jueves, 29 de diciembre de 2016

Negativos

Ayer fue el Día de los Inocentes. Pero ya no es como antes. Ni gastamos bromas ni intentamos provocar alguna sonrisa. Vivimos en un mundo serio. Pero no sensato. Somos aburridos y pesimistas. Nuestro estado de ánimo siempre se halla por debajo de cero grados, en negativo.
Nos sorprende nuestro estimado gobierno con cualquier recorte, por el bien ciudadano y el de toda la nación, y enseguida ponemos el grito en cielo con protestas y malas caras. No somos capaces de aguantar un poco porque el interés general lo exige. Egoístas, que somos unos egoístas. Y así no podemos ir a lado alguno. Aparte de no progresar. Siempre estancados porque no sazonamos con una pizca de humor, con una leve sonrisa.
Hace ya una semana que la lotería nos sorprendió y al menos obtuvimos ‘lo jugado’, y aún disfrutamos de salud, que es lo más importante, aunque para obtenerla nos hayamos tenido que gastar por lo menos una docena de décimos. Tengo entendido que alguna administración de este pueblo se plantea dos posibilidades: O cambiar de nombre, a ver si el dichoso gato es el que esté causando la sequía, o hacer un intercambio con unas gasolineras del Sur. Creo que en Granadilla ya había cola esta mañana para reservar la de 2017.
Pero, insisto, no seamos negativos. Que desde que Louis Van Gaal patentara la frasecita de marras, parece que no levantamos cabeza. Hagan lo que yo, a saber, compren un décimo (uno solo) y compártanlo con tres amigos. Que sale un reintegro, un par de veces a cualquier guachinche y que el Niño siga esperando. Porque esa es otra, cada pellizco navideño muere el Día de Reyes. Y hay que darle alguna alegría al cuerpo de vez en cuando.
¿Cómo? ¿Quién te dijo que era una broma? Que sí, ya tengo el nombramiento y la toma de posesión. Por qué serás tan desconfiado. Ya verás que cuando vayas, te voy a servir de guía. Que no te ocurra lo que aquel que fue un día de excursión en guagua y la visitó toda. Y yo llevo yendo desde 1962 y todavía me restan rincones, caminos y veredas por las que transitar. Con esa suerte de conocerla en profundidad con una sola jornada, yo no sé cómo la gente no se saca más la lotería. Millonarios tendrían que estar.
Quedan dos días para que el año estire la pata. Todos vamos a desear el próximo sábado que el 2017 sea mejor. Pero en el fondo pensamos que la economía, entre otras cosas, no acaba de levantarse, que el gobierno va a seguir muy condicionado por Europa y debemos cumplir el déficit a base de recortar, lo que supone cercenar más de un derecho que entendíamos adquirido, y que los únicos sueldos que se mantienen, o suben sin ajustes, son los de aquellos que deberían procurar que el pueblo vuelva a ser feliz. Porque corremos el peligro de perder nuestra principal seña de identidad y que nos caracterizó desde siempre: la alegría del pueblo latino. Aunque aquí en Canarias, crisol de culturas donde las haya y punto de encuentro de saberes y conocimientos, solemos ir más de por libres. Y con la ventaja añadida de tener una hora más disponible.
Este año no correré la San Silvestre. Los músculos de la extremidad inferior derecha están de tal laxitud, que cualquier mínimo esfuerzo me produce más quebradero de cabeza que los comunicados de los Consejos de Gobierno. Que ya no corren por cuenta de Soraya, ahora más entretenida en asuntos catalanes. Algo que disgustó a José Mari, el del trío de Las Azores, que ya no quiere seguir siendo cargo honorífico. Adjetivo que es sinónimo de otros como honroso, decoroso, honesto y decente, sin que tenga yo muy claro esa concomitancia.
Mañana, 30 de diciembre, este blog despide a 2016. Ahí estaremos. Porque el 31 no trabajo. Me dedico de lleno a desempolvar el esmoquin. Prenda que me coloco a las doce menos cinco de la noche y que vuelve al armario a los pocos segundos de la última campanada. Lo tengo flamante. Solo ha tenido mi mujer que ampliarle unos centímetros de cintura en estos últimos cuatro lustros. Ya saben que la sabiduría de la edad se acumula en forma de grasa en la zona abdominal. Ahora, cuando me lo lleve para La Gomera, como voy a caminar bastante, no hará falta retocarlo más.
Hasta mañana.

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