Cristóbal Colón ante el ataque de los apaches acampados en Avalos.
Las alegrías de sendos protagonistas (el
uno busca réditos políticos a base de seguir erigiéndose en el fulano, y el
otro puede que seguir espachurrado en su despacho con las patas sobre la mesa)
chocan frontalmente con el final que el periodista dio a la crónica
informativa. Quien para rubricar el argumento de ‘Guarapo’ indica:
“Para los directores (Hermanos Ríos) el
argumento de la película, que no es otro que el éxodo de los canarios hacia el
exterior, sigue tristemente de actualidad un cuarto de siglo más tarde. En
estos momentos son todavía muchos los jóvenes que se tienen que desplazar fuera
de las islas para labrarse su futuro”.
Pero seguiremos explotando dobles
insularidades porque interesa que las reivindicaciones lacrimosas posibiliten
pasiones sensibleras que conduzcan al voto del estómago agradecido, de los que
habitan lugares tinerfeños o grancanarios mientras los censos y padrones los
ubican en parajes deshabitados, pero que cada cuatro años suponen buen
caladero… Y así, porque La Gomera es todavía silencio amordazado. Y ahora, de
película. Aspecto del que el Conde (así es conocido en aquellos predios) sabe
la tira. Y con asesores de tal guisa, FIN.
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