Finaliza la semana (laboral: la mía) y comienza el mes nono
(que sigue en orden al octavo). Como cada año, mi recuerdo y agradecimiento a
todos los docentes que hoy se reincorporan al curro tras el descanso veraniego.
Aumentaré, a buen seguro, el número de lectores, porque en la época estival me suelen
abandonar. Se olvidan de mi actual estado y creen que yo también cojo
vacaciones.
Tras la comparecencia del presidente Rajoy en el Congreso de
los Diputados, y después de observar cómo estos actos no le causan mella alguna
pues es fiel seguidor del gran Álvaro de Laiglesia (usted pregunte lo que
quiera, que yo le contestaré lo que me da la gana), se me ocurre destacar
varios casos más de chulerías. Porque no me negarás que Mariano, sobre todo en
las réplicas, y sabedor de que siempre tendrá la última palabra, adopta cierto
aire de chulapo, cuando no de altivez poco disimulada.
Quien también se crece, cuando el órgano muscular situado en
la boca y usado para modular los sonidos que le son propios, es la infumable
Celia Villalobos. Qué popularidad tan bien labrada la suya. Lo mismo juega al
Candy Crush que se nos duerme. Pero lo normal es que vocifere. Es currita,
carajo. Toda una quícara (gallina de pequeño tamaño y gran vivacidad). E
insulta cual tabernera al uso. Como lleva toda la vida ordeñando, conoce como
nadie entresijos. Maldita falta que le hace esperar su turno de palabra. Aunque
fue educada, eso dice, en un colegio de monjas, no es lo suyo el recogimiento.
En un concurso para elegir la tía (persona de quien se pondera algo bueno o
malo; en nuestro caso: peor) más maleducada de España, tendría todas las
papeletas para ganar de calle en toda la UE, porque es persona de máximos.
Lenguaraz, malcriada, incluso insolente. Chulería a la enésima.
No quiso ser menos otra echadita pa´lante que se coló en el
Museo Arqueológico Nacional para saludar a la Dama de Elche. Creía la escultura
hallarse herméticamente a salvo, cuando un minúsculo insecto, una curiosa
hormiga, se pasea por su rostro tras colarse en la vitrina a través de la
bandeja destinada a mantener constante el nivel de humedad. No necesitó la numerosa
ayuda familiar de la que presumen estos eusociales himenópteros. Se bastó por
sí misma, ella solita, en una prueba de autosuficiencia absoluta. Más que
atrevimiento, una muestra de la constancia y del trabajo. La invertebrada no
solo hizo saltar todas las alarmas, sino que ha generado un debate nacional.
Los ilicitanos ya cuestionan si hicieron bien enviando su símbolo más preciado
a Madrid. De repetirse el incidente exigirían la devolución inmediata.
Más que actitud chulesca me atrevería a calificarla de
idiotez, cuando no gilipollez, la de aquellos que comenzaron con el Ice Bucket Challenge (arrojarse agua
helada por arriba: campaña para recaudar fondos para tratar el ELA: Esclerosis
Lateral Amiotrófica) y ahora se deriva al Boiling
Water Challenge, es decir, regarse con agua hirviendo. A saber, chamuscarse
para divertirse. Se necesita ser energúmeno, o energúmena, para semejante modismo.
Qué chulo, qué ‘calorcito superabrasador’. Como lo recoge la Academia Canaria
de la Lengua: Vaya pollabobada. Chiquita falta de ignorancia.
Echar a la papelera de manera metódica cualquier iniciativa
o propuesta que provenga del contrario (grupos de la oposición) y rescatarlas
pasado un prudencial periodo de tiempo para adaptarlas como propias o recurrir
a la foto con idénticos planteamientos a los marginados en su día, percepción
habitual en la villa realejera, se podría calificar de una desfachatez sin
precedentes, de una soberbia como jamás se había estilado en el pueblo, de una
prepotencia sin paliativos. Y cómo no, de una chulería propia de un dirigente
que sigue a pie juntillas los ejemplos y modelos de la mentada Villalobos, del
singular Hernando, del exministro Soria… Despacito.
Si aún no dispones de fibra óptica y la señal de la tele te
llega por una antena convencional, oriéntala hacia Izaña y no hacia El
Asomadero. Contribuirás con ello, al no sintonizarla, a que cierto antro ilegal,
condenado al cierre por varias instancias (incluida la judicial), siga
cometiendo fechorías (felonías, también). Y si con tus dineros no contribuyes a
que las empresas que se anuncian mediante sus emisiones salgan adelante, y
deban replantearse sus posicionamientos publicitarios, estarás echando una mano
a quienes han debido, y no han querido, poner el candado al chiringuito. Que no
es bueno combatir la chulería con idéntica medicina, salvo que pretendamos
salir todos chingados. De ciertas instituciones públicas no espero tanto,
puesto que mientras a los gobernantes no les alcance el veneno, siga abierta la
veda.
Disfruten del fin de semana. Y el día 4 (lunes), todos al
pie del cañón.
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