jueves, 22 de diciembre de 2016

Otro rescate

Fueron primero los bancos. Pero nosotros (Presupuestos Generales del Estado) no teníamos que pagar un euro. Esos millones de nada no iban a influir en recortes. Y las prestaciones básicas (educación, sanidad, pensiones y otras menudencias varias) no se verían afectadas. Como así (no) fue.
Así debió ser porque el PP volvió a ganar. Por dos veces. Y menos mal que hubo un medio entendimiento, que si no me crean un conflicto grave al no disponer de lugar donde colocar tanto dinero. Todos los cochinitos que hay en casa rebosan que es un gusto contemplarlos. Los veo felices. Intentaré casar uno de ellos (hembra) con el de Manolo. Tienen que salir unos lechones preciosos. Coloraditos. Y uno negro. Como en toda familia que se precie (por lo del garbanzo).
Ahora nos hemos tropezado con un nuevo inconveniente. Que no es rescate. Más bien, nacionalización. Porque cuando las grandes constructoras vendieron a los gobiernos de turno la panacea de las autopistas de peaje (radiales, las denominan asimismo), aseguraron su futuro con una cláusula por la que en caso de producirse pérdidas sería el Estado el que asumiría su gestión.
Y en ello estamos. Porque como dijo la anterior ministra de Fomento, Ana Pastor, en tales vías solo entran los equivocados. Y no deja de ser verdad. Yo soy uno de ellos. He metido la pata en varias ocasiones. Lo malo es que la señora, ahora presidenta del Congreso de los Diputados (en este país cuando más errores cometas, más méritos para los ascensos), no nos contó la otra parte de la película. Que sí conocían, y de qué manera, las empresas adjudicatarias. Por lo que les interesaba declararse en quiebra y ahí te dejo el paquete.
Cada uno de nosotros bien quisiera montar un negocio y si nos va mal, que los respectivos ayuntamientos se hagan cargo de pagar deudas, asumir nuestras equivocaciones y poner en plantilla a los empleados. Así me hago rico hasta yo, que soy un negado para las finanzas.
El gobierno estima que serían unos 2.100 millones de euros. Mientras, la asociación de grandes constructoras (lo mismo está Florentino en el ajo) sube la cifra hasta los 5.000 millones. Como a ellos no se les va a tocar el bolsillo, venga rayas para el tigre. Porque, eso intentan justificar, las expropiaciones de los terrenos  incrementaron los precios de manera desorbitada. Vamos, como cualquier obra que se licita y al final el presupuesto se multiplica hasta límites insospechados. Y ejemplos a cientos en las obras públicas. Desde al auditorio capitalino hasta el mal denominado hospital del Sur.
No podía quedar al margen la cantinela de siempre. Cuando los unos señalan a Aznar como el autor material del desaguisado para contentar a sus amiguetes, los otros no olvidan que Zapatero, diana sempiterna de cuanto dardo se ha perdido en el territorio patrio, también puede soportar otra carga más. Y ahora que ha vuelto para demostrar su apoyo a Susana Díaz, bueno está para nuevas andanadas.
Estos hechos son los que han conducido a Cristina, la mujer de Iñaki y hermana de Felipe, a declarar solemnemente que se va de España para siempre jamás. Puede que a Andorra o a Luxemburgo. Lo mismo La Caixa le encuentra acomodo. Y tiene razón porque no nos dejan vivir tranquilos, evadiendo sin levantar la voz y sin meternos con nadie. Que somos una nación de cotillas, de marujeos permanentes.
Como el dinero sale de donde sale y no hay más tu tía, tocaremos a 50 euros por cabeza. A cambio, ni un metro de autopista. Aquí no funciona la táctica del Padre Antonio cuando nos vendía cachitos de cielo. O mucho más atrás cuando ‘empichamos’ el polideportivo de La Longuera y cada uno aportaba los metros cuadrados que buenamente pudo (en pesetas). Y mucho menos podrás circular gratis. Eso es para los coches oficiales.
Menos mal que nos queda el turrón. Y la lotería. Por lo que yo no me pienso ir a vivir al extranjero. Lo más a La Gomera. Ya te contaré. No, cuando redacté estas líneas, aún no había salido el Gordo.

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