jueves, 7 de septiembre de 2017

Cinismo, no: lo siguiente

¿Ataque de celos? También. Es lo que se trasluce del artículo de opinión publicado ayer en El Día, firmado por Manuel Domínguez (los míos, palabrita del niño Jesús, son escritos por quien estas líneas plasma en Desde La Corona), y en el que arremete contra el presidente del Cabildo tinerfeño con idénticos argumentos a los que cada vez más numerosos realejeros le echamos en cara en el pueblo.
Cínico hasta decir basta. Desfachatez a la duodécima. Descaro e insulto a la más común de las inteligencias. Y puede que ello ocurra por encargar a otros que se sitúen frente al teclado. O por no leer antes de publicar. O por remitir esos pareceres escritos a las redacciones de los periódicos con la personalidad cambiada. Porque de situarse en el papel a interpretar de La Higuerita para allá, deberá ser consciente de que en su haber no podrá incluir el cargo de alcalde, ya que cualquier desliz le resta credibilidad cuando deba asumir el otro rol. Es complicada la tesitura, pero quien juega con fuego acaba por chamuscarse. Idéntica posición a cuando se tienen demasiados calderos al fuego.
Los realejeros que le votaron en 2015 ya sabían que, de salir elegido, no iba a ser mandatario full-time. Y como yo no lo hice, el médico me lo prohibió por problemas de salud (mental), entendí que su dedicación se quedaría en part-time. Ahora resulta –cada vez se comenta más en los mentideros políticos– que muchos de quienes fueron simpatizantes, y acudieron a las urnas con la gaviota (o charrán) por delante, se hallan en periodo de retractación. Hecho que intenta minimizar el señor Domínguez con frecuentes apariciones mediáticas (cumpleaños centenarios, velatorios, metopas a porrillo, carteles informativos en varios idiomas –y con errores que nos debemos tragar porque si lo advertimos se enfadan–, ingentes inversiones (8.000 euros) en rehabilitar Rambla de Castro…), pero que pone el grito en el cielo cuando Alonso juega con idénticas armas.
Yo no quería, te lo juro, mas si el susodicho me lo pone a huevo, ¿me callo? Jamás, porque no sería buen ciudadano si no denuncio estas incongruencias. Más por su salud que por la mía. Y sin alzar la voz. Ni gritar como algunos energúmenos, de su cuerda, que siguen repartiendo estopa al ladrido limpio. Como si la razón guardara proporcionalidad con el tono empleado o con los decibelios escupidos. Ladran, luego cabalgamos.
“El Grupo Popular elevó al pleno una propuesta de resolución para incrementar en diez millones de euros la dotación del próximo Plan de Cooperación Municipal. Y la respuesta de los grupos de gobierno [expresión con muy mala milk, aclaro, y que no sería capaz de sostenerla en el cercano caso del pacto portuense] fue negar esa partida extra”. ¿Y no se le cae la cara de vergüenza (si es que alguna vez la tuvo –la política, que dirían los telepredicadores–) cuando en cada sesión plenaria del ayuntamiento de la Muy Noble Villa de Viera rechaza de manera sistemática todo aquello que la oposición plantea? ¿Cómo se atreve a escribir (o a firmar) semejante sentencia si debe contar por cientos los ninguneos en la Avenida de Canarias, con el desprecio más absoluto y escudándose tras la ya tristemente coletilla de ‘estamos trabajando en ello’? Cuánta falsedad.
“Aprobar nuestra propuesta habría sido predicar con el ejemplo. Negarla fue un claro ejercicio de hipocresía por parte del grupo de gobierno”. ¿Hipocresía? ¿Grupo o grupos, en qué quedamos? Predicar con el ejemplo porque parte de ti. Y cuando Miguel Agustín, Jonás, o el resto de concejales que no son de tu grupo, elevan ruegos, preguntas y mociones porque quizás (o sin quizás) quieran y sientan el pueblo más que tú, ¿qué? ¿Te repito el argumentario? Espero que alguien dé traslado de mi preocupación a tu jefe Antona y este te recomiende la visita urgente a un psiquiatra, porque no bastará con la consulta al médico de cabecera.
“Gobernar es priorizar. Y a veces también significa tomar decisiones impopulares”. Yo no te hubiese escrito ese llamativo impopulares por razones obvias. Como ayer estuve hablando con un amigo de la maravillosa obra que ejecutaste en Los Barros (incluye la rotonda), y de cómo se lamenta uno que viva en Realejo Alto y baje a trabajar a La Longuera (échale media hora larga), y de cómo hace dos días contemplé las peripecias de una ambulancia para recorrer el trayecto de las farolas tipo Mazinger Z, y de cómo se ha colapsado el municipio porque no hay escapatorias (menos mal que mis microalgas no subieron tan arriba), y muchos más inconvenientes que no cito para que la redacción no me corte, prioriza y busca soluciones (¿añado Los Cuartos?), porque cuando Marrón deba ejecutar su famoso plan de seguridad, nos matamos saltando los unos por encima de los otros (o de las otras). Y si acaso crees que soy el único que tiene esta visión diferente, comienza a desconfiar de tanto adulador, en vivo y en redes sociales.
“Gobernar es ser serio y responsable y eso significa, en muchas ocasiones, renunciar al continuo protagonismo en la farándula política y mediática”. Madre mía del Rosario, de los Afligidos y de los Remedios. Quita pa´llá que me tiznas. Mejor, Jesús, Jesús, Jesús. ¿Tendrás cura? ¿Me salvaré padre?, preguntó la pecadora. Sí, te salvas porque tengo misa dentro de cinco minutos, que si no…
Y la traca final de la calle que prefieras: “En Tenerife es bien conocido y muy comentado el afán de Carlos Alonso por ser el niño del bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro de todo lo que se cuece en la Isla”. Yo te hubiese escrito guisa, es más autóctono. Pero si cambiamos Tenerife por Los Realejos, Carlos Alonso por Manuel Domínguez e Isla por pueblo, clavado, un selfie del diez coma nueve. Háztelo mirar, alcalde. O cómprate un buen par de espejos. Y ve al oculista. A partir de los cuarenta, los problemas de presbicia se agudizan. Y tú estás en un fase que podría ser recuperable, pero “ese pecadillo de soberbia que te (le, en el original) domina y que te (ídem a la aclaración precedente) pasará factura” lo hacen bastante complicado.
Te felicito porque yo no hubiera explicado mejor en mis clases de lengua el autorretrato. También es verdad que uno estudió en la vieja Escuela Normal, ya que mis padres no pudieron enviarme a cursar carrera en el extranjero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario