miércoles, 20 de septiembre de 2017

Curiosidades

Estaba dándole vueltas a la cabeza para centrarme en un tema que fuera objeto del comentario de hoy, cuando vislumbro tres pinceladas que despertaron mi curiosidad. Las enumero:
En Suiza, más concretamente en Ginebra, se han atascado los retretes de un banco y de varios restaurantes con tiras de billetes de 500 euros. La policía sospecha de dos españolas que prefirieron tal acción antes que declararle a Montoro esos buenos fajos. Me recuerda el afer a las incautaciones de alijos de drogas en alta mar, de los que siempre se ha escuchado que son el señuelo para que se relaje la vigilancia en otros pasadizos.
Otro más, y van ni se sabe, al que le queda atrapado el pene en lugar inadecuado. Esta vez en uno de esos discos que se utilizan para el levantamiento de pesas. Menos mal que solo fueron 2,5 kilogramos los que debió soportar el miembro prisionero, por lo que el rescate de los bomberos no implicó demasiados sacrificios. Y como fue un alemán, queda demostrado que hay mucha cabeza cuadrada aún suelta. Lo de cabeza va sin los dobles que utilizó tiempo atrás el director de cierto periódico local, que en paz descanse.
Y en California, cierta camarera antes de servir a un cliente lo que la comanda señalaba, un perrito caliente, no tuvo mejor ocurrencia que darle uso previo a la salchicha. Y no sigo para que no caigan sobre mí maldiciones a porrillo. Pero te juro que la información que yo leí plasmaba muchos más detalles que un servidor se ahorra. Para que la imaginación del lector de estas líneas incursione en terrenos prohibidos.
Saltó la chispa e, ipso facto, me fui a Jable, la hemeroteca digital de la Universidad de Las Palmas. La de La Laguna tiene otra. Puse en el buscador “Realejo” y acoté la indagación al año 1900. Me entretuve casi toda la tarde, pero, al final, me quedé con unas cuantas historietas. Que encajan perfectamente en este post distendido de hoy miércoles. Va el muestrario, del que respeto la ortografía original:
“Según nos dice un amigo de Realejo Alto, existe en aquel pueblo una anciana que tiene 120 años de edad y aun puede leer y dedicarse á las labores propias de su sexo. ¡Bonito catastro, como diría otro amigo nuestro!” (La Opinión, 9-junio-1900, página 3) No sé a ustedes, pero eso de las labores propias de su sexo me dejó algo confuso. Aun a sabiendas de la concepción machista de la época.
“A la avanzada edad de 104 años y 5 meses, falleció ayer en esta Capital la Sra. Dª. María Hernández Méndez. Era natural de Realejo-alto y de estado soltera. Descanse en paz la centenaria”. (La Opinión, 4-septiembre-1900, página 3)
Idéntica información (los periódicos de aquel entonces solían ‘copiar a los colegas’) en Diario de Tenerife, de la misma fecha, aunque con matices quizás imprudentes: “A la edad de 104 años y 5 meses falleció ayer en esta Capital una mujer llamada María Hernández Méndez, natural del Realejo-alto y que, por la cuenta, ya había nacido cuando el ataque de la escuadra de Nelson en 1797. Era, sin duda, el único ejemplar que quedaba de aquella generación. DEP”. Me ahorro la posible observación a la parte final. La dejo a tu criterio.
Continuamos con otra que al buen amigo Álvaro Hernández Díaz va a encantar por ese final tan original: “De corrillos y tertulias. Nos escriben del Realejo-bajo denunciándonos un abuso que, de no evitarse, puede producir gravísimos perjuicios á la salud pública. Es el caso que desde hace tiempo existe en aquel pueblo un pozo de gran profundidad, el cual se tiene al descubierto, arrojándose á él toda clase de animales muertos y, si se ofrece, hasta vivos, con inminente riesgo del vecindario, por las miasmas que produce tan terrible foco de infección. Nosotros exitamos el celo del Sr. Gobernador civil de la provincia á fin de que ponga pronto remedio al mal que denunciamos y haga saber á ese alcalde cual es su verdadera misión, porque puede ser que le haya dado por ejercer en el Realejo los oficios de Pedro Botero y el día menos pensado coloque en el citado pozo un lasciate ogni speranza”. (Siglo XX, semanario de ciencias, literatura y arte, 21-septiembre-1900, página 10)
Un mes después, 19-octubre-1900, el semanario en cuestión, y también en su página 10, detalla: “Hemos recibido atenta carta del Sr. Alcalde del Realejo-bajo en la que nos ruega rectifiquemos, por ser incierta, la noticia que el número 11 de nuestro semanario dimos denunciando el hecho de existir en aquel término municipal un pozo en el que se arrojan animales muertos y vivos con grave riesgo para la salud pública. Como dicha noticia nos fue comunicada por nuestro amigo Miguel Melo y González y éste nos repite hoy, al hacerle presente el ruego de dicho Sr. Alcalde, que es muy cierto existe el mencionado pozo en el llamado barranco Godinez, vulgarmente de la carnicería, por encima del matadero público de aquella localidad, cumplimos por hoy esta manifestación”.
Y cerramos la venta, que se suele decir, con un curiosa crónica del corresponsal de La Opinión en Realejo Alto, el 22 de diciembre de 1900, página 2:
“Desde el Realejo. Señor Director de La Opinión. Muy señor mío y amigo: Hace ya mucho tiempo que no doy síntomas de vida dirigiéndome al público por conducto de La Opinión y aunque nada de lisonjero tengo hoy que decir en materia de agricultura, pues que la sementera por estos contornos está casi perdida por falta de lluvias, siempre tenemos de que lamentarnos por otros conceptos, toda vez que el fisco se halla pronto á caer sobre el pobre contribuyente con tantas gabelas como nos abruma. El no tiene (el fisco) conmiseración á nadie ni á nada: llueva ó no llueva, haya cosecha ó no, hay que buscar á fin de cada trimestre las perras grandes ó chicas si no queremos vernos amenazados con los recargos ó con los embargos por los señores comisionados de apremio, los que de vez en cuando se dejan ver por aquí con sus almibarados rostros. El Realejo, señor Director, siempre está lo mismo: en él solo se disfruta de una tranquilidad y un silencio que no es perturbado nunca por el ruido de la carretera cuya construcción empezó hace ya seis ó siete años y aun está por terminar. ¡Oh!, esto es vivir en jauja. El patriotismo en estos pueblos se desborda; no tiene límites en cuanto á crear obstáculos para la marcha de las obras públicas. Sin embargo, el clima aquí es inmejorable (noticia que no es nueva) y su campiña vista desde las vueltas de Icod el alto hace al tourista alabar á Dios. Yo sin ser tourista tuve ocasión un día de arrodillarme como Humboldt cuando se humilló á tanta grandeza, al descubrir el valle renombrado de Taoro. Y es porque todos tenemos un rinconcito en nuestro cuerpo donde se anida ese sentimiento que habla, el alma. En él está el corazón. He dicho que nada de nuevo hay en este pueblo, pero no he sido exacto: se ha variado á una calle su nombre y ha resultado por consiguiente una novedad. Por acuerdo del M. Iltre. Ayuntamiento se ha dado el nombre de Pérez Zamora á la calle del Sol en memoria del distinguido hijo de esta provincia que en las cortes nos representó por más de cuarenta años y á quien tantas mejoras debe el país. Como don Feliciano pasó los mejores años de su vida veraneando en su niñez en el Realejo alto, este pueblo ha querido conmemorar su nombre, como lo han hecho otros de la provincia, grabando en mármol las palabras CALLE DE PEREZ ZAMORA. Tal innovación tuvo efecto el día 15 del actual. No puedo extenderme más, pues se marcha el Correo. Por lo tanto, se despide hasta otro día El CORRESPONSAL. Realejo alto 19 de diciembre de 1900”.
A perdonar la extensión, pero creo que la amenidad del periodismo de hace 117 años la compensa. Y con creces.

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