jueves, 15 de diciembre de 2016

Noveleros

No me refiero a ese maravilloso programa de la tele canaria que… Bueno, me ahorro el comentario porque ustedes saben de mis debilidades con los dineros inyectados en un medio de comunicación que se puede perfectamente suprimir, y dedicar esos millones a levantar esta situación de emergencia que esgrimió este pasado martes la portavoz de Podemos (en temas de esta tierra), doña Meri (Mari, Mary, yo qué sé) Pita, para votar en contra de la toma en consideración por el Congreso de los diputados de la reforma del Estatuto de Canarias.
Y valga el primer inciso para solicitarle a los de la nueva hornada que me expliquen cómo se enmarca esa anomalía momentánea (la emergencia) en un texto que nos deberá servir de guía durante unas cuantas décadas. Porque si vamos a estar apretados siempre hasta dentro de cuarenta o cincuenta años, vaya porvenir les espera a mis nietos. Para mí que esta señora, o señorita, a quien se le reconoce el mérito de ir descomponiendo su formación en gran parte del archipiélago,  no está en el mejor momento de su trayectoria política. La noto tensa. Pero como la aplaudieron Errejón e Iglesias, ellos sabrán.
Tampoco, con este titular, hago alusión a la murga realejera que tan gratos momentos me hizo pasar en el pasado –hoy no estoy ya para trotes carnavaleros– con su original espectáculo (show).
Y como ya echaste una visual a la foto, ni son todos los que estaban, ni están todos los que fueron.
Se ha podido escuchar: Una gran cantidad de invitados, nadie ha querido perderse este hecho histórico, una nutrida representación canaria. Claro, viajando y comiendo de gorra, cualquiera. Ninguno tuvo inconveniente alguno para conseguir billete a la capital del reino. A pesar de las fechas tan difíciles. Para ellos siempre hay plaza. Aunque te bajen a ti. Tampoco importa lo que cuesta el pasaje. Pagamos entre todos. No, ellos no se incluyen.
No quería llenar este comentario de instantáneas, pero hasta mi alcalde se trasladó a Madrid. Él alegará que se lo abona el Partido Popular, pero el decreto quedó firmado para que Adolfo tripulara otro rato. Y este día, y otros tantos, no se descuenta del sueldo que los realejeros le ingresamos cada final de mes. O antes.
Y se trataba de una simple toma en consideración, como aludí en el primer párrafo. Cuando alcancemos el periodo de tramitación, lo mismo fijan su residencia en territorios peninsulares. Como los diputados nacionales, que viven allá tres días a la semana. Si no hay festivos.
Luego los escuchas hablar de crisis. Y esgrimen razones para recortes, aprietos y más huecos en el cinturón. Mientras, a cuerpo de rey sus ilustrísimas. Ahí está Casimiro, quien reclama euros para su doble insularidad, para mitigar el coste de la cesta de la compra. Se pisan los morros, tú.
Estas no son fotos de un día histórico. Yo no entro a valorar pros y contras. Para eso están los medios de comunicación, impresos o no, al uso. Quiero erigirme en portavoz de los que lo están pasando mal. Que estas próximas fiestas deberán acudir a un centro asistencial para calentar el estómago. Mientras estos impresentables dilapidan presupuestos sin el más mínimo rubor. Y se van en masa. Para que la tomadura de pelo al pueblo sea aún más realista.
Se lo estampa en la cara de sus eminentísimas alguien que también fue cargo público. Pero que, por lo visto, y a los hechos me remito, vivió una época en la que imperaba la sensatez. Algo que ustedes no conocen y mucho menos practican. Vaya pandilla de gorrones (parásitos, vividores, sablistas, abusadores, aprovechados) a cargo de las arcas públicas. No basta con uno que defendiera el anteproyecto. Que, junto a los que ya forman parte del Congreso, supone una extensa camada canaria. Y que conste que lo de camada fue aposta (adrede, con intención deliberada). Porque eso en esta tierra se llama mamar. Sin más.
Luego debo tragarme un vídeo en Internet, colgado por el presentador de Noche de taifas, quien fuera candidato de Coalición Canaria para una institución pública en pasadas elecciones, en el que se queja amargamente de lo caro que supone cualquier traslado. Y arremetía contra Binter, de manera expresa. Pues viaja en Armas (¿no promocionas la naviera en el programa?), o dirige la misiva a tus correligionarios que llevan décadas gobernando en estas ínsulas sin que hayan solucionado no solo el problema al que aludes, sino otros tantos que doña Ana Oramas, verbigracia, no ha alcanzado a ver. Y no se trata solo de una cuestión de estatura.
A todos se les llena la boca con declaraciones tan falsas al menos como ustedes mismos. Jamás han sido capaces de ponerse en el pellejo de todos esos que dicen representar. Y cuanta más información, audiovisual o no, me llegaba desde la gloriosa jornada de este pasado martes, más me enervaba. Menos mal que a la una de la tarde me quitaron el Holter de tensión arterial. Que si no, explota el aparato. ¿Pues no voy a ser hipertenso? Porque no pienso callarme (dejar de escribir) ante tanto descrédito e inmoralidad. Vaya ejemplos. Bonitos espejos en los que mirarse.
Noveleros, sí, pero impresentables, también. La gira o excursión rayó la golfería. Y todas las formaciones se subieron al carro. O al avión. Vámonos, que ahí abajo se quedan los bobos para que se las arreglen con hacienda. Y, además, dietas. A dieta sí los ponía yo. A pan, gofio y agua una buena temporada.
Estatuto de autonomía, dicen. Estatuto de autonodeuestedes, los privilegiados. Sí, estoy caliente, ¿y qué? Y tú, estimado lector: ¿Estás de acuerdo conmigo? Pues comparte, pincha en me gusta, deja un comentario. A ver si somos más los que levantamos la voz y logramos que algún iluminado se despierte y tome conciencia. Lo mismo es que sigo siendo un utópico. Qué semanita llevo.
Mañana es 16, bonito día. Nos volveremos a ver en La Corona. Hasta entonces.

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